OPINION
La sede de la Academia
Una mala noticia para Toledo ensombrece la celebración del V Centenario del nacimiento de Teresa de Jesús: la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo debe abandonar a final de año su sede actual, el conocido (y especialmente protegido) Salón de Mesa, donde estaba en régimen de alquiler de renta antigua. Los propietarios, ejerciendo su derecho, han decidido no continuar alquilando este edificio, vinculado a Teresa de Jesús, pues aquí estuvo varias veces, ya que era amiga de Luisa de la Cerda. Este lugar es una cita obligada en la ruta teresiana por Toledo.
Yo creo que se imponen ahora dos reflexiones: 1) Habrá que ver qué uso y de qué manera se sigue protegiendo este edificio tan relevante, tanto por su significado histórico –vinculado a Esteban Illán, Rodrigo Manrique y Teresa de Jesús– como por su valor artístico, sobre todo por su salón del siglo XIV de estilo mudéjar. 2) Conviene valorar el trabajo que ha realizado la Academia a lo largo de sus casi cien años de vida (que se cumplen en 2016). Está formada por académicos relevantes del mundo de las artes y de la historia, que trabajan y se reúnen (los numerarios dos veces al mes) para trabajar sobre temas importantes que afectan a Toledo y a su provincia. Y lo hacen de forma altruista, sin cobrar, poniendo al servicio de Toledo y de los toledanos sus saberes y su tiempo, organizando conferencias, presentaciones, publicaciones, vigilando y valorando intervenciones sobre el patrimonio, etc. Se trata de una labor que está por encima de las ideologías, mirando siempre el bien de nuestra ciudad y de sus habitantes.
Yo creo que las instituciones deberían esforzarse y trabajar juntas para alcanzar una solución, que consistiría en asignar el uso de algún edificio (en el casco histórico hay algunos que ahora están vacíos) para que la Academia pueda seguir realizando su función. Hay que pensar que su economía está seriamente mermada y no permite el desembolso de dinero. Y que el edificio debe reunir las condiciones adecuadas de habitabilidad para los académicos (algunos de ellos ya mayores) y para albergar la biblioteca, el archivo y las obras de arte que la Academia atesora (como esculturas, numerosos lienzos y piezas).
Dentro de poco, cuando se celebre la efeméride de su centenario, se hablará mucho de la impresionante labor que en estos años ha hecho la Academia (que recibe consultas de investigadores de cualquier parte del mundo y que tiene una página web que recibe numerosísimas visitas).
Ojalá se alcance pronto una solución y el centenario sea el inicio de la andadura de la Academia en una nueva sede. Lo que empezó siendo una tertulia se ha consolidado con el tiempo como una de las instituciones con más solera en nuestra ciudad. La historia y el arte de Toledo no se pueden escribir sin aludir a tantos y tantos académicos que se han dejado el tiempo y la piel en su pasión por nuestra ciudad.