Insolación: una historia de amor y libertad
Una apuesta valiente que el público toledano que llenaba las butacas del Rojas aplaudió con ganas
![Insolación: una historia de amor y libertad](https://s2.abcstatics.com/Media/201503/07/insolacion-teatro-toledo--644x362.jpg)
Título: Insolación. Autor: Emilia Pardo Bazán. Adaptación: Pedro Villora. Compañía: Miguel Narros. Dirección: Luis Luque. Intérpretes: María Adánez, José Manuel Poga, Chema León y Pepa Rus. Escenografía: Mónica Boromello. Música: Luis Miguel Cobo. Vestuario: Almúdena Rodríguez. Iluminación: Juan Gómez Cornejo.
Insolación es una novela de Emilia Pardo Bazán de corte realista con algunos flecos naturalistas, en la que la autora justifica los amores libres de una viuda joven y su enamorado en un Madrid veraniego y verbenero.
La historia nos cuenta la aventura amorosa de Francisca de Asís Taboada, marquesa viuda de Andrade, con Diego Pacheco, el Don Juan andaluz. La marquesa «cae» algo más que entre los brazos del astuto enamorado que sabe aprovechar el accidental aturdimiento y la sofoquina de la dama en la visita a la pradera de San Isidro una tarde agitada en la que el calor, la excitación y el abuso del vino producen la «insolación» que da título irónico a la novela. Hay que decir, en descargo de la joven viuda, que esta había estado casada con un hombre mayor que ella y que, por tanto, la incitación a determinadas experiencias eran algo más que un deseo. Por ello, tras el primer desliz, aunque se propone seriamente que no volverá a suceder, ella vuelve a entregarse ante los contumaces intentos de Pacheco. Las vacilaciones de la marquesa y las discusiones con Gabriel Pardo, gallego como ella y el tercero en el triángulo amoroso, interesado también en la dama, pero incapaz de encender su pasión, completan la obra. El fin, sólo sugerido, salvando el qué dirán y los convencionalismos pacatos de la época, es que la pareja sigue junta y se apunta un decoroso final moral y feliz con un posible matrimonio de los amantes.
Insolación fue una novela que, si resultó polémica en su tiempo, hoy no tiene nada de escandalosa. La versión teatral realizada por Pedro Villora atenúa del todo los «minuciosos pormenores sobre la manera de pecar», que diría un crítico del XIX, y convierte la pieza teatral en una historia en la que lo romántico está muy por encima de lo pasional y, desde luego, no hay nada de nada que resulte escabroso, acercándose en cierto modo a lo que se podría considerar como una obra de tono rosa.
Espigando el contenido de la versión teatral que nos propone la compañía Miguel Narros, podemos afirmar que sí se atisba la defensa de la sexualidad de las mujeres y la libertad de estas para tomar sus propias decisiones. Esto, que en el XIX era un avance considerable, hoy está tan normalizado que no es preciso ni que paremos a reflexionar sobre ello.
Visto el contenido y las relaciones entre la novela y su versión teatral, sí se puede decir que Producciones Faraute pone sobre el escenario una pieza que gustará a mucha gente, que resulta entretenida con frecuentes golpes de humor y que, de vez en cuando, saca al espectador de la trama amorosa para darle alguna pincelada de crítica social, que verdaderamente se agradece.
Las casi dos horas de duración quizá sean un poco excesivas para una historia lineal que carece de muchos flecos y que se desenvuelve en un espacio escenográfico funcional (y que yo llamo «de los condicionados por el horrible 21 por ciento del IVA»), donde el costumbrismo ambiental decimonónico viene dado esencialmente por los figurines.
Luis Luque mantiene una dirección canónica de un elenco de profesionales muy conocidos por sus apariciones en la televisión. María Adánez realiza un buen papel protagonista con los continuos cambios de registro que exige un personaje, que se mueve entre la languidez, el deseo, la autojustificación y el moralismo imperante en la época. José Manuel Poga, como el seductor Diego Pacheco, tiene su punto de equilibrio entre la frivolidad típica de los «donjuanes”»charlatanes y la expresión de un amor realmente sentido con un punto de humor muy destacado; quizá el pero en su actuación haya que ponerlo en lo que se parece o trata de parecerse a Dani Rovira, el actor del momento y protagonista de «Ocho apellidos vascos». Chema León, en el papel menos vistoso, es, sin embargo, el que ofrece más credibilidad, pues representa de manera muy equilibrada la racionalidad en una historia sinuosa de vaivenes emocionales y eróticos sugeridos. Pepa Rus realiza un encomiable trabajo al tener que poner cuerpo, voz y gesto sin solución de continuidad a tres personajes muy diferentes.
Insolación es una apuesta valiente, a la vez que poco común en el universo del teatro contemporáneo, que el público toledano que llenaba las butacas del Rojas aplaudió con ganas.
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