ALFILERITOS
El Cerro del Bu
Uno recuerda que en su juventud, hace ya una tira de años, solía subir con dos o tres compañeros de instituto hasta las cresperías del Cerro del Bú para poder disfrutar de una visión diferente de la monumentalidad de Toledo. Costaba su esfuerzo ascender desde la carretera del Valle hasta el soberbio enclave, que a veces se pagaba con caídas desafortunadas entre cantos rodados que te lastimaban rodillas y codos, pero la aventura juvenil se repetía con bastante asiduidad.
Por allí correteaba una abundante población de conejos entre los tomillares y las perdices volaban asustadas por nuestra presencia; hasta descubrimos, entre dos pedruscos ocultos, el nido de una pareja de cernícalos en el que solíamos dejar galletas troceadas para ayudarles en la supervivencia. Por todo ello, se agradece ahora la idea de llevar a cabo una especie de mirador turístico para que nuestros visitantes, con los adecuados tramos de acceso, puedan gozar de este paisaje singular y soberbio.
Sin duda alguna la atracción turística tendrá su éxito una vez preparada para lo que se pretende, aunque tampoco comprendo a qué vienen esas catas arqueológicas que allí se están llevando a cabo deteriorando el entorno natural de este mágico asentamiento, que como máximo llevará al descubrimiento de unos pequeños restos de muralla de la époxa islámica sobre un pasado asedio a Toledo. Algo parecido me imagino, a los restos del reino visigodo del yacimiento arqueológico del entorno a la barriada de Santa Teresa, que ahora se encuentra prácticamente abandonado.
Lo que de verdad importa e interesa es culminar ese mirador turístico con vistas sobresalientes a la ciudad histórica, y dejar de lado proyectos arqueológicos que rompen la belleza del Cerro del Bú en el silencio de una atardecer cuando el Alcázar y la Catedral se van difuminando en el horizonte. Aseguran los expertos que también podrían existir restos de la Edad de Bronce, pero que deben de encontrarse tan enterrados que posiblemente habría que romper el altonazo idealizado para transformarlo en pasarelas sobre peñascos agrupados, y no es eso.
Como interés turístico el Cerro del Bú es la mejor plataforma para atraer la curiosidad de propios y extraños, y en cuanto a los restos de la cresta de la loma mejor que continúen en el silencio de los siglos sin alterar su imagen con excavaciones arqueológicas que prometen lo mismo.