Arzobispo primado: «La enfermedad de nuestra fe es pensar que Dios no vuelve más»
Alegría entre los toledanos, que ayer volvieron después de 7 años al claustro catedralicio a beber del agua de la Virgen. A ellos se sumaron autoridades civiles, militares y académicas.
El día dedicado a la Virgen del Sagrario volvió a reunir ayer bajo los viejos muros del templo primado a turistas y vecinos en este agosto a las que las altas temperturas han dado un respiro, aunque sea momentáneo. La Misa Pontifical fue presidida por el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, quien, en su homilía, se refirió al estado de la fe de los creyentes: «La enfermedad de nuestra fe consiste en pensar que Dios no vuelve más; o no pensar en que vuelve», en referencia a la segunda venida de Cristo, ese «contenido de la fe que consuela» a los creyentes. Concelebraron con el arzobispo primado el obispo auxiliar, Ángel Fernández; el obispo emérito de Segovia, Ángel Rubio; el provicario general, Francisco César Magán; el vicario episcopal de Toledo, Eugenio Isabel; el deán de la catedral, Juan Sánchez, y los integrandes del Cabildo primado y otros sacerdotes.
La alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón; el presidente de la Diputación, Álvaro Gutiérrez; el embajador de España en Bélgica, Ignacio Matellanes, y autoridades militares y académicas estuvieron presentes en la misa. Mientras tanto, el claustro catedralicio se iba llenando poco a poco de vecinos y curiosos dispuestos a renovar la tradición de beber el agua de la Virgen del Sagrario, patrona de Toledo, una festividad religiosa muy arraigada entre los toledanos, que visten este día sus mejores galas.
Ha sido este año, después de un paréntesis de siete en que ha tenido lugar en la Puerta del Reloj, cuando ha vuelto al claustro la tradición de los botijos, algo que ha sido saludado por la gran mayoría de los fiel. A muchos se les notaba la alegría de la recuperación de este bello escenario donde, un año más, se dispusieron centenares de botijos rellenos del agua «milagrosa» del aljibe o pozo de la catedral. «Dejamos de venir cuando quitaron de aquí los botijos», explicaba una vecina entre el gentío que bebía y disfrutaba de la mañana. Otros, sin embargo, no dejaron nunca de renovar la tradición de beber el refrescante agua el 15 de agosto: «Vengo todos los años desde que tengo uso de razón», recordaba un señor frente a la catedral, «en mi casa, veníamos siempre».
La gran protagonista del día, la Virgen del Sagrario, recibió miles de peticiones por parte de los devotos, que besaron con fervor su medalla. Los deseos más extendidos se centraban en la salud y el trabajo, «más aún en los tiempos que corren», decía a ABC un vecino frente a la Puerta del Niño Perdido. «Todos los años pedimos algo, aunque siempre nos quedamos igual», bromeaba otra vecina. Sin embargo, tampoco faltaron quienes fueron a visitar a la Patrona sin ninguna petición de por medio: «Yo no pido nada, lo que ella quiera darme», subrayaba otra mientras se aproximaba a la imagen de la Virgen.
Tras la misa y la procesión de la imagen de la Virgen por las naves del templo primado, las autoridades locales se sumaron a la ciudadanía en el claustro. Entre ellas se encontraba la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, quien manifestó que «vamos a seguir trabajando para que los toledanos se sientan orgullosos de sus costumbres, pero también evolucionaremos hacia actividades que podemos disfrutar con los más jóvenes», dijo. Tanto el presidente de la Diputación de Toledo, Álvaro Gutiérrez, como la diputada regional del PP Claudia Alonso agradecieron al Cabildo el regreso de la tradición a los claustros.