Cómo un simple se convirtió en el primero de internet hace 50 años

La red Arpanet fue la primera piedra de la revolución digital, algo que pudo desarrollarse bajo la teoría del profesor Leonard Kleinrock, conectar dos equipos informáticos a distancia

Leonard Kleinrock abc

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Fue un simple « Login » -«iniciar sesión», en inglés, pero está a la altura de esa otra frase que se ha resguarecido en la memoria colectiva, «Es un pequeño paso para el hombre». La diferencia es que, en ese momento, se desconocía el verdadero impacto que iba a tener, décadas después, el primer mensaje enviado por una prehistórica Internet un 29 de octubre de 1969 , el año del cambio a todos los niveles. Sin fuegos de artificio, sin menciones en medios de tirada nacional. Sin ensoñaciones. Tampoco sin fanfarrias. Tres meses después de la famosa pisada de Neil Armstrong se produjo otro gran salto para la Humanidad.

Leonard Kleinrock (Nueva York, 1934), su artífice. Un ingeniero estadounidense y la persona que cambió el curso de la Humanidad desde un simple papel en donde se recogía la teoría. Desde su despacho de la universidad de California (UCLA), el profesor ideó un sistema de transmisión de información que dio origen a la red Arpanet. Se trataba de un proyecto de corte militar que, a finales de la década de los soñados años sesenta, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de los EE.UU. quiso financiar el desarrollo de una nueva red de comunicación.

arpanet

La idea era brillante. Se pretendía, en realidad, crear un sistema para cifrar información. Entonces, Estados Unidos y la antigua Unión Soviética estaban enfrentados en la Guerra Fría. Cualquier iniciativa para evitar espionaje era bien recibida. Durante una intensa década, Arpa experimentó en misiles avanzados y viajes espaciales, pero despué y dirigido por el Ejército, su enfoque se centró en experiencias más cercanas.

El profesor intercambió un mensaje con su compañero Charley Kline . La teoría se puso en práctica. Acababa de nacer un nuevo medio de manera sibilina. Quién sabe si hubieran sido poetas hubieran transmitido algo más reflexivo, pero cinco décadas después, y expectantes ante un futuro totalmente conectado, todavía nos encontramos ante la Edad de Piedra de internet. Sin su la teoría de colas y conmutación de paquetes de datos, Internet no hubiera sido posible. Su propuesta de fragmentar los mensajes y usar todos los canales disponibles para enviar los paquetes de datos desembocó en una fórmula muy eficiente para ordenar el tráfico de información en Internet.

ARPANET

Fue entonces cuando funcionó por primera vez el llamado «primer tramo» de lo que se considera el embrión de Internet: dos ordenadores situados a varios kilómetros de distancia. Todavía restarían varios años hasta la creación del protocolo World Wide Web diseñado por Tim Berners-Lee , pero lo cierto es que esa teoría escrita en un trozo de papel escolar sirvió para imaginar un planeta más pequeño. Al alcance de un ordenador. Ambos equipos se encontraban en la Universidad de California y en el Stanford Research Institute (SRI). A 500 kilómetros de distancia.

Conectados por una red de 50 Kilobytes por segundo, que entonces era considerada la alta velocidad, se pensó enviar la palabra «login». No salió a la primera. En un primer intento, en el SRI sólo se recibieron las letras «l» y «o». El sistema falló, aunque poco después, arrancó la primera línea de comunicación de Arpanet. Sin el apoyo del gobierno estadounidense es posible que aquella red no hubiera existido. Sus costes eran demasiado elevados para ser sufragados por entidades privadas. En la primera fase cada nodo, capaz de transferir 16 KB, requería unos de 49.000 dólares.

En una entrevista para ABC hace cinco años , Kleinrock reconocía que en ese momento desconocía la dimensión que tomaría aquel hito: «Cuando era estudiante estaba rodeado de ordenadores. Y, en algún momento, percibí que en el futuro tendrían que comunicarse entre ellos. Fue un desafío de ingeniería fantástico. Eso sí, nunca pensé que en esa red pudieran estar mi madre y mis nietos al mismo tiempo. La idea de las redes sociales nunca se me ocurrió». Ahora, cinco décadas después, se vislumbra un futuro «todo conectado» en donde todo aparato electrónico mundano «hable» entre con otros de su entorno enviando innumerables cantidades de información en tiempo real. Lo que el futuro ha escrito todavía no lo hemos visto.

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