Dos mitos en el Rojas: la Lucrecia de Shakespeare y Nuria Espert

La violación deLucrecia pone sobre las tablas algo tan actual como es el abuso del poder, los deberes del gobernante o los derechos del ciudadano

Dos mitos en el Rojas: la Lucrecia de Shakespeare y Nuria Espert abc

antonio illán illán

Título: La violación de Lucrecia. Autor: William Shakespeare. Traducción: José Luis Rivas Vélez. Intérprete: Nuria Espert. Dirección: Miguel del Arco. Escenografía y vestuario: Ikerne Giménez. Iluminación: Juanjo Llorens. Creación sonora y diseño: Sandra Vicente. Producción: Juanjo Seoane.

Nuria Espert se sube a las tablas para construir un monólogo con el magistral poema narrativo de Shakespeare y contarnos la historia en tercera persona y desdoblarse para interpretar a Lucrecia en su reflexión, su decisión y sus hechos. El genio narrativo, dramático y poético del autor inglés nos proporciona un texto denso, expresivo, con los sentimientos a flor de piel o a flor de labios y una pasión arrebatada.

La violación de Lucrecia pone sobre las tablas algo tan actual como es el abuso del poder, los deberes del gobernante o los derechos del ciudadano. La violación de una muchacha a manos de un “intocable” y el posterior suicidio de esta conllevan consecuencias políticas: el destierro perpetuo para el violador y la familia real de Tarquino, lo que supone el final de la monarquía y el origen de la república romana.

El lenguaje del texto oscila entre lo brutalmente directo y la más alta poesía, pasando por argumentaciones filosóficas y técnicas de oratoria.

La interpretación teatral es uno de los medios de expresión más genuinos del ser humano, especialmente cuando sale del alma y los personajes se cargan verosímilmente de vida. Nuria Espert tiene, más allá de la profesionalidad indiscutible, ese sexto sentido de la sensibilidad que dota a sus creaciones de algo más que la pura representación. Y en esta obra, tanto cuando narra como cuando interpreta a Lucrecia, la actriz parece sumergirse en ese mundo mágico donde el teatro no parece cuento sino la pura realidad. Es como si la Espert trascendiera el espíritu de la obra de Shakespeare y se representase a sí misma.

Es de valorar el que una actriz más que consagrada y más allá del culmen de su carrera asuma este reto interpretativo y que, además, se haga dirigir por un director joven, aunque ya hoy suficientemente reconocido y avalado por sus magistrales trabajos y prestigiosos premios, como es Miguel del Arco.

La obra de gran riesgo interpretativo la pone en pie espléndidamente la consabida profesionalidad de Nuria Espert con sus variados matices, su cálida voz y esa manera de decir en un continuo de la frase, donde la enunciación parece que no acaba nunca, donde las cadencias y anticadencias no existen, y donde la pausa viene a ser casi un milagro. Es en verdad una forma de decir que ha creado escuela.

La violación de Lucrecia, de Shakespeare/Espert/del Arco, es una obra de arte de principio a fin. La actriz es mucha actriz , pero no es el todo, cuenta con un gran equipo que ha producido un montaje de gran belleza y sensibilidad, donde se armonizan esencialmente bien la escenografía, la iluminación y la dirección e interpretación. Hay que destacar también la hermosa traducción de José Luis Rivas Vélez. Y es de justicia felicitar a Juanjo Seoane por arriesgarse en un proyecto teatral tan exquisito, que, salvando los endiablados recortes que están cercenando la cultura, ha conseguido ayuda ministerial.

Al final, el público que llenaba el teatro, puesto en pie, rindió un homenaje a la veterana actriz , aplaudiendo no solo un buen trabajo, sino a un mito de la escena.

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