ANÁLISIS

Una semana con el iPhone 11 Pro: ¿vale la pena?

El nuevo buque insignia de Apple apuesta por la fotografía con tres cámaras y mejora notablemente su autonomía a pesar de que le faltan algunos detalles para ser perfecto, siendo además su elevado precio un gran obstáculo

Mira en el vídeo el análisis del producto VÍDEO: DAVID CONDE

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Cuando Apple lanzó el modo retrato en una cámara de un teléfono en 2016 muchos otros fabricantes le siguieron los pasos. Ahora es una función más dentro del apartado fotográfico de modelos incluso de bajo coste. La imagen ha sido uno de los grandes puntos de innovación a los que se han aferrado los fabricantes, pero la compañía estadounidense le había costado seguir el mismo ritmo. Hasta este momento, en el que ha dado un verdadero golpe encima de la mesa con la llegada del iPhone 11 Pro , su modelo más avanzado (y caro) de su catálogo.

Había muchas exigencias en torno a la firma de la manzana para que mejorara este aspecto. Otros rivales han apostado en los dos últimos años por cámaras dobles o, incluso, triples, por espectaculares modo noche y capacidades sorprendentes. Aunque le ha costado, el nuevo dispositivo del gigante estadounidense debuta con una versátil triple cámara. En comparación con sus predecesores, se ha sumado un tercer «ojo», un ultra gran angular que da, la verdad, bastante juego a pesar de que en condiciones de baja luminosidad su rendimiento cae estrepitosamente.

Pero centrémonos. En general, este nuevo modelo presenta un diseño continuista. Es un calco del modelo iPhone X de hace dos años. Se ha echado en falta, sin embargo, una mayor puesta a punto y retirar, aún más, los marcos y bordes; demasiado pronunciados en comparación con otros competidores directo. Pese a todo, mantiene su personalidad y carácter en cara frontal con el «notch» o pestaña. Un elemento que despierta intensos debates entre sus seguidores.

Sí se da un pequeño paso en la calidad de la pantalla con el estrenado pane l Super Retina XDR de 5.8 pulgadas que ofrece más brillo (800 nits) pero alcanza los 1.200 nits cuando se reproduce vídeo soportado por la tecnología HDR. Sigue siendo a la altura. Ofrece colores muy naturales, está bien calibrada y es, muy posiblemente, la mejor pantalla de un móvil. Ha pasado a mejor vida la tecnología 3D Touch, aunque ahora viene mejor implementado directamente en la superficie táctil.

Aún así, el equipo es cómodo y manejable a pesar de que haber ganado algo de peso (188 gramos frente a los 177 gramos de su antecesor) y algo de grosor. En la mano, en el día a día, la verdad es que sigue agarrando muy bien con una sola mano. Es poco resbaladizo y, en parte, se debe a los materiales empleados en su fabricación que le confieren, además, un toque elegante y vanguardista. Y limpio, porque a diferencia de otras propuestas apenas se mancha con las huellas de los dedos. En cambio, el tamaño sigue siendo el mismo: 5.8 pulgadas de pantalla. El modelo superior, el iPhone 11 Pro Max , en cambio es un mamotreto de cuidado, que se escapa de los bolsillos de los pantalones.

El secreto de este «smartphone» se encuentra, precisamente, en su parte trasera. La fotografía es su gran baza. El nuevo iPhone pretende llevar al siguiente nivel las cámaras móviles. Sin poder equipararse a las capacidades de una réflex, estamos ante un móvil competente, versátil y con mucho que ofrecer en este apartado con el que está a la altura (superando a sus rivales en muchos tipos de escenas) con sus rivales. El terminal se pone las pilas de manera brillante con tres lentes de 12 megapíxeles cada una que ofrecen perspectivas diferentes.

Se trata de un sensor gran angular, un teleobjetivo de dos aumentos y el nuevo ultra gran angular -que ya estaba presente en modelos de las principales marcas del sector- muy prometedor. Todos los sensores actúan en perfecta sincronía . En consonancia, permitiendo pasar de una lente a otra fácilmente desde la aplicación de cámara del móvil, que a su vez ha ganado nuevos efectos y herramientas de edición.

Esta tercera lente presenta una gran versatilidad y ofrece nuevas posibilidades y perspectivas, que se adapta muy bien en fotos panorámicas. Pierde calidad en condiciones de baja luminosidad. Con ello, Apple ha mejorado algunos detalles donde cojeaba y, con ello, vuelve a estar al mismo nivel de otros móviles como el Huawei P30 Proi o el Pixel 3 XL . Sus cámaras rinden muy bien, tanto en el tratamiento de los contrastes, las luces y los colores, que se plasman de manera muy natural y con gran riqueza de detalles.

Además de enfocar más rápidamente, el modo retrato ha introducido ligeras mejoras como nuevos efectos pero se aprecian importantes cambios en los resultados, los cuales se aprecia una mayor profundidad y un mejor recorte de las siluetas. Un detalle a tener en cuenta es la organización de las lentes en la parte trasera. Es una decisión deliberada por motivos técnicos: al situarse en forma de triángulo se recoge prácticamente la misma visión y, con ello, la transición entre una lente y otra es mucho más natural. Eso sí, puede representar uno de los aspectos más cuestionados a nivel estético porque muchos consumidores preferirán la simetría de otros móviles.

Además de combinar muy bien en la fotografía, las cámaras del iPhone 11 Pro pueden calificarse, muy posiblemente, de la mejor en grabación de vídeo . Ofrece muchas posibilidades, permite capturar en calidad 4K y a 60 cuadros por segundo y su sistema de estabilización consigue resultados muy profesionales . Eso sí, cuando se pasa de una lente a otra, que se gestiona a través de un acertado sistema en forma de dial, se produce un pequeño «saltito» por la necesidad del software de tener que ajustar algunos parámetros.

Por fin se ha introducido un modo que se ha hecho que esperar y que, de paso, mejora una de las prestaciones en donde también la compañía patinaba, su modo noche. Ahora, se ha puesto a la altura de los móviles Pixel. Aunque tiene margen de mejora, sus resultados son fantásticos. Aparece de manera automática en el momento en el que las condiciones de iluminación le son favorables. Ahí, en la oscuridad, en la noche, es el propio software el que decide el tiempo de exposición necesarios (hasta un máximo de 13 segundos) para lograr la fotografía correcta.

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