ALFILERITOS
EL PUENTE ABANDONADO
M
e refiero al denominado Puente de San Martín, una obra de bello trazo, apuntalados arcos, con amplios tajamares y robustos torreones, ejemplar muestra de la arquitectura militar de la época medieval, construido en el siglo XIII, reinando Alfonso X.
Pues bien, este soberbio anclaje de la monumentalidad toledana se encuentra sucio y abandonado. Las aguas que discurren bajo el mismo vienen escasas y con una espuma amarillenta, siendo la culpa de quien manda en las confederaciones hidrográficas. Pero también en el entorno de sus arcos, principalmente frente a la Venta de San Martín, existe todo un rodadero de desperdicios, que ofrecen una molesta y fea imagen para quien lo contempla.
Asimismo, sus riberas en estas zonas están llenas de matojos crecidos sin ton ni son, que significa el mejor refugio para ratas a decenas que se mueven por el lugar entre cascos de botellas, latas vacías y bolsas de plástico a granel.
La calzada del puente no ha sido limpiada en años, y cuanto llega la noche, según muestras y olores, es el apropiado urinario para el que pasa por allí. Y estamos hablando de un espacio por donde suelen moverse cientos de turistas, dado que son muchos los autobuses que los recogen, después de su visita al Casco Histórico, porque aparcan en este punto concreto. Por cierto, me encontré ayer con una pequeña pancarta, cogida con celo en una de las puertas del puente, en la que se podía leer en francés: «Toledo y su puente, patrimonio de la suciedad». Me apresuré a retirarla porque daba vergüenza.
Sería de desear, si no es mucho pedir, que alguna autoridad municipal asumiera esta anomalía descuidada y cochambre, pusiera a actuar su ordeno y mando y enviara al lugar la oportuna cuadrilla de operarios para hacer desaparecer, lo más rápido posible, este contaminado paraje urbano, cuya limpieza beneficiará a los toledanos en general.
No estamos pididiendo la construcción de un palacio de congresos ni un macrohospital, sino mantener lo más aseada y pulcra posible la monumentalidad histórica de nuestra ciudad, que no es eso que vemos. Con prestar atención y respeto a lo que tenemos ganaríamos en prestigio ante los demás y, sobre todo, ante el turismo que se acerca a diario a esta capital, que sí es ciudad Patrimonio de la Humanidad.