arte&Letras
Erasmo y la apertura de las mentalidades
Monografía del historiador Ángel del Cerro
![Erasmo y la apertura de las mentalidades](https://s2.abcstatics.com/Media/201411/19/Foto1eras--478x370.jpg)
La libertad de pensamiento tiene un nombre: Erasmo de Rotterdam. En su recuerdo, miles de estudiantes y profesores participan en un singular programa de formación universitaria fomentando la idea de una Europa común y sin fronteras. A caballo entre los siglos XV y XVI, Erasmo fue un adelantado de esta movilidad formativa, estudiando en diferentes universidades y residiendo en ciudades de Francia, Países Bajos, Alemania, Italia o Inglaterra. Su obra, su pensamiento y sus enseñanzas contribuyeron a desarrollar una gran reforma intelectual en el viejo continente, estando considerado como uno de los grandes pensadores de todos los tiempos. El historiador Ángel del Cerro del Valle (Toledo, 1959) ha dedicado mucho tiempo a estudiar la figura del humanista holandés y ahora, de mano de la Editorial Ledoria, su trabajo ha llegado a las librerías con el título de Erasmo. Aproximación a su recepción y crítica en España.
La historia de la cultura y el pensamiento europeo ha reservado a Erasmo un lugar muy destacado. Fue un autor prolífico y diverso, que tuvo gran influencia en el mundo intelectual de su tiempo, contribuyendo a abrir nuevos horizontes al conocimiento y zahiriendo con sus escritos vicios y malos hábitos en el seno de la Iglesia. Ello le granjeó numerosos enemigos, pero la superioridad de su formación y la solidez de sus argumentos le sirvieron para sortear cuantos peligros le acecharon. Su gran capacidad de trabajo se refleja en una extensa obra entre la que destacan los Adagia, Elogio de la Locura, Novum Instrumentum, Coloquios o La Discusión sobre el libre albedrio como respuesta a Lutero. Sus libros gozaron de gran acogida, siendo reimpresos con asiduidad y alcanzando tiradas considerables. Algunos de sus estudiosos han afirmado que Erasmo hizo pensar a los sabios de su tiempo y también, gracias a su lenguaje sencillo, a la gente común de aquellos años. Y eso que vivió épocas de conflictos religiosos y políticos cuando el suelo europeo era bastante resbaladizo para la heterodoxia intelectual.
A Ángel del Cerro, Erasmo también le ha hecho pensar y, sobre todo le ha invitado a regresar al ámbito de la investigación histórica. Formado en el Centro Universitario de Toledo, se licenció en 1981 en Geografía e Historia, especializándose en Historia Moderna. Su tesis, sobre la encomienda santiaguista del Hospital de Talavera, fue editada por la entonces Caja de Ahorros de Toledo. Tras publicar artículos en Anales Toledanos y participar en algunos congresos científicos, Del Cerro se centró en consolidar su carrera profesional en el ámbito de la administración de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, a cuyo Cuerpo Superior pertenece. En este tiempo, en el cajón quedaron estudios muy avanzados sobre los conventos de monjas en Toledo y sobre el teatro barroco que no llegaron a ver la luz. También permanecieron guardados cientos de folios con notas sobre Erasmo y su influencia en España, tema sobre el que había comenzado a investigar en 1981 como trabajo fin de carrera.
Treinta años después, Del Cerro ha retomado aquel material con la intención de realizar un amplio artículo, pero se dio cuenta que el tema requería más. Se tomó el empeño como un reto personal, para demostrarse que podía volver a la Historia y, además, hacerlo hablando de Erasmo, una figura que, a pesar de su influencia, aún no es todo lo conocida que merece. «Se hacía verdad –afirma- el adagio de que la Historia no guarda buenos recuerdos para la reformadores y reserva todos los elogios para los revolucionarios. Lutero no hubiera podido destacar sin las propuestas reformadoras previas de Erasmo, pero es el alemán el que se ha situado en un nivel superior desde el punto de vista de los estudios históricos».
Concluida la lectura de este libro , destaca el abrumador trabajo de documentación que transmiten sus páginas. No sólo se aborda la figura y la obra de Erasmo, sino que se contextualiza con profusión estos primeros tiempos renacentistas, así como los ambientes sociales, religiosos y políticos de cada uno de los hitos. Para ese gran empeño, Del Cerro ha trabajado, en un 90 por 100, sobre las impresiones originales de las obras comentadas, para asociarlas al momento concreto en que se produjeron. Esto es labor prolija, porque Erasmo solía modificar sus escritos en las sucesivas ediciones, siendo muchas de ellas objeto de controversias sustanciadas en multitud de escritos menores. Así, el historiador toledano, reconoce que una de las mayores dificultades afrontadas ha sido depurar los textos y establecer la cita exacta. Uno de los retratos más famosos del holandés es un grabado realizado en 1526 por Hans Holbein, en el mismo se le ve con un libro en sus manos donde se lee escrito en griego «Trabajos de Hércules», Del Cerro considera que esa leyenda evoca lo que ha supuesto para él la composición de su texto.
Reseñables son los capítulos en que se pone en relación la obra de Erasmo con España, con cuyo territorio no tuvo relación física pese a los diferentes ofrecimientos recibidos. Así nos encontramos con el trabajo reformista del cardenal Cisneros en la Universidad de Alcalá y su Biblia Políglota, con los «alumbrados» de Toledo, con las vicisitudes de quienes en la Corte castellana defendieron los planteamientos erasmistas y, también, de cuantos mantuvieron controversias con ellos, de los procesos abiertos para la represión del erasmismo español, y del declinar de su obra tras ser incluida, en su mayor parte, en el Índice de los Libros Prohibidos en plena euforia oscurantista tras el Concilio de Trento. Pese a ello, la esencia del pensamiento erasmista quedó latente en determinados ambientes sociales y fue aflorando en diferentes manifestaciones culturales, de tal modo que a juicio de algunos estudiosos, como Marcel Bataillon, «si España no hubiera pasado por el erasmismo, no nos habría dado el Quijote».
A modo de resumen, Del Cerro cree haber realizado una presentación bastante objetiva del humanista, sobre todo cuando las interpretaciones sobre su obra son dispares. «Los católicos –añade- destacan aquello que permite presentar a Erasmo como un campeón del bando católico, en tanto que los autores que podemos denominar “protestantes” ensalzan su carácter de iniciador de la Reforma». Otro de los objetivos del autor es redescubrir la figura del holandés a las nuevas generaciones, resaltando que él aportó a nuestra cultura «una nueva concepción del conocimiento que permitía contrastar las ataduras de la tradición frente a la apertura de las mentalidades».