ALFILERITOS
ATILA, EL REY DE LOS HUNOS
Todos los portavoces políticos del PP en Castilla-La Mancha, desde el número uno al 14, han dedicado en algún momento una descalificación o piropo mal pensante al presidente regional Emiliano García-Page. Noche y día le tienen en sus propuestas negativas y aprovechan cualquier ocasión para denominarle como «chapucero», «tuercebotas» o «estropicio», más alguna otra lindeza que venga a intentar destruir su imagen política. Le consideran el enemigo número uno, posiblemente porque le temen y les preocupa en demasía su actitud de gestión, y posiblemente hasta se reunen, en habitación sellada, para programar actitudes contrarias hacia su persona que tengan el suficiente eco para sus intereses políticos.
Ahora, un portavoz adjunto más del PP, en las Cortes de San Gil y que venía pasando desapercibido en el desempeño, toma protagonismo para recomendar a García-Page que cese la «vorágine destructiva» que está causando en la comunidad autónomo, agregando que se parece al «Atila de la política regional», ya que por donde pasa no vuelve a crecer la hierba. Y hecha la declaración oportuna se vuelve hacia los compañeros ideológicos en búsqueda del aplauso por su genialidad expresiva que alcanza cimas de intelecto más que preparado para asumir tan destacada tarea. Naturalmente la ovación es de aúpa porque ya se sabe que hay que demoler la semblanza de la personalidad que en el partido opositor gobierna y que además cuenta con el poder que le otorga la presidencia de Castilla-La Mancha.
¿Y qué vendrá después de Atila? Pues se rumorea que otro portavoz, posiblemente el número siete, salga mañana o pasado denominando a García-Page como el jefe apache «caballo loco», aunque también está sobre la mesa el titulillo de «conde Drácula» al entender que de vez en cuando le asoman en el rostro unos colmillos ensangrentados. Todo vale para que el objetivo a batir sufra el máximo descalabro posible, aunque el problema hace de acto de presencia cuando los disparos fallan al no encontrar la diana y, por lo tanto, no surtir el efecto deseado.
Y de ahí, que otros portavoces populares no descansen en programar reuniones para encontrar la calificación idónea que recompense su ardua labor. Pero por el momentoel rey de los hunos sigue cabalgando sin prestar atención a sus adversarios.