ALFILERITOS

El crucifijo de quita y pon

JOSÉ PONOS

Por fin, al menos en el Ayuntamiento de Toledo, se terminaron las reuniones, pactos y entendimientos entre el PSOE y Ganemos y como estaba previsto, por mucho que lo despisten, la cabeza de lista socialista, Milagros Tolón, es elegida alcaldesa de Toledo. La primera mujer en ocupar tan prestigioso e histórico lugar a lo largo de los siglos. Para sentirse orgullosa y emocionada, tal y como se encontraba la nueva regidora en el solemne acto de su proclamación municipal.

Recibió la medalla y el bastón de primer edil de manos de su antecesor, Emiliano García-Page, y el abrazo entre ambos estuvo acompañado por el aplauso de los asistentes, entre los que se encontraban ocupando primera fila José Bono, Gregorio Marañón y los exalcades Joaquín Sánchez Garrido, Juan Ignacio de Mesa y Agustín Conde, que no quisieron perderse la ocasión protocolaria.

Como presidente de la mesa el concejal de mayor edad, Arturo García-Tizón, que fue cumplimentando la ordenanza auxiliado por el secretario de la corporación municipal. Se votó, se sumaron los votos según candidaturas, y por mayoría absoluta se alzó con el puesto la toledana de raíces, a la que la espera un gobierno complejo para salir airosa de la misión encomendada, aunque podrá conseguirlo con suerte y entrega vocacional.

Lo curioso de la constitución del ayuntamiento llegó en el momento de jurar o prometer el cargo por los escaños. Sobre el atril, un ejemplar de la Constitución Española y un crucifijo plateado, y por orden alfabético los nuevos concejales fueron cumpliendo con el compromiso. Cuando juraba un edil del PP el crucifijo se mantenía en su sitio, pero cuando prometían los demás concejales había que retirar el crucifijo y dejarlo en el suelo, para levantarlo más tarde si el juramento lo llevaba a cabo otro miembro del PP. Y así una vez tras otra cumplió con el improvisado requisito el secretario de la corporación, que posiblemente en estos momentos se encuentre descansando de la lumbalgia aguda que pudo sufrir por el exceso de quita y pon.

Esperemos que para una próxima ocasión se sitúen dos atriles, con o sin crucifijo, para que el emblema religioso no tenga que bajar y subir desde la alturas al suelo entarimado.

El crucifijo de quita y pon

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