Un equipo de 36 profesionales, listo para combatir el ébola
El Hospital General Universitario de Ciudad Real, HGUCR, está ya preparado para atender un posible caso de ébola o de cualquier otra enfermedad infecciosa. Así lo pudieron comprobar ayer los medios de comunicación durante una visita a la zona de la quinta planta que se ha habilitado para tratar a esos supuestos pacientes y donde se realizan también las obras de lo que será la futura Unidad de Infecciosos. Se trata de dos espacios diferenciados: uno donde se atenderán los casos sospechosos y que cuenta con dos camas, y la Unidad propiamente dicha, en la que va a haber diez habitaciones individuales y que se dotará con tecnología de última generación.
Para adecuar esta planta se han seguido los protocolos de organismos sanitarios internacionales, especialmente los de los servicios americanos y también las recomendaciones de Médicos Sin Fronteras, de acuerdo a su experiencia sobre el terreno. El resultado, según explicaba la responsable de Medicina Preventiva del HGUCR, Victoria Caballero, es un circuito unidireccional cuyo objetivo fundamental es «minimizar el riesgo de contaminación». Y para minimizar ese riesgo dentro de ese circuito «higiénico» se han delimitado tres zonas: de seguridad, de seguridad media y de alto riesgo, marcadas con «líneas rojas» que el personal sanitario destinado a esta Unidad tendrá que respetar al máximo.
En la zona de seguridad, según el relato de la doctora preventivista, se encuentran las estancias para almacenes, zona del personal, zona de control de cámaras y vestuario. Es precisamente en este último lugar donde arranca la primera parte del protocolo, y una de las más importantes, la colocación del Equipo de Protección Individual, lo que se conoce ya como el EPI.
A este vestuario el personal sanitario siempre tendrá que acceder en pareja ya que la figura del observador es fundamental puesto que será quién dirija la operación, detecte posibles fallos y dé el visto bueno, a través de una lista de verificación, para el acceso a la habitación. El objetivo fundamental, según la médico residente de la Unidad de Medicina Preventiva, Carolina Varela, es que ninguna parte del cuerpo quede expuesta.
De momento, el Hospital cuenta con un stock mínimo de vestuario formado por pijama desechable, mono, gafas, mascarilla, calzas, guantes y botas. Un traje que, dijo la doctora, todo el personal adscrito a esta Unidad sabe ponerse y quitarse a la perfección porque «se ha practicado mucho». La salida del vestuario supone entrar ya en la zona de seguridad intermedia, separada solo por unos pocos metros de la de alto riesgo, la de las dos habitaciones donde se tratarían los casos sospechosos de ébola o cualquier otra enfermedad infecciosa como tuberculosis o meningitis, por ejemplo.
Una vez que se atraviesa la puerta de la habitación del paciente, el personal (el que va a intervenir y el observador) no puede permanecer más de una hora dentro del traje debido a la deshidratación; en caso de encontrarse mal debería abandonar la estancia y dar el relevo a una nueva pareja. El objetivo, destacó la doctora Caballero, es que las intervenciones sean mínimas y se produzcan solo cuando sea absolutamente necesario. Por este motivo, se han instalado cámaras de alta generación, con visión nocturna y voz que permitirán a los sanitarios controlar en todo momento al paciente sin necesidad de estar dentro de la estancia.