«En España es muy poco probable que se sufra un apagón como en Argentina»
«El mundo digital está en pleno desarrollo y mientras más digitales es el mundo, más energía eléctrica necesitamos», dicen los expertos a raíz del histórico apagón de la electricidad
El microondas con el que sueles calentar la leche cada mañana. El calentador que te proporciona el agua templada. La lámpara que ilumina tus noches. La encimera con la que cocinas. El ordenador del trabajo. La calefacción que posiblemente utilizas para calentarte en invierno. La nevera que mantiene los alimentos. Incluso el sistema informático que gestiona las compras en un comercio. Pero, por supuesto, sin televisión ni internet. La excesiva dependencia de la electricidad apenas se siente en el día a día en los países occidentales. Hasta que se pierde.
El grave e histórico apagón que ha sufrido Argentina demuestra la necesidad de contar con esta forma de energía para los quehaceres diarios. Afectó también a Uruguay y a varias zonas de Paraguay. La demanda de consumo eléctrico ha ido creciendo radicalmente en los últimos años por la proliferación de los nuevos aparatos electrónicos que forman parte del ecosistema doméstico. La explicación oficial apunta a que el fallo en la red se originó por un colapso del Sistema Argentino de Interconexión (SADI), en concreto en una conexión de transporte de electricidad en el noreste del país, cerca de la frontera, entre las centrales hidroeléctricas de Yacyretá, de gestión argentino-paraguaya, y Salto Grande, argentino-uruguaya.
Prácticamente cualquier cosa que veamos necesita una inyección eléctrica para su correcto funcionamiento, y eso sin contar con el cada vez más uso de los coches eléctricos. Una de las formas de movilidad que se considera el futuro de la automoción. El máximo consumo de electricidad en España registrado en 2018 de quedó un 10% por debajo del récord logrado en 2007, según estimaciones de Red Eléctrica de España, operador del sistema eléctrico nacional.
Durante el pasado 2018, el momento de mayor consumo (máximo de potencia instantánea) se registró el 8 de febrero a las 20.24 horas con 40.947 megavatios (MW), un 1% inferior al máximo del año 2017, y casi un 10% por debajo del récord histórico de 45.450 MW que se produjo en diciembre del 2007. Aunque la producción eléctrica se puede realizar de varias formas, la electricidad como tal es fundamental para el sostenimiento de los países . En caso de apagón, el impacto en una gran ciudad puede ser desastrosa. Puede llegar a paralizar prácticamente todo el sistema.
«El crecimiento es muy pequeño porque cada vez más se optimizan los recursos del suministro eléctrico, pero es cierto que cada vez se depende más [de la energía eléctrica], cada vez se enchufan más aparatos., todo va conectado a la red eléctrica», valora a este diario Borja Hospa , subdirector de la consultora Selectra , quien descarta tajantemente que España pueda sufrir un apagón como el de Argentina dada la construcción de su sistema eléctrico. “En España, gracias a Dios, sería más difícil vivirlo porque el sistema eléctrico español es una malla y permite si se rompe una conexión siempre habría una vía alternativa. Y en España la potencia eléctrica que hay instalada es mucho más superior a la que se demanda”, sostiene.
Pese a todo, apenas existen alternativas. En infraestructuras críticas los protocolos de seguridad están bien definidos para defenderse de una desconexión, pero las consecuencias en las empresas y ciudadanos es incalculable hasta el punto que apenas podrían seguir como si tal cosa. Vivir una situación así es retrasar una ciudad a un siglo. El problema es que, en estos momentos, no se vislumbra alternativa posible. El tsunami digital que ha empezado a transformar a las empresas y a las ciudades aún viviría, sin embargo, un desastre aún mayor ante la incapacidad de acceder a los servicios que se han venido subiendo a la «nube».
Porque, en estos momentos, no es que exista una dependencia eléctrica, es una dependencia de internet. El vehículo que empieza a mover el mundo y que necesita de esta inyección energética para su correcto funcionamiento. Incluso lo más básico y casi terrenal como la escuela también empieza a depender de objetos electrónicos. De ahí que cobre cada vez más importancia las medidas contra posibles ciberataques. «El mundo digital está en pleno desarrollo y mientras más digitales es el mundo, más energía eléctrica necesitamos», añade.