artes&LETRAS
«La grieta» de Jero Romero
Nuevo disco del compositor toledano
Acaba de publicar Jero Romero el segundo de sus trabajos discográficos. «La grieta» es el nombre elegido para esta nueva aventura, en la que ha contado con el apoyo de sus fans, a través del micromecenazgo, para llevarlo a término.
Nos abre Romero la puerta de una casa (la suya, la nuestra) llena de ruidos, habitaciones, ventanales, estados de ánimo, fotos viradas, jardines, columpios, príncipes y hombres de barba… y de canciones, muy buenas canciones. Una casa con grietas, sí, pero asentada en sólidos cimientos gracias a su concienzuda labor y la de sus colaboradores músicos, una banda formada por Charlie Bautista, Alfonso Ferrer, Nacho García y Amable Rodríguez. Un lujo de formación con la que ya ha empezado a girar por España, llenando el pasado 8 de noviembre la sala Joy Eslava de Madrid.
El volumen es una personal apuesta por la música, por la composición de canciones que nos obliga a los demás a recorrer las estancias, subir y bajar escaleras, abrir puertas y descubrir los secretos y los tesoros que, como en las casas con historia, se encuentran en los rincones, en las cartas escondidas detrás del piano, las diapositivas de la caja de latón del desván. Desentrañar lo que el autor oculta es parte del juego de cualquier producción artística y, en este caso, Jero Romero sólo nos invita a pasar, el resto es cosa nuestra.
Comienza La grieta con «El brazo». Allí, a lo lejos, el rasgar de las cuerdas de la guitarra, un pasillo y ya la banda rindiendo sin contemplaciones. Es libre Romero en la composición, se ha desprendido, porque quiere, de las estructuras clásicas del rock; maneja bien esos códigos y por eso puede superarlos, adaptarlos o, simplemente, obviarlos. Libertad total. Lo deja claro desde el primer tema, desgarrado al final, contundente.
En sus letras, Romero se enfrenta al lenguaje con dos perspectivas; por un lado, la de un cirujano que lo disecciona, lo abre en un preciso corte de bisturí para una necesaria intervención neurológica. Otrosí, blande destornillador y soldador, desmonta las palabras, la gramática y las expresiones, las endereza, retuerce los significados, aplica los cambios precisos para lograr su objetivo, vuelve a montar la maquinaria, lo enchufa a la red... y funciona. La prueba es «Fue hoy», el corte dos del LP. Un ordenado galimatías de tiempos verbales para hablar del pasado, del presente y del futuro que introduce uno de los temas constantes de la producción musical de Jero Romero: el paso y el uso del tiempo, el recuerdo, lo que recordarán los que nos rodean, lo que recordaron los que vinieron antes. También aquí están ya las contradicciones que jalonan la vida del autor (de cualquier Autor, de cualquier individuo). Quizá cantarlo y decirlo ayuda a aceptarlo y a sacar partido de la situación, sin complejos «quiero la guerra y quiero paz»: vivamos con nuestras contradicciones como mejor podamos... o quizá sólo sea pose y recurso artístico. ¿Importa?
«Un hombre mayor» es la siguiente historia tras la puerta. Una excelente cadena de imágenes realistas y surrealistas, de nuevo con una libertad total en cuanto a la estructura. Con una estrofa (marcada con una deliciosa línea de bajo), interludio y un largo y reiterativo estribillo (o al revés) tan adictivo que se hace corto, a pesar de durar casi dos minutos.
Crónica costumbrista
Salpicado de imágenes borrosas y de destellos de luz, La grieta es también una crónica costumbrista, un cuadro familiar de lo que pasa en el hogar. Así es «El ventanal», una pieza con una bella melodía adaptada a un agradable juego de guitarras, un medio tiempo que crece y crece para prepararse una deliciosa pincelada final dirigida irremediablemente a la fibra. Brillante.
Desde ese ventanal se ve el jardín y «Los columpios», con una gran introducción instrumental mesurada pero vigorosa, un delicado ejercicio rítmico y sonoro que precede (primero lejos, en la habitación del fondo con la puerta cerrada, luego cerca) a la historia de un aborchonado parque infantil a plena solambrera. Remite la canción a los juegos de niños que no precisan de la parafernalia tecnológica actual, se entrevé el eterno diálogo paterno filial y remata con un estribillo que, a muchos, nos sabe a poco, incomprensible castigo que Romero inflinge a la afición.
Ya en su precedente trabajo en solitario («Cabeza de León») y también en varios pasajes de su anterior formación, los añorados The Sunday Drivers , muestra atención a un contradictorio sentimiento, ese que anida en el filo que separa la fortuna del infortunio, y lo vuelve a repetir aquí en temas como «Caer de pie» o «Leo». Son dos interesantes reflexiones sobre la suerte o la mala suerte y la losa de ser o parecer afortunado, los impedimentos que eso supone y la carga emocional que hay que soportar para estar siempre a la altura cuando, por dentro, uno percibe que avanza hacia atrás («caer de pie también dolía», dice desesperado). La suerte puede acarrear hechos dramáticos y el infortunio estados placenteros, y al revés.
«Narciso»
En una de las estancias habita «Narciso», un repelente invitado, altivo, engreído, que, por su sinceridad y la autenticidad de su egocentrismo, se le quiere igual porque, al final, es uno mismo ante el espejo. Sí, reconozcámoslo, a veces nos queremos mucho. Finaliza el tema con un grupo de chalaos silbando a «El mejor», otro personaje de la casa primo hermano del anterior que entra con una base de bajo muy marcada y un ritmo roto, quebradizo, que da paso a una gran composición con la abrumadora sentencia de que «es complejo ser todos mis complejos a la vez».
«Leo», que antecede al cierre, vuelve sobre los temas del tiempo, las contradicciones, la fortuna y la desgracia y los juegos de palabras que conforman el universo de Jero Romero , un compendio que da paso a «También», intimista y bello epílogo interrumpido en su mitad por un caos instrumental donde se oye hasta el piano de la abuela.
Visitemos pues las estancias de esta casa llamada La grieta hasta darnos cuenta de que las habitaciones no son más que cavidades del alma.