«Que todo en la vida es libro...»
Varias decenas de toledanos se dejaron hechizar por la magia de la poesía que llenó las calles y sedujo a los viandantes
Y los sueños, libros son». Lo decía Aute, sobre el particular universo que es el cine, pero también es posible aplicarlo a la literatura, como está demostrando este fin de semana el festival de poesía internacional «Voix Vives».
A propósito, desde Vigo viene Graciela Baquero, aunque ella prefiere definirse como «profundamente gallega». Lee y escribe poesía «desde siempre, desde que conoció el lenguaje», y ayer se encargó de contagiar el duende de los versos a los vecinos y visitantes de la ciudad de las Tres Culturas. Lo hizo como eslabón de la «cadena de lectura» en la que una veintena de apasionados de los libros recorrieron las calles del Toledo. Su finalidad coincidía con el leit motiv del conjunto de las jornadas: sacar la poesía a las calles, a las plazas, a los museos..., como una lluvia de finales de verano que al precipitarse empapa de emociones a aquellos con los que se encuentra.
Entre los que se han dejado calar está Pepa, una toledana que participa todos los años en las actividades del festival. Cuando tiene un rato lo aprovecha en leer a Claudio Rodríguez o a Ángel González, ya sea en casa o en el autobús, pues comparte la filosofía de «Voix Vives» acerca de que los libros son ideales para cualquier lugar y momento. Por eso no dudó en acudir con una amiga para recitar a viva voz durante media hora por las calles Hombre de Palo y Arco de Palacio.
Los participantes en la cadena literaria partieron de la librería Hojablanca muy bien acompañados por un saxofonista que creó un ambiente perfecto para sumergirse en las palabras y «escuchar con los ojos» a las voces vivas y brillantes del festival. Tras «hacer camino al andar», la comitiva llegó a su destino, la plaza del Ayuntamiento, en la que se entretejieron con el resto de poetas que se encontraban allí recitando.
También en la plaza había una gran multitud de espectadores, algunos devotos de la rima, otros curiosos que se acercaron a dejarse sorprender. Entre estos últimos está Esperanza, fiel amiga de las novelas, pero que aún no había tenido el placer de codearse con los poemas. Es la primera vez que participa en las actividades de «Voix Vives»; eso sí, a juzgar por el brillo que irradiaba su mirada mientras las palabras hacían vibrar sus tímpanos, seguro que no es la última.
Como Esperanza, son muchos los toledanos que se han acercado a los emplazamientos y rincones del festival para descubrir qué ocurría en su ciudad, y se han encontrado de lleno con la realidad de los versos que impactan, conmueven y cambian el mundo. Esos versos han creado una red de trovadores de todas las edades y lugares del mundo; Buenos Aires, Venezuela, París e incluso Túnez, durante unos días dejan su tierra y se embarcan en la aventura del papel y la tinta. Como Graciela, una vez más, que cambió el Casco Vello de Vigo por el Casco Histórico de Toledo, y acompañada de «Extravío» y el resto de sus homilías fuera del guion contribuye a salvar el mundo cruel con el arte de las voces vivas de los libros.