Piden un estricto control de selección de los expositores de Farcama

M. M.

Isabel Martín, presidenta de la Asociación Profesional de Artesanos de Toledo (Apetece), no irá este año a Farcama, que se celebrará en Toletvm del 9 al 18 de octubre. «No se me ocurre. Estaré en la Feria de Artesanía de Ávila, en la plaza de Adolfo Suárez, que se llenará de madrileños con motivo del V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús», afirma esta jabonera artesana de Burguillos desde hace diez años.

Por un puesto durante cinco días en la capital abulense, Martín pagará 275 euros a la organización. Proporcionalmente, el coste por día y stand es más elevado que en Farcama, donde un artesano de Castilla-La Mancha no pagará más de 400 euros por diez días de muestra, mientras que un participante procedente de fuera de la región deberá desembolsar 1.200 euros, además de los gastos de alojamiento y manutención. «Es injusto para la gente que no es de la comunidad autónoma, todos deberían pagar el mismo precio por la inscripción», critica Martín, quien cita el ejemplo de San Sebastián, donde hubo 38 participantes en la última edición: «Por diez días en un stand cerrado y con seguro he pagado 475 euros, lo mismo que la gente de Guipúzcoa. ¿Por qué no se puede hacer lo mismo en Toledo?».

Sin embargo, las ganancias para Martín fueron más jugosas en San Sebastián y está segura de que sus beneficios serán mayores en Ávila que si participase en Toledo. ¿Por qué? «El modelo de Farcama se acabó en 2009 y hay que volver a replantearse esta feria. Sí, fue la mejor feria de artesanía de España con diferencia, pero la organización se politizó, empezó a introducir jubilados y empresas con productos que no eran cien por cien artesanos», afirma Martín. «Además, hay que distinguir entre artesanía y manualidades. Muchos participantes en Farcama del pasado año hacían trabajos manuales, y esto se va a repetir este año. Pero la culpa no es de ellos. Es como quien pone un examen y solo pregunta cuál es la capital de España. Es absurdo», reflexiona.

En este punto, Martín reclama un «estricto proceso de selección» en Farcama, como «sucede en otras ferias de artesanía en España». Cita Murcia, donde la organización exige la vida laboral del artesano, y Bilbao, donde se pide al participante los recibos de los últimos doce meses como trabajador por cuenta propia. «En Farcama, sin embargo, se pide el último recibo de autónomo porque no se mira la calidad», añade.

El chorizo y los pañuelos

Martín, crítica con la salida de Farcama del Casco Histórico después de dos años, se detiene también en el hecho de que en esta nueva edición habrá expositores que venderán productos alimentarios. «La alimentación no se considera artesanía en Castilla-La Mancha, según un decreto de 2010. Para eso este sector tiene sus ferias agroalimentarias», asegura la presidenta de Apetece, que cuenta con 17 socios. «Se lleva unos años vendiendo alimentación en Farcama y nadie ha preguntado a los artesanos qué les parece. Y los artesanos ya están cansados de la mala educación de la gente, que, por ejemplo, prueba chorizo y no se limpia las manos para tocar un pañuelo de seda o una cartera de piel, que luego hay que desecharlas porque no se pueden vender».

Con todo, colige que la organización de Farcama «considera a los artesanos monos de feria», y critica también la inclusión de algunas de las instituciones que conforman la comisión de la feria, como la Cámara de Comercio e Iberdrola, aludiendo a sus escasos conocimientos de la artesanía.

Vaticina que el público «no va a pagar 3 euros por entrar en una feria para comprar. ¿Pagaría usted 3 euros por ir al Corte Inglés? Hace años se pagaba en Farcama pero, insisto, aquel modelo de feria está agotado».

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