El bombero Carlos Flores

Un toledano dirige el descenso a la sima más profunda y peligrosa de España

EFE TOLEDO

Cuatro espeleólogos españoles, dirigidos en la parte deportiva de la expedición por el sargento de bomberos de Toledo Carlos Flores García, han iniciado ya el descenso de la sima de la Torca del Cerro, considerada como una de las cuevas más peligrosas y difíciles del mundo. La Torca del Cerro es estrecho agujero de 1.600 metros situado en pleno corazón de los Picos de Europa, en la que no ha entrado nadie desde hace diez años.

Unos cuatro días con sus tres noches se precisarán para llegar hasta el fondo de esta sima, salpicada de cascadas y atravesada por un río caudaloso, en la que se instalarán una docena de sensores que servirán para estudiar durante un año la correlación de emisiones de gases y temperatura con los terremotos y movimientos sísmicos.

Para conseguirlo será preciso el trabajo de medio centenar de espeleólogos, geólogos y científicos que darán forma a un proyecto que se prolongará durante dos meses y en el que participan voluntarios de todo el país e investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME).

«Es una inmensa locura», ha declarado Carlos Flores García, sargento de bomberos de Toledo, que dirige la parte deportiva de esta expedición, en la que el proyecto científica depende del geólogo y experto en terremotos, Raúl Pérez López, investigador del IGME.

Ambos van de la mano desde que hace tres años Flores García decidió poner en práctica su ilusión de llegar a los picos más altos y las cuevas más profundas de todas las comunidades. «17 picos + 17 simas» es el nombre que este salmantino de Béjar ha dado a un proyecto que está a punto de culminar, ya que sólo tiene pendiente Navarra y Asturias.

«Asturias quería dejarla para el final, porque la cueva es la más complicada del proyecto y una de las tres más difíciles del mundo», señala este apasionado de la montaña de 40 años, bombero desde hace 15, casado y padre de dos niñas pequeñas.

En ella instalarán sensores que a lo largo de un año tomarán muestras del interior de la cueva, y servirán para comparar las mediciones de gases y temperaturas en simas no afectadas por terremotos con las de simas en zonas sismogénicas. Estos sensores ya han estado instalados un año en la sima de La Cornisa, una cavidad de 1.507 metros de profundidad situada en la vertiente leonesa de los Picos de Europa.

Un toledano dirige el descenso a la sima más profunda y peligrosa de España

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