Una ficción más sobre El Greco
Una ficción más sobre El Greco
Si el teatro en esencia es interpretación, el gran acierto de esta producción está en el excelente hacer de los actores
Título: Historia de un cuadro. Intérpretes: Roberto Quintana, José Manuel Seda y Manuel Caro. Dirección y dramaturgia: Alfonso Zurro. Escenografía: Curt Allen Willmer. Iluminación: Florencio Ortiz. Música: Jasio Velasco. Producción: Salvador Collado.
El Greco es una fuente inagotable para la especulación, para la invención de historias o para las insinuaciones sobre la vida de un genio del que carecemos de una biografía documentada. Historia de un cuadro, el texto del prolífico autor y experimentado director Alfonso Zurro, es una ficción, más narrativa que dramática, sobre la trayectoria de El Greco muy para la ocasión coyuntural del año de celebraciones sobre el pintor. Tres grandes actores , Roberto Quintana, José Manuel Seda y Manuel Caro, que se desdoblan en diferentes personajes en la sucesión de cuadros escénicos, ponen en pie con una dignidad profesional encomiable un espectáculo en el que el tiempo da saltos sorprendentes de la Alemania nazi a la Roma papal o al Toledo contrarreformista.
La vida y la obra del Greco son motivo para hacer una reflexión en torno al arte y sobre la forma de crear, mirar y poseer un cuadro. Por supuesto el cuadro es ficticio, se trata de un desnudo que el espectador nunca ve pero que le sirve al autor para ofrecernos en sucesión de escenas, una serie de visiones diferentes: la del pintor, un anticuario, un cardenal, un noble, el director de un museo o un nazi. Son muchas las motivaciones que el arte suscita en la vida y eso es lo que Alfonso Zurro ha pretendido llevar a las tablas.
El cuadro que va y viene, sobre el que gira la trama, es un invento que se acomoda bien para el enredo teatral, pero uno termina concluyendo, tras el falso final, en el que El Greco se encuentra con Cervantes, que la modelo que posa desnuda para la famosa (y desconocida) pintura del cretense es la sobrina del autor del Quijote y que el propio pintor tenía (según el tópico histórico) tendencias homosexuales. No es que el teatro tenga que ser siempre fiel a la historia real, pues ya sabemos que la impostura es algo propio de la retórica literaria, pero algunas afirmaciones sobre ciertos personajes históricos me parece que requieren algo más de rigor, por muy pasionales y teatrales que resulten para resolver el interés de un espectáculo.
Si el teatro en esencia es interpretación, el gran acierto de esta producción está en el excelente hacer de los actores , que son capaces de dar verosimilitud a sus personajes y manifestar emociones diversas y bien contrastadas. El texto es jugoso, a veces, y farragoso y alambicado en algunas escenas. La escenografía consigue el máximo efecto con mínimos recursos. La música es estridente y no se percibe bien cuál es su función en la contextualización de la historia que se cuenta/representa. En fin, una visión más sobre El Greco.
El público fiel, que acudió al teatro de Rojas, manifestó su contento con un generoso aplauso.