«La Caprichosa» cumple 125 años

«El Gallo» y «Jarana» estrenaron la plaza de Talavera el 29 de septiembre de 1890 y adquirió fama con la muerte de Joselito

«La Caprichosa» cumple 125 años abel martínez

JUAN ANTONIO PÉREZ

«Todo lo que ocurre me parece una pesadilla. Lo he visto y no lo creo. Me cuesta un esfuerzo terrible escribir: A Joselito le ha matado un toro. Pero así es, así ha ocurrido: a Joselito le ha matado un toro en Talavera de la Reina. Estoy bajo la terrible impresion de la tragedia...». Así empieza la cronica taurina de ABC que firma Gregorio Corrochano (talaverano, por cierto) , que narra la muerte en la arena de José Gómez Ortega, Joselito «El Gallo», uno de los protagonistas, junto a Juan Belmonte, de la Edad de Oro del toreo.

Aquello ocurrió un domingo 16 de mayo de 1920 y como ahora reconoce Evaristo Olcina, propietario y empresario de la plaza talaverana, «a partir de esa desgracia, el nombre de la ciudad se conoció taurinamente en España y en todo el mundo». Con la perspectiva que da el tiempo, es fácil afirmar que la muerte de Joselito es el acontecimiento más importante que ha sucedido en los 125 años de historia que este martes cumple la plaza.

Como también es factible pensar que quizás el destino de Joselito estaba escrito desde el 29 de septiembre de 1890, cuando se inauguró el coso con un mano a mano entre Fernando Gómez «El Gallo» y Antonio Arana «Jarana» con toros de Enrique Salamanca. Aquel «Gallo» era el padre de Joselito (anunciado «Gallito» en los carteles), quien, lo cuenta Corrochano en su crónica de la fatal tarde : «Desde que supo que se organizaba una corrida en Talavera no pensó más que en torearla... y vino, y murió casi en el ruedo, pues entro en la enfermería con un colapso del que no volvió».

«Bailaor», quinto de la tarde

Le mató «Bailador» , el quinto de la tarde, un toro negro, cinqueño, burriciego, muy corto de pitones y muy chico (¡solo pesaba 260 kilos!), de la ganadería de la Viuda de Ortega, que «se le arrancó fuerte y pronto... (y) le cogió de lleno, le enganchó por el muslo derecho, y en el aire le dio una cornada seca y certera en el bajo vientre».

De aquel extraordinario suceso, del que Corrochano escribió que «no ha muerto solamente un torero, sino la figura representativa del toreo, y quién sabe si la fiesta misma», se derivan otras pequeñas/grandes historias de una plaza cuyo apodo, «La Caprichosa», no llegó hasta finales de los años cincuenta. Lo cuenta Tiburcio Serrano Labrador en su libro: «La Caprichosa: notas históricas de la plaza de toros de Talavera de la Reina».

«El origen del nombre se debe a que Antonio González Vera (el propietario entonces) realizó unas grandes reformas en 1958. Se terminaron de cerrar todas las gradas que se hallaban incompletas... lo mismo el exterior como igualmente el interior de la plaza quedo muy bonita, y muy bien pintada, preciosa de verdad». De ahí, que «muchos aficionados locales» empezaran a llamarla «La Caprichosa», que asimismo, en esa reforma, amplió su aforo: de los 5.500 a los 8.500 espectadores.

Pero estábamos en Joselito y en las historias que se derivaron de su última tarde con vida, que también son las historias de esta plaza. Aquel 16 de mayo de 1920, un niño de seis años contemplaba asombrado el cortejo fúnebre del gran ídolo. Aquel renacuajo era Emiliano de la Casa, «Morenito de Talavera» , y entonces no imaginaba que en 1987, 67 años después de aquel impacto, su busto estaría junto al de Joselito en los Jardines del Prado. «Morenito», hermano y padre de toreros, es el matador más importante que ha dado la ciudad y su nombre tan solo se puede igualar al de Raúl Sánchez, quien tomó la alternativa y se retiró en «La Caprichosa». Sánchez, al que llamaban «El Legionario» por su impresionante valor, también cuenta desde este año con un busto frente a la plaza.

Trabuco, Flores y Florito

Y si de nombres se trata, como no mencionar a Eugenio Fernández Sanz «Trabuco» y a toda su prole. «Trabuco», presente en la muerte de Joselito , fue carpintero de la plaza y legó la gran pasión por los toros a sus descendientes. Su hijo «Flores» fue conserje de «La Caprichosa» y sacado por la Puerta Grande en su temprana muerte por enfermedad. «Flores» era famoso porque utilizaba a la perrita «Perla» para cambiar a los toros de un corral a otro.

El hijo de «Flores» y nieto de «Trabuco» es quien se anunciaba como «El Niño de la Plaza» en su etapa de novillero y hoy es «Florito», el guardián de los cabestros en la madrileña plaza de toros de Las Ventas . También era el destino.

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