ANÁLISIS
«Thief»: el rey ladrón emerge con soltura de las sombras
Este título, que explota el mundo del sigilo tiene una gran ambientación, recorre las hazañas de un maestro en el arte del hurto
La saga no es nueva, aunque lo parezca dadas las mejoras que se han introducido en este título que ya puede ser considerado como uno de los imprescindibles del año. «Thief» es intrigante, oscuro y misterioso. Fiel al espíritu original, estamos ante una historia truculenta, que se va desmembrando poco a poco. Eso sí, ya advertimos que puede ser uno de esos juegos que o lo amas o lo detestas, porque para gustos, los colores.
El protagonista de esta interesante historia, que alberga un secreto en su interior, es un ladrón de guante blanco, aquellos que no dejan huella y no matan por matar. El escenario se ubica en La Ciudad, un lugar, que nada tiene que ver al pasado que recuerda este experto en el arte del hurto. Con un diseño «steampunk» -que representa el siglo XIX pero con una estética más industrializada-, Garret debe urdir una estrategia adecuada para solventar los problemas y superar a los guardias. Pero el estilo de juego de cada uno será distinto, ya que uno puede ser fantasma, oportunista o depredador. El que escribe estas líneas resulta que un oportunista, es decir, que aprovecha los sitios para deshacerse de los enemigos sin que le vean.
Desarrollado por Eidos Montreal y distribuido por Square Enix, este título en primera persona revisiona las hazañas del experto ladrón. El clásico, que comenzó a rodar en 1998, tiene nueva cara. Se han limpiado algunos aspectos, se han mejorado las habilidades y, en su conjunto, el escenario ha cambiado radicalmente. Esta saga que explotó el mundo del sigilo vuelve a la carga manteniendo sus puntos fuertes y cuidando más los detalles como la ambientación, aunque sin ser totalmente «nueva generación», ya que peca de un mayor realismo en algunos aspectos gráficos. Sufre también de una falta de inteligencia de los enemigos, ya que sus movimientos resultan en ocasiones predecibles.
La base del juego consiste en abrir puertas con ganzúas -conforme se avanza en la historia se van complicando-, resolver los puzles de las cajas fuertes, romper ventanas, hacer buen uso de las zonas oscuras para esconderse (para no ser descubierto o abalanzarse sobre los guardias que copan todas las esquinas) y, por supuesto, hacerse con el botín. Y aquí es donde el ladrón se vuelve adictivo y compulsivo. Roba todo lo que se encuentre de por medio (candelabros, monedas, cubiertos). Y el nivel de dificultad está bastante conseguido, aunque a veces resulta un tanto lineal la aparición de iconos que te orientan en el camino a seguir. Una mayor libertad de movimiento sin pistas y ya sería más complicado, al igual que una mayor profundización en algunos personaje que resultan un tanto planos.
Cada guardia que te encuentras es un rompecabezas. Y ahí habrá que detenerse un poco a pensar en cómo puedo superarle. Y sí, habrá que pensar un poco si convirtiéndose en un fantasma o, porqué no, dejarlo inconsciente. O incluso apelar a la santa paciencia para esperar el momento adecuado para avanzar.
Fuera del sigilo, el protagonista se siente limitado. En el combate cuerpo a cuerpo, Garret parece más bien que practica un baile con movimientos esquivos. En cierto sentido, en el uno contra uno resulta fácil, pero en caso de que en la escena haya dos o más guardias, ahí se complica y tienes todas las de perder. Un golpe de ballesta o dos espadazos… y muerto. Así la acción pesada es prácticamente inexistente.
La gema de luz que se muestra en la esquina inferior izquierda de la pantalla indica si estás oculto o no en las sombras y zonas oscuras. Te ayudará a evitar que te encuentren. Cuando la gema de luz está oscura es más difícil que te detecten. Puedes estar al lado de un guardia sin que te note. Y, por supuesto, robarle. Con el botón del mando R1 puedes golpear a los soldados y noquearlos, aunque esta opción te puede jugar una mala pasada y descubrirte un compañero que no se apiadará de ti.
Los pájaros y los perros son muy sensibles al ruido, así que hay que evitar que te descubran. Siempre hay una opción para superar los obstáculos sin hacer ruido. Es recomendable, por ejemplo, apagar las velas y luces nada más llegar a una ubicación. Se tiene acceso a un arsenal de aparatos y artilugios que permiten el acceso a nuevas áreas, algunas de esas herramientas muy valiosas para distraer a los enemigos. En el caso del controlador DualShock 4, el panel táctil sirve para gestionarlas. Una de las más interesantes es la flecha de agua, con la que se puede apagar las antorchas. Hay que llevar también cuidado con superficies como el agua y cruzarlas lentamente porque hacen que sea más fácil.
En algunas escenas se pasa a tercera persona para escalar ventanales, una situación que recuerda a los Batman Arkham o incluso a Assassin’s Creed. Aunque habrá jugadores que renieguen, está la opción de utilizar la habilidad de «Concentración», que permite revelar los objetos valiosos y los secretos a tu alrededor, así como para colarte rápidamente en las cajas fuertes y en los pasadizos ocultos. Así que, entre robar máscaras, hacerse con el anillo del alguacil o inspeccionar la guarida de Erin, te mantendrá ocupado durante un tiempo. En definitiva, pese a la narración algo plana, es un juego imprescindible para aquellos que quieran explotar la modalidad del sigilo.