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Dalí y Bahamontes: historia de un desencuentro

Desdén por un lado, inocencia por otro

Dalí y Bahamontes: historia de un desencuentro archivo abc

fernado dorado martín

Salvador Dalí fue un tanto desdeñoso con la fama de Federico Martín Bahamontes cuando éste ganó la Vuelta ciclista a Francia; simuló ignorar el acontecimiento. Bahamontes tampoco elogió al artista porque no le sonaba; mostróse inocente en sus manifestaciones al ser informado de él.

La coyuntura fue la siguiente: Mauricio Utrillo, ese gran pintor francés aunque hijo de español, pidió a Dalí una pequeña y sencilla obra debida a su mano para regalársela al ganador deportista como homenaje por el triunfo conseguido. Dalí lo dudó un poco, pero al final accedió y embadurnó con un palo mojado en tinta una cartulina trazando insinuada rueda de bicicleta en movimiento, a la vez que decía: «Ahí va mi obsequio para ese que decís que es una gloria nacional y que no sé quién es.» La cartulina la recogieron los entusiastas toledanos, buenos escritores, Fernando Espejo y Francisco Zarco, que muy gozosos se la entregaron a Bahamontes; pero este campeón, indiferente mirando el dibujo, se expresó diciendo que quién era ese Salvador Dalí.

Aprovechando el hecho de la donación, en sala situada en la cuesta del Alcázar dependiente de los llamados Sindicatos verticales, se ofreció al público una exposición de Pintura bajo la denominación de «Los pintores toledanos y Salvador Dalí». Con la cartulina del gerundense colgaron cuadros los artistas locales Alfonso Bacheti, Emiliano Castaños, el que esto escribe, Fernando Giles, Guerrero Malagón, Martín Pintado, los hermanos Eusebio y Pedro Sánchez y Guillermo Téllez. El reclamo del trabajo de Dalí atrajo a muchos curiosos para ver la muestra.

La víspera de la entrada triunfal de Federico Martín Bahamontes en el Parque de los Príncipes, de París, victoria ocurrida el 18 de julio de 1959, coincidió con la llegada a Toledo para dar una conferencia un ilustre hombre de las Letras,catedrático de la Universidad Central y gran orador, Luis Morales Oliver. En su discurso pronunciado ensalzaba a Bahamontes ante un nutrido número de oyentes, deseando la confirmación de cuanto se esperaba de Federico.

Se venían celebrando en la ciudad anualmente convocadas y conocidas Semanas culturales en auditorio de igual titularidad de los mentados Sindicatos verticales. En la de ese año y paralelo a la terminación de la prueba ciclista, en su día anterior¸ se incluía en el programa un trozo teatral interpretado por la pareja de actores Rosita Yarza y José María Seoane, seguido del toque de guitarra por el virtuoso Segundo Pastor, ejecutante hoy bastante olvidado. Después intervino Morales Oliver. En las Semanas culturales se anunciaban como «páginas» los distintos temas a exponer. La asignada a Luis Morales fue la de Deportes, encargo irónicamente aplicado a personalidad tan distante de la misión encomendada; pero el profesor, aceptándolo, en su disertación, no sin dejar de aludir a Bahamontes, derivó largamente explayándose en la figura y obra de la excelsa poetisa mejicana sor Juana Inés de la Cruz, también hija de español, como Utrillo, y de una criolla de la tierra. Morales Oliver en su discurso intercaló de sor Juana Inés unos conocidos cuartetos como este: «Hombres necios que acusáis/ a la mujer sin razón/ sin ver que sois la ocasión/ de lo mismo que culpáis».

Toledo vivió en esas fechas días emocionales y finales de gran complacencia.

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