DESDE EL ALCANÁ

LO DE VILLANUEVA DE LOS INFANTES TIENE UN TRAGO

JOSÉ y rosell villasevil

Magnífico artículo el publicado el pasado domingo en este diario ABC de Toledo, siempre abierto a la cultura castellano-manchega, firmado conjuntamente por don Alfredo Barbero don Jesús Sánchez, insignes estudiosos y amantes de todo lo cervantino. Ante el tinglado que montó el profesor Parra Luna, en torno a una obra de ficción pícara e intencionadamente disparatada, no obstante llena de honda filosofía y, a través de prototipos humanos entrañables, saturados de humor, capaces de hacernos admirar y amar a nuestra especie, a veces tan ridícula, solo puede uno hacerse las siguientes preguntas: ¿es un ser humano, bien instruido e ilustrado, capaz de alcanzar cotas de auténtica ridiculez defendiendo la teoría de un sueño? ¿hay por medio otro tipo de intereses que ignoramos? ¿es la magia del vinillo manchego y sus enjundiosos tasajos lo que predispone a semejantes desvaríos?

Lo triste es que, para demostrarnos a partir de la «velocidad de crucero» de Rocinante y Rucio, que Villanueva de los Infantes es el «lugar de la Mancha» ifrautilizado y cervantino, se haya tenido que formar un Equipo -muy respetable, por cierto- de ilustres matemáticos, geógrafos, historiadores, filólogos, como si los famosos equinos nos hubiesen legado un misterioso y complicado «tacómetro» difícil de interpretar, o su autor inalcanzable adivinanza. Pero quizá sea más triste todavía considerar que el arriesgado experimento costó algunos millones de las antiguas pesetas, al siempre pagano, y no siempre con buen criterio, erario público. ¡Qué serie de barbaridades, Dios mío, hay que escuchar en torno a la genial epopeya humorística tan llena de enseñanzas y de agudezas!

Me imagino a Miguel de Cervantes en el Parnaso, mondándose de la risa. Aquí será el morisco aljamiado quien pregunte: «¿De qué os reís, señor?», «ríome de...». Me quedocon las frases acer tadas de un hombre eminente con gran sentido común. Me refiero al Profesor Morón Arroyo, como ejemplo de sensatez: «En la ficción del Siglo de Oro no hay en general verosimilitud de espacio y tempo». Efectivamente, ahí está la clave: en el Quijote no hay tiempo ni espacio, es el más sublime y disparatado libro de caballerías. El último y definitivo, eterno pues.

También me acojo a las palabras juiciosas de mi admirado ilustre cervantista Jean Canavaggio: «El lugar de la Mancha...es una construcción verbal, una ficción elaborada a partir de los datos dispersos de múltiples experiencias». Algo así como el lugar de Gaula en el «Amadís», ¿no le parece, profesor?.

Pues, con su pan y su queso se lo coman, pero no con el «ovejuno» que aludiera Cervantes socarronamente, sino con el excelente e inestimable que nos da fama en el mundo, bien regado todo ello con un gran vino de Ciudad Real, de ese que obligara al buen Sancho a soltar un grueso «taco» de gusto y admiración. Por desgracia, están sucediendo en torno a Cervantes y el «Quijote» sucesos de mayor gravedad en nuestro amado terruño. Y lo que queda por ver en este Centenario que se nos viene encima. «Cosas veredes, Sancho...».

Mi más sincera felicitación para Alfredo Barbero y Jesús Sánchez.

LO DE VILLANUEVA DE LOS INFANTES TIENE UN TRAGO

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación