'Influencers' sin conciencia: desde consejos sobre esteroides hasta venta de flatulencias
Expertos lamentan la pasividad de las redes con estos creadores, que llegan a ser favorecidos por los algoritmos
Sin ningún tipo de remordimiento, buscan llamar la atención sacando grandes cantidades de dinero con ello
Cuidado: se están haciendo pasar por la Guardia Civil en correos para robarte
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En 2016, Alfredo decidió convertirse en un héroe de internet. Así, literal. Se abrió una cuenta en YouTube, llamada Héroe Fitness, y, poco a poco, fue poblándola de vídeos en los que compartía su estilo de vida, a caballo entre el veganismo y el deporte. Le fue bien casi desde el inicio, pero la fiebre le duró poco. Aproximadamente un año después de arrancar su andadura digital abrazó el rol de 'Villano' y comenzó a dedicar todo su contenido, o casi, al consumo de esteroides.
Ahora, desde otra cuenta en el sitio de Google, así como desde TikTok o Instagram, se dedica a aconsejar a cientos de miles de usuarios sobre cómo consumir anabolizantes «de la forma más segura posible». La divulgación en redes le ha ayudado a hacer negocio. Hasta tiene su propia academia online, que promueve activa y abiertamente a través de YouTube. A cambio de un pago, Alfredo te dice cómo doparte para alcanzar tu físico deseado. Todo sin contar, como él mismo reconoce, con ningún aval académico más allá de la propia experiencia.
«Un peligro público»
«Lo de Villano no es un caso aislado. Te sorprendería la cantidad de vídeos en redes sociales en los que se puede ver hasta cómo se inyectan esteroides en el brazo», se lamenta en conversación con ABC Roberto Amorosi, creador de contenido y entrenador personal, que lleva tiempo alzando la voz sobre la proliferación del dopaje en internet. «Ahora mismo hay muchos chavales que lo están siguiendo, y los algoritmos los potencian porque llaman mucho la atención. Es un peligro absoluto para la salud pública», remata.
Efectivamente, el caso de Alfredo no es anecdótico. Igualmente, es cierto que las redes sociales premian los contenidos más llamativos por encima de las creaciones de calidad. El objetivo principal de los gigantes de internet, en muchos casos, no es que el usuario saque algo positivo de su experiencia de navegación. Lo que quieren es mantenerlo con los ojos pegados a la pantalla todo el tiempo posible. Los 'influencers' lo saben bien, y por eso intentan explotarlo a su favor. En algunos casos, incluso, superando determinadas líneas rojas. Creando contenido perjudicial para la salud o hasta pudiendo infringir la ley.
Hace apenas una semana, la Guardia Civil de Roquetas de Mar detuvo a la famosa 'tiktoker' La Maeb por, presuntamente, haber agredido sexualmente a una joven en un vídeo compartido en TikTok. La creadora, que cuenta con varias cuentas distintas para recuperar contenido cada vez que la red social china la penaliza, es especialmente conocida gracias a los directos en los que aparece soltando flatulencias o teniendo todo tipo de comportamientos escatológicos, que es algo que se estila, y mucho, entre los 'influencers' de internet.
Descontrol
«En redes sociales nos estamos encontrando cada vez con más cosas que no son aceptables. Pero ni en sentido ético ni, en muchos casos, legal», explica a este periódico Ferran Lalueza, experto en redes sociales y profesor de Comunicación en la Universidad Oberta de Cataluña. El docente señala que, en muchos casos, a los 'influencers' las transgresiones «les salen gratis, porque las redes no son nada proactivas a la hora de perseguirlos«: »No les interesa, capta la atención«. Algo en lo que el creador ucraniano de 31 años Nicholas Perry, más conocido como Nikocado Avocado, es un experto.
Como Alfredo, inició su andadura en YouTube siendo vegano. Sin embargo, hace seis años, decidió abandonar este estilo de vida y dedicarse a crear contenido que roza lo demencial. En sus vídeos se le ve engullendo cantidades industriales de comida, compartiendo todo tipo de miserias y hasta golpeando o insultando a su pareja.
