Desmontan un Samsung Galaxy S6 Edge y descubren su complejidad a la hora de repararlo

El nuevo «smartphone» de la compañía está dotado de detalles técnicos exclusivos por los que el usuario deberá pagar un alto precio en el caso de ciertas averías

ABC TECNOLOGÍA

De diseño espectacular y pantalla doblemente curvada. Estas dos de las características propias que definen por sí solas al Samsung Galaxy S6 Edge . El último teléfono de la compañía coreana ha plantada cara a Apple en cuanto a estética pero no hay que olvidar que el Edge también está dotado de detalles técnicos exclusivos, como la posibilidad de activar la cámara desde cualquier aplicación en apenas 0,7 segundos con solo pulsar dos veces el botón Home, el sistema de carga ultrarrápida de diez minutos para cuatro horas de uso continuado o la posibilidad de rechazar llamadas con solo tocar el sensor cardíaco de la parte trasera.

Tal es su tecnología que los chicos de « iFixit », especializados en desmontar «gadgets», han decidido analizar cómo es el último «smartphone» Samsung y, para ello, han desmontado uno pieza por pieza. Te adelantamos ya que, si tienes uno y se te rompe, será una misión casi imposible repararlo.

Como ya sabíamos, este terminal es cerrado, no se puede extraer la batería y la memoria no se puede ampliar a través de tarjeta microSD. Los chicos de «iFixit», a la hora de abrir el Galaxy S6 Edge lo han tenido difícil pero no imposible. Tras este primer paso, los expertos han dado con uno de los mayores inconvenientes del teléfono: la situación de la batería. No se puede acceder a ella con solo abrir la tapa trasera, sino que se necesita desmontar casi completamente el teléfono.

Los chicos de «iFixit» necesitaron coger un destornillador para poder quitar la placa base y, después, acceder a la batería.

Una vez desmontada la placa base, en la que va conectada la cámara principal, se ven fácilmente varios de los componentes del «smartphone» como el procesador de fabricación propia, EXYNOS 7420, de 8 núcleos, y componentes del «hardware».

Mención especial merecen la cámara frontal (de 16 megapíxeles) y la trasera (5 megapíxeles). Ambas tienen funciones avanzadas y se pueden activar desde cualquier pantalla o aplicación en apenas 0,7 segundos con solo pulsar dos veces el botón Home.

Ahora es cuando la batería, de 2.550 mAh, es totalmente accesible. El terminal tiene un sistema de carga ultrarrápida de diez minutos para cuatro horas de uso continuado.

Por último, los chicos de «iFixit» llegan a la parte frontal del teléfono. Separan la cubierta de cristal frontal curvada para poder acceder a la pantalla superAmoled doblemente curvada en los bordes. La pantalla tiene hasta un 77% más de píxeles que cualquier modelo anterior.

Así, se llega al botón Home, donde se encuentra el sensor huellas dactilares.

«iFixit» otorga al nuevo «smartphone» de Samsung un 3 sobre 10 en cuanto a la complejidad del dispositivo a la hora de ser reparado. En primer lugar, por la situación de la batería, a la que solo se puede acceder si el teléfono se desmonta casi por completo y, en segundo lugar, por la complejidad de desmontar el cristal de la pantalla frontal.

Según la compañía, el cristal curvado está hecho mediante un proceso denominado «3D thermoforming», lo que incrementa el coste. Según cálculos de «iFixit», Samsung paga unos 26 dólares por la fabricación de cada pantalla.

La ventaja es que los componentes son, en su mayoría, modulares y, a diferencia del Galaxy S5, ya no es necesario quitar la pantalla para reemplazar la placa base.

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