CARAS NUEVAS EN SAN GIL

Se constituye el nuevo Parlamento regional. El Palacio de San Gil se viste de gala para recibir a los recién llegados, agregándose a socialistas y populares representantes de Podemos, que se encontraban un poco acomplejados por la novedad pero que en seguida tomarán importancia de su presencia en tal alta institución castellano-manchega. Después del juro o prometo de los señores diputados, esta vez ante un ejemplar de la Constitución española y con la ausencia del crucifijo para evitar polémica, todos exigen consenso y diálogo que consideran imprescindible para su esfuerzo y trabajo en pro de los ciudadanos; con la incidencia, ya adelantada por los que gobernarán, de que se volverá a cobrar esa nómina laboral que les escamoteó María Dolores de Cospedal, dado que es lógico y razonable que todo currante tenga una compensación económica obligada por las tareas que ejerce. Lo de todo gratis no viene a cuento por mucho que se alegren algunos sectores que no pasan una a la ejecutoria política.

A partir de ahora será presidente de la Mesa de las Cortes el socialista Jesús Fernández Vaquero, experto parlamentario regional que tiene bien aprendida la lección para salir airoso del quehacer encomendado. Su antecesor, el popular Vicente Tirado pasa a ser vicepresidente segundo, con lo cual se cambian sillones por el dictado de las urnas y los pactos posteriores. Y María Dolores de Cospedal estará al frente del Grupo Parlamentario Popular, a lo que también se suma su puesto al de secretaria nacional de las siglas que continúa manteniendo a pesar de los rumores en cuanto a posibles cambios auspiciados por Mariano Rajoy.

Con la mejor sonrisa, el que será mandamás de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, saludaba a propios y opositores asegurando que el Parlamento de San Gil va a empezar a defender de forma preferente «los intereses de la gente que más lo necesita», y solicitando la normalidad institucional que todos desean. Y como no, el portavoz del PP, Francisco Cañizares, volvía a insistir en que su partido había ganado las elecciones por ser la lista más votada, «aunque no gobernará por un pacto entre perdedores». En momentos solemnes siempre sale a relucir la voz que cansa por reiterativa e incapaz de asumir los hechos consumados. ¡Vaya lata!