opinión

¿Sexismo o doble moral?

El cartel anunciador de una fiesta de Enfermería en Ciudad Real hace saltar la polémica

rafael gonzález-casero

Una vez más la doble o triple moral en lo relativo al sexismo hacen aparición en torno a una imagen publicitaria protagonizada por una mujer. En esta ocasión, ha sido el cartel anunciador de una fiesta de enfermería en Ciudad Real el que ha desencadenado una serie de reacciones muy alejadas de la realidad universitaria. Y es que el sindicato Satse, el Colegio de Enfermería y la Facultad de esta materia, han puesto el grito en el cielo porque como reclamo publicitario se utilice a una chica disfrazada de enfermera ofreciendo el famoso «jeringazo» que suele incluirse en la mayoría de fiestas universitarias de enfermería. Sin ir mas lejos, en Toledo no resulta difícil encontrarse con carteles de este tipo anunciando todo tipo de fiestas, sin que hasta ahora se hayan generado polémicas, que, a mi juicio, resultan extravagantes e impregnadas de un exorbitante tufo de moralidad más digno de épocas pretéritas que del año en que vivimos.

Si el mostrar una enfermera con uniforme más o menos sugerente es sinónimo de sexismo y denigra a la profesión a la que hace alusión, también lo será que se utilicen uniformes de policía, de bomberos o de militares cuando estos se usan como reclamo en fiestas nocturnas.

Por extensión, los anuncios televisivos en que se usa el cuerpo de la mujer o el hombre de manera sugerente para anunciarnos un perfume (como en el que aparece un musculoso marinero que se mete con su barco en el dormitorio de una chica) deberían ser objeto de crítica y repulsa por todo el sector profesional al que el modelo en cuestión hiciese alusión.

En el caso del cartel de la fiesta de Ciudad Real, el hecho de que se ofrezcan bebidas alcohólicas ha sido el detonante para que se establezca el binomio sexismo - alcohol que propicie denostar este tipo de prácticas universitarias. Al parecer, los denunciantes nunca cumplen con la costumbre nacional de irse de cañas o no asistieron en su día a fiestas de su facultad en las que se consumía alcohol; pues ahora resulta que solo es reprobable que en una fiesta universitaria haya este tipo de bebidas, cuando un consumo responsable es lo que se debería exigir desde al estudiante que sale un jueves hasta al ejecutivo que se toma cuatro ó cinco gintonics cuando va de «afterwork»

En mi opinión, pretender judicializar este tipo de situaciones supone entrar en una dinámica cuando menos arriesgada, al pretender cercenar la libertad de expresión y establecer una especie de censura previa en pro de reprimir conductas supuestamente sexistas y por las que no se ofende inmensa mayoría de la población.

Si la polémica acompañó a los años del denominado destape, parece que una especie de lobby involucionista aboga hoy por establecer una moral oficial muy alejada de la que se vive a pie de calle.

¿Sexismo o doble moral?

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