Las jornadas pendientes
La llegada del frío a nuestra ciudad nos trae eventos que comienzan a convertirse en tradicionales, como lo son las exitosas jornadas de la tapa , que se desarrollan en todo Toledo pero que tienen su epicentro en el Casco Histórico. Estas jornadas, en las que uno paga su bebida y su elaborada tapa por separado, suelen desterrar por unas semanas a las tapas que en la mayoría de bares de nuestra ciudad se sirven de manera potestativa a los clientes. Potestativa, digo, porque no existe una obligación por parte de los establecimientos de acompañar cada consumición con una tapa (aunque existen locales dónde el precio más elevado del refresco queda justificado por la suculenta tapa que se ofrece), aunque bien saben los negocios que el toledano acude en mayor medida al lugar dónde le sirven algo de comida con su bebida que dónde se la despachan «a palo seco».
Obviando que en las mencionadas jornadas de la tapa todo el mundo que pague obtendrá la suya ( faltaría más), queda patente que varios establecimientos de nuestra ciudad siguen tratando de manera diferente, en lo que a poner tapas se refiere, a los toledanos o clientes habituales del bar y a los turistas y otros toledanos que tienen la «desgracia» de parecerlo. Una vez más, y reiterando lo que expresé en un artículo en el que denunciaba el «sablazo» que se le da al turista y al que lo parece, he podido comprobar en primera persona y en varias ocasiones, como existen bares del Casco que no sirven tapa a todos sus clientes, siendo la percepción del camarero de turno la que discrimina si uno es merecedor de ésta o no. De nuevo, cuando uno solicita al camarero la tapa que a todo el mundo se despacha, éste sigue poniendo cara de pócker e intenta justificar su diferente trato como un descuido, algo que se suele hacer ante toledanos que conozcan que están siendo tratados de manera diferente, pero no frente a turistas que en pocas ocasiones reclamarán la tapa que a otros se pone, pues el mero desconocimiento y su sentimiento de indefensión provocarán que no digan « ni mu».
En resumen, considero que es triste que en un Toledo tan dinamizado en cuanto a la oferta de hostelería se refiere, uno tenga que acudir a determinados establecimientos del Casco con los ojos bien abiertos para advertir si, en cuanto a tapas o precios, recibe el mismo trato que los clientes habituales o los que el camarero considera lugareños. Que la tapa sea potestativa en muchos bares no debería, en mi opinión, implicar que ésta se le sirva a unos si y a otros no según su apariencia, sino que se despache junto a las consumiciones o haya que pagar por ella. O todos moros, o todos cristianos.
Deseando mucho éxito a las jornadas de la tapa y del cocktail, y reconociendo ser asiduo partícipe de las mismas, espero que las «otras jornadas», esas que se dan todos los días del año, dejen de producir situaciones discriminatorias como las que, a día de hoy, se siguen produciendo en muchos bares de nuestro Casco Histórico.