SIEMPRE EN DEFENSA DEL DAMASQUINADO TOLEDANO
Me complace dirigir con orgullo la empresa Anframa, dedicada al arte del damasquino desde hace cincuenta años. Es obvio aseverar que el damasquinado y la espadería, son los iconos de la artesanía de la ciudad de Toledo.
Tal vez se pregunten el motivo de este artículo. No es otro que en respuesta al publicado el pasado 20 de septiembre en Abc de Toledo, con el título “En defensa del damasquinado toledano”, firmado por Luis Peñalver Alhambra. El profesor esgrimía una serie de opiniones que me han llevado a ponerme en contacto con este diario, para defender el trabajo que realizamos un reducido grupo de empresarios de la ciudad de Toledo.
Utiliza Peñalver términos como “adulteración”, “sucedáneo”, “burdas imitaciones” o “baratijas”, para referirse a los productos del damasquino que se venden en las tiendas del casco histórico. Me parece intolerable y alejado de la realidad.
No hay más de cinco fábricas en Toledo que se dediquen a esta noble artesanía. Algo más de cien personas trabajan de manera directa en la fabricación diaria del damasquinado. Los empresarios que lideramos estos centros, desarrollamos desde hace años inversiones permanentes para conseguir productos que capten el interés de quienes nos visitan. Los comercios especializados en la venta de artesanía crecen anualmente, multiplicando el número de empleos indirectos que genera el damasquino.
Las piezas que salen de cada fábrica, son el resultado del maridaje tradicional del acero con metales nobles como el oro y la plata. Es evidente que la máquina y la fundición contemporánea intervienen en los procesos. ¿Y por ello son una adulteración, sucedáneo, imitación o baratija? No hemos despreciado el alma del damasquino.
Podemos asegurar que nuestro trabajo ha contribuido al mantenimiento y proyección del damasquinado por todo el mundo. Por citar un par de ejemplos, mi humilde empresa presenta colecciones anualmente en las mas importantes Ferias de regalo del mundo, Hong Kong y Frankfurt, desde hace mas de veinte años. Mis compañeros de profesión mantienen su agenda profesional, con la que también contribuyen a la promoción del damasquinado por todos los rincones del planeta. Y siempre asociado con una marca de reconocido prestigio: Toledo.
Numerosos artesanos del damasquino han formado y forman parte de nuestros equipos. Anframa tuvo el privilegio de contar con uno de ellos, Peñalver, padre del escritor que desprecia nuestro trabajo. ¿Cómo se puede dar la espalda de una manera tan obscena al pasado, del que él mismo se ha nutrido para convertirse en un profesional de reconocido prestigio?
Si lo que desprecia es la mecanización, me complace comunicarle que lo hacemos con dignidad, costosas inversiones y respeto por un arte que estamos contribuyendo a su mantenimiento en el tiempo. Me pregunto si Luis Peñalver Alhambra desprecia el siglo XXI, y sea el único escritor que utilice pluma de cisne y publique sus estudios sobre pergamino de piel de ternero.
No obstante, en el proceso de fabricación de nuestros productos, la intervención del hombre es continua. Incluso las fabulosas manos de damasquinadores entrañables de la ciudad, finalizan con sus herramientas las piezas más complejas que fabricamos.
Recibimos tentadoras propuestas desde China para trasladar allí nuestras empresas. Nos negamos a ello. De Asia tan sólo adquirimos monturas y embalajes. Como también lo hacen el escaso grupo de damasquinadores que elaboran a mano sus productos, con quienes, insisto, colaboramos con orgullo. Porque para nosotros es motivo de satisfacción contribuir a que el damasquinado no sólo se asocie a Toledo, sino que se fabrique en esta provincia. No hay nada más auténtico.
Coincido con el autor de tan desafortunado artículo, en que las autoridades públicas deben asumir un compromiso con el damasquino. Así se lo transmitimos en el año 2014 al anterior presidente de la Diputación Provincial de Toledo, donde constará en registro. Le solicitamos la creación de una Escuela de Damasquinadores, para que se revitalice este magnífico oficio, donde los jóvenes puedan encontrar su espacio de trabajo.
Asimismo animamos a la administración pública oportuna, entendemos que al ayuntamiento de la ciudad, sobre la idoneidad de la apertura de un museo del damasquino. Un espacio divulgativo y educativo, que muestre al toledano y a los más de dos millones de turistas que visitan la capital regional, la relevancia y bondad de esta artesanía autóctona.
¿Por qué? Porque los empresarios de las fábricas, con el apoyo de los trabajadores, siempre defenderemos el damasquino