cooperación
«El virus del ébola es más un problema de voluntad política»
#StopEbola es la campaña lanzada por Médicos Sin Fronteras con la que pide colaboración ante la situación de emergencia que vive África
David Noguera , médico de 40 años nacido en Girona, pasó esta semana por Toledo. Y no vino de turismo precisamente, aunque antes de la entrevista con ABC comía unas figuras de mazapán, tan típicas de la ciudad. A lo que realmente se desplazó es a presentar en Castilla-La Mancha, como portavoz de Médicos Sin Fronteras , la campaña de sensibilización #StopEbola que dicha organización lanzó en octubre. En esas fechas Noguera viajó a Monrovia (Liberia) para visitar el centro de tratamiento de ébola que han puesto en marcha allí con 250 camas. Tras este último viaje reclama a los gobiernos occidentales, especialmente al español, más ayuda tanto económica como material para hacer frente a la situación de emergencia que viven los países del África occidental —Liberia, Guinea Conakry y Sierra Leona—. [FOTOGALERÍA: Así trabaja de la ONG en Africa occidental]
—Hace un mes que ha vuelto de Liberia, uno de los epicentros del ébola en África. ¿Cuál es la situación actual en la zona?
—Sigue subiendo el número de casos después de nueve meses del origen de la epidemia. Así pues, la situación es mala y va a seguir siendo mala si los países occidentales no ponen los recursos necesarios en el terreno, ya que hemos visto que el virus del ébola no es difícil de tratar, pero es más un problema de voluntad política.
—Usted podría hacer suya la famosa frase de la película «Blade Runner»: «Yo he visto cosas que vosotros no creeríais». Teniendo en cuenta su experiencia actual con el ébola, ¿qué ha visto que no creeríamos?
—La situación es similar a la que se vive tras un accidente nuclear. Es decir, la radiación va a matar solo a los que están cerca, pero el país se va a parar y la gente no va a saber dónde ir porque hay una amenaza invisible que flota en el aire. Con el ébola pasa lo mismo, ya que colapsa sistemas de salud. Este virus es una parte de la ecuación, pero la intervención de emergencia es reiniciar los sistemas sanitarios de países que hace 15 años estaban en guerra, donde hay que seguir tratando además casos de malaria, embarazos complicados, diarreas, infecciones respiratorias y otra serie de problemas de salud.
—¿Y qué es lo que se siente al vivir situaciones así?
—He estado en África más de treinta veces y cada vez me voy a un lugar más remoto. Siempre he tenido la sensación de que trabajar en Médicos Sin Fronteras te lleva a estos sitios raros y muchas veces me pregunto: «¿Qué hago yo aquí?». Algo parecido pasa cuando entras en la zona de aislamiento de un centro del ébola y te pones el traje, que es como estar en la Estación Espacial Internacional. En definitiva, tienes la sensación de estar en los límites de la medicina donde muy poca gente llega.
—¿Qué es lo que propone Médicos Sin Fronteras con su campaña #StopEbola?
—Nuestro mensaje es claro. Nosotros estamos haciendo un esfuerzo ingente y el ébola nos está costando muchísimo dinero. Por ejemplo, los trajes que utilizamos son desechables y cada vez que entramos y salimos de la zona de aislamiento quemamos 25-30 euros. Por otro lado, los expatriados hacen misiones más cortas de lo normal y hay que pagarles vuelos en avión cada vez más caros, ya que además hay menos líneas aéreas que vuelan a estos países de África por el miedo al contagio del virus. Con la previsión que hemos hecho, para lo que queda de año y para 2015 no tenemos suficientes recursos. Por eso, lanzamos esta campaña.
21 expatriados infectados
—¿Cuántos casos de infección ha tenido su ong?
—Hemos perdido muchos cooperantes africanos, aunque es díficil saber la cantidad. Con los expatriados es fácil llevar una estadística, porque es gente que se ha infectado en los centros de tratamiento del ébola. En concreto, de mil personas que han estado trabajando en África se han infectado tres, mientras que de los voluntarios locales han sido 21 casos, pero es complicado saber si se han infectado en el centro o en la comunidad donde viven.
—¿Qué hay de la cooperante española de Médicos Sin Fronteras que fue repatriada desde Mali?
—Nosotros hemos tenido una evacuación preventiva protocolizada de una sanitaria que se pinchó un jueves, al día siguiente llegó a España y ahora mismo está tranquila en su casa.
—¿Defiende, por lo tanto, la repatriación de ciudadanos españoles con ébola?
—Nosotros exigimos, en primer lugar, que si un compañero español enferma en el terreno, se le evacue y se le trate en su propio país porque si te tienes que morir, que sea con tu gente. Y, en segundo lugar, porque pensamos que España sigue siendo un país de primer nivel, pese a algunos, ya que en otros países desarrollados no existe el debate de si traer o no a un compatriota enfermo.
—¿Qué opina entonces de la gestión que se hizo de los tres casos de ébola que ha tenido España?
—Sobre la gestión del caso de Teresa Romero, no conocemos los detalles, es decir, ¿cómo se infectó o qué traje utilizó? Pero lo que sí exigimos es respeto por los profesionales sanitarios en España que dan el paso, ya que son voluntarios como nosotros, tanto en el Hospital Carlos III de Madrid como en cualquier otro centro. Y en este caso, en particular, no hubo respeto.
—¿Con qué imagen se queda de su experiencia con el ébola en África?
—Por un lado, me quedo con la imagen de los supervivientes. Uno de ellos es un niño de once años que fue tratado en el centro de Médicos Sin Fronteras en Foya (Liberia), Mamadee, al que le encanta el baile y no paró de bailar, a pesar de la enfermedad. Y, por otra parte, me quedo con los compañeros cooperantes de Liberia, Guinea Conakry y Sierra Leona, que son un ejemplo diario de compromiso con su población y con su país. Es un privilegio absoluto poder trabajar mano a mano con estos profesionales que dan una lección diaria.
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