A día de hoy, con una audiencia millonaria tanto en el sitio de Google como en TikTok, pesa unos 100 kilos más que en 2016. También ha desarrollado una necesidad de atención constante. «Es increíble que alguien pueda llegar a estos límites», señala Lalueza. «Lo más preocupante no es que se haga daño a sí mismo, sino el efecto espejo que puede provocar en sus seguidores. Hacer algo así no habla muy bien de la salud mental del creador. Puede provocar un problema de salud pública».
Tanto los vídeos de Alfredo como los de Nikocado Avocado se mueven en los límites de lo permitido en YouTube. Consultada por este periódico, la plataforma de vídeos señala que «los contenidos que fomentan actividades peligrosas o ilegales con riesgo de daños físicos graves o de muerte no están permitidos». Entre ellos se incluyen los relacionados con los trastornos alimenticios y el consumo de drogas, que, al final, es lo que son los esteroides. Sin embargo, hasta el momento, Google no ha tomado cartas en el asunto.
«Es labor de las plataformas controlar lo que se publica y que sus algoritmos evolucionen para no premiar las visualizaciones y las interacciones, como ocurre ahora, sino el valor del propio contenido», destaca Patricia González, directora de marketing en la agencia de representación de 'influencers' 2btube. «Crear contenido problemático es algo que en la industria siempre desaprobamos», apunta, por su parte, Marisa Oliver, directora de la agencia Hamelin. Oliver destaca, además, que tener este tipo de comportamientos «no asegura 'likes' ni seguidores», solo garantiza que la audiencia «estará alineada» con el creador de turno.
Quitando los casos aquellos usuarios que pueden representar una amenaza para la salud, la escatología se ha terminado convirtiendo en toda una línea de negocio para los 'influencers'. Amouranth, una de las caras más conocidas de Twitch, puso a la venta el año pasado «pedos enlatados», con un precio de mil dólares la unidad. Se vendieron en segundos.
I STARTED A NEW BUSINESS! HAVE YOU EVER WANTED TO SMELL YOUR FAVORITE STREAMER OR OWN THEIR HOT TUB WATER (In physical form, not an NFT)? SAY LESS: https://t.co/usUTSwlbYI
— Amouranth (@Amouranth) February 28, 2022
SUPPLIES SUPER LIMITED pic.twitter.com/HRWbqU7ilH
La streamer cuenta con más de seis millones de seguidores en el portal de Amazon y más de tres millones de 'followers' en Twitter, cantidades que le auguran una buena base de fanáticos de cara a sacarles partido. De hecho, asegura que cada mes gana 100.000 dólares en la plataforma de directos, sumados a los 1.5 millones que genera en OnlyFans.
Enganchando al usuario
De la misma manera, pero quizás un poco menos escatológico, en 2019 la 'influencer' británica Belle Delphine decidió producir botes con agua que había usado previamente para bañarse. De nuevo, internet acabó con las existencias del 'agua de baño de chica gamer' en cuestión de minutos. Por los 30 dólares que costaba el tarro, también se conseguía acceso a un video en el que se veía cómo la joven se bañaba y explicaba que ese agua no se podía beber, tan solo era para fines «sentimentales».
Según indica a este diario el psicólogo José Antonio Molina, sea contenido escatológico o peligroso, a los usuarios les gusta porque provoca en ellos un «efecto sorpresa». «Proponen un contenido diferencial, que choca con lo que los usuarios ven normalmente en las redes, y eso les engancha», explica el psicólogo. Molina también expresa que hay una gran parte morbosa en todo esto, un atractivo que despierta en los usuarios al ver cosas o situaciones que pueden resultar desagradables o que van contra aquello establecido en la sociedad.
Por otra parte, la psicóloga Paloma Rey revela que los creadores realizan estás prácticas «obviando las consecuencias psicológicas y sociales que pueden tener en sus seguidores»: «En esa búsqueda de beneficio económico, donde no existen barreras, han encontrado un nicho de mercado en aquellos que, partiendo de esa idealización extrema y del interés (a menudo sexual), desean adquirir 'productos' provenientes de esta persona».