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Hermonías: poesía con los niños

Título: Hermonías. Poemas, nanas y canciones. Autor: Antonio Illán Illán. Editorial: Cuarto Centenario.

Hermonías: poesía con los niños

por óscar gonzález Palencia

Si, como dijo Rilke, la única patria es la infancia, será necesario acudir al mundo de los niños para encontrar las perspectivas desde las que podamos dotar de cierto sentido a la existencia. Esta es la propuesta de Antonio Illán con Hermonías, un itinerario interior, como lo es siempre la lectura, para animales de fondo. Sin embargo, pese a ser este un libro apto para degustarse en la individualidad con que se suele ejercer la lectura, no debemos perder de vista que se trata de un título de literatura infantil, de poesía infantil, concretamente, lo que es, en este caso, mucho menos importante como etiqueta teórico-literaria que como indicación para su uso. Concretemos señalando que Hermonías, como obra de poesía para niños de todas las edades , refuta no pocos de los atributos reservados a la lectura sin derogarlos por completo: su carácter personal y hasta íntimo –si bien es libro que puede leerse en soledad-, su tendencia a la introspección –aunque las emociones que experimentemos por su lectura nos conducirán, inevitablemente, a la reflexión-, su talante solemne –aunque es obra apta para ser tratada en el ámbito académico: ¡atención, maestros!…Hermonías es, en definitiva, una magnífica muestra de cómo, en el caso de los niños, la lectura de la poesía se convierte con frecuencia en un auténtico acto multitudinario, en que los ritmos, los hallazgos expresivos, las líneas melódicas entonativas, se emiten en voz alta ante un auditorio numeroso, que los jalea y los celebra con alegría ritual y demanda, ansiosa y apremiantemente, la prolongación del momento mágico con la lectura de otro poema (o con la repetición salmódica del mismo), como si en esos ritmos, en esas palabras, en la musicalidad de lo dicho residiera, en efecto, el arcano de la felicidad.

Nos hallamos ante una obra anudada en una tradición que es patrimonio colectivo, y que tiene su raíz en las emociones básicas, en los ritmos marcados, en la expresión sugestiva y bellísima de la literatura popular y tradicional, que se ha mantenido por ejercicio de la memoria colectiva, y que se ha transmitido de padres a hijos o, mejor, de abuelos a nietos. Ahora bien, el lector avisado, el niño incluso con edad provecta, podrá atisbar no pocos ecos de aportaciones hechas a la literatura infantil por otros tantos autores del canon, como Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez o el propio Rilke en cuya madurez creativa y vital, de la que dejaron testimonios sus versos, no es raro apreciar tintes del candor de la primera edad.

Por otra parte, la universalidad de la poesía infantil carece de nacionalidades tal como los adultos las concebimos, y no establece barreras impuestas por la decodificación de las lenguas. Esa es la razón por la que Hermonías está escrito en castellano, pero posee versiones en inglés francés, alemán, italiano, japonés, árabe…, como en una declaración abierta de que, más allá de las diferencias, el sentimiento de pertenencia iguala a los niños en su patria común. No se piense, sin embargo, que Hermonías es un producto espontáneo, sino más bien el resultado de la dedicación de su autor, catedrático de Lengua y Literatura, que ha consagrado toda una vida a las letras, a las impresas, a las recitadas, a las declamadas, a las cantadas…En la actualidad, al profesor, al poeta, al mensurador de las palabras, se le une el abuelo. En efecto, Illán, eterno niño, encontró siempre, entre la gente menuda, interlocutores que comprendieron su discurso y su personalidad. Y, en el presente, abuelo militante, ha encontrado, en tal condición, la ocasión propicia para emitir su discurso en el código poético-infantil con que robustecer esa alianza tácita y cómplice entre abuelos y nietos, donde el rígido código normativo que imponen los padres y otras instancias imperativas, cae a favor de la complicidad que el cariño, la curiosidad y el atractivo incomparable de lo prohibido tiene cabida como en ningún otro ámbito de la vida y de las relaciones humanas. Todas esas conculcaciones y libertades son las que parecen rubricar el tratamiento de la tipografía, de la disposición de los textos, del equilibrio entre lo icónico y lo lingüístico, de la sabia elección de la escala cromática, que ofrecen, como producto final, un libro bellamente editado, en un ejemplo más del magnífico trabajo efectuado, en los últimos años, por la editorial Cuarto Centenario.

Por todo ello, tal vez el lector que se adentre en estas canciones de inocencia y experiencia se sienta depositario del secreto de la perpetua felicidad, transmitido, desde el Olimpo, por Hermes, mensajero de los dioses. Tras conocerlo, podrá sentarse, a semejanza de ese poema visual que es la fotografía que cierra la edición, sobre la atalaya que permite mirar con ojos de niño el conjunto del cosmos como una realidad coherente y perfecta.

Hermonías: poesía con los niños

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