DESDE EL ALCANÁ
LA VIDA DE CERVANTES EN OTRO PRÓLOGO
Alrededor de un mes antes de aparecer al público la Segunda parte del Quijote, hace su presentación un curioso libro de la misma pluma, «Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados»que, si bien no tuvo éxito editorial alguno, es de gran interés para el conocimiento de la Historia del Teatro español y, de manera muy singular (hablamos del Prólogo), como el de las «Novelas ejemplares», de suma importancia autobiográfica. Todo esto lo viviremos pronto, en 2015, con motivo el IV Centenario.
Se da el caso de que esta obra de Cervantes no se volvió a imprimir hasta 1749, en una desdichada versión de Blas Antonio Nasarre (!¡). Sí, el que lanza a su costa una edición del falso Quijote, el de Avellaneda, aseverando que era de mucha más calidad literaria que el legítimo de Cervantes; el que manipula, desvergonzadamente, un documento en el Libro de Bautismos en la Iglesia de Santa María la Mayor, de Alcázar de San Jan.
Miguel nos desvela en su magnífico Prólogo muchas cosas, entre ellas su amor a la «farándula» desde que era muy niño, pues se le «iban los ojos detrás de ella», dice. Sobre este tema vamos a reproducir un pasaje, absolutamente revelador de quién era y cuándo había nacido, frente a otros homónimos falsificados que tratan de colarnos.
«Tratose también de quién fue el primero que en España las sacó (las comedias) de mantillas, y las puso en toldo y vistió de gala y apariencia; yo -continúa el ‘Fanoso todo’- , como soy el más viejo que allí estaba (tenía 64 años entonces), dije que me acordaba de haber visto representar al gran Lope de Rueda(…) Fue admirable en la poesía pastoril, y en este modo, ni entonces ni después acá, ninguno le ha llevado ventaja; y aunque por ser muchacho yo entonces, no podía hacer juicio firme de la bondad de sus versos, por algunos que me quedaron en la memoria, vistos ahora en la edad madura que tengo, hallo ser verdad lo que he dicho...».
Miguel y su familia se trasladan por aquellas fechas, en 1566, a Madrid, la Villa y Corte. Los hechos que recuerda nuestro autor debieron transcurrir sobre 1560, en una de las visitas de Rueda a su ciudad natal. Cervantes tenía alrededor de 13 años. El supuesto alcazareño tendría en esos momentos tan solo dos.