Oreja para Curro Durán ante una novillada deslucida de Cebada Gago en Villaseca
Carballo demostró buenas maneras y Aguado no logró lucirse
La verdad es que la novillada de Cebada Gago , bien presentada, defraudó porque los novillos resultaron deslucidos y broncos, aunque algunos se entregaron en varas.
Al pobre juego del ganado se sumó la falta de conocimientos de algún novillero. No fue el caso de Curro Durán . El sevillano de Utrera, que en su primero fue volteado dos veces sin consecuencias, dio buenas series de derechazos que continuó con valientes naturales . Más de media estocada y resultó prendido en el entronque. Pese a ello, cortó una oreja.
Pasó a la enfermería, donde estuvo unos diez minutos antes de volver al ruedo para matar el cuarto. Con este burel estuvo también muy valiente, aguantando las serias embestidas del toro y logrando algún muletazo de calidad. Una estocada perpendicular y un descabello enfriaron al público, que guardó silencio. Incomprensible.
El otro sevillano, Pablo Aguado , se encontró con un primer novillo difícil por ambos pitones. Y, aunque lo intentó todo, no logró lucirse. Dos pinchazos y una entera no le privó de una ovación. En el quinto, que recibió una buena vara de Romualdo Almodóvar, Aguado lo intentó en terrenos de tablas, que el animal buscó desde el principio de la faena. Arriesgando, el novillero logró algún buen muletazo, pero su oponente entró sin clase a la franela. Necesitó entrar a matar varias veces para lograr que su oponente rodase.
Juan Carlos Carballo comprobó cómo su primer novillo recibió una fuerte vara, que acusó el animal en la muleta. No obstante, el cacereño firmó tres derechazos y un buen pase de pecho. Quiso continuar con la mano derecha, pero el novillo se quedó a medio camino. Una estocada caída y un descabello dieron paso a una vuelta al ruedo por parte del diestro.
Bronca al presidente
En el de la jota, sobre el que el picador José Manuel Quintana se entregó mucho, el cacereño inició su faena mediante valientes derechazos. Desafortunadamente, el novillo se partió la mano derecha, por lo que Aguado tuvo que matarlo rápidamente, logrando, sin embargo, una gran estocada.
El presidente cumplió con su deber al no devolver el ejemplar acogiéndose al reglamento, por lo que escuchó una gran bronca. Quizá el publicó recordó que, el día que toreó el toledano Álvaro Lorenzo en unas condiciones similares, el presidente sí devolvió a los corrales el novillo que también se partió un cuerno.