Irak: País de las oportunidades
Irak, el territorio que tiranizó Sadam Hussein, el que luego ordenó invadir George Bush con aquella chulería de poner los pies encima de la mesa y uno de los que ahora más sufren la despiadada crueldad del Estado Islámico, intenta venderse como «país de las oportunidades». Sí, Irak . Parece una contradicción, ¿verdad? Bueno, pues piénselo otra vez. Al fin y al cabo, después de tanto relato salvaje, en algún momento habrá que pulsar el «reset» y empezar de nuevo. «Irak necesita tres millones de unidades de viviendas, construir más de 3.000 colegios y 200 hospitales», decía el embajador de este país en España, Wadee Batti Hanna, en un encuentro informativo hace año y medio (septiembre de 2013). En ese mismo acto, el diplomático expresaba que su país es «un abismo en infraestructuras por las guerras que hemos pasado y trabajamos para recuperarlas». En suma, transmitía la invitación del Gobierno iraquí a las empresas españolas para que participaran en las licitaciones de obras públicas y de servicios, «que pueden alcanzar un volumen de contratación en torno a los 300.000 millones de dólares en los próximos años». «Irak es el país de las oportunidades. No exageramos, es la realidad», concluía el embajador en una información de Efe.
Y después de las declaraciones, el contexto. El potencial iraquí es indudable: es la cuarta mayor reserva de petróleo del planeta y en los últimos años, hasta 2013, logró multiplicar por cinco su renta per cápita, que entonces se situaba en los 6.600 dólares, según una información de El Mundo. Junto a estos datos convive otra realidad, también innegable: en los últimos meses, el Gobierno ha perdido del control de, al menos, una tercera parte del territorio en favor de los yihadistas. Solo en noviembre hubo 1.200 asesinatos.
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