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El renacer de la capa

La capa española fue un símbolo de poder y elegancia, ahora la moda «vintage» la vuelve a poner en el punto de mira

Tres modelos de capa de la tienda especializada más antigua del mundo Seseña
Raquel F-Novoa

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«Una capa convierte a un señor en un caballero», con esta frase Carme Fábrega resume la clave del éxito de la capa, una prenda cuyo corte más clásico sobrevive al paso de los siglos. Ella conoce a la perfección los entresijos de su uso, lleva diez años deslizando sus enormes tijeras de sastre por la telas más nobles en los almacenes de Seseña, la tienda de capas más antigua del mundo.

Puede reducir todas las claves a una sola «el abrigo se lleva, la capa se pasea», defiende que es inevitable la carga de estatus que da la capa, ya que solamente tanto la posición erguida que obliga a tomar a quien la lleva y la forma que adopta el hombre cuando la viste transmite un mensaje.

En su escaparate se exhiben varios modelos al año, aunque la capa es una prenda que no entiende de tendencias , sus cortes, materiales y elementos sí se adaptan a los tiempos . De los percheros de la antigua sastrería cuelgan capas de distintas medidas: las más largas están pensadas para la noche y los eventos más solemnes. Las cortas , sin embargo, aportan una nota de elegancia al look más «casual».

Este año el terciopelo cubre todas sus formas en colores rojo, verde y azul noche . Destaca entre los modelos de esta temporada un ejemplar tejido en lana con espiga azul que imita al abrigo, pero sin mangas. El establecimiento, construido en mármol blanco y madera, parece una ventana a otro tiempo: conserva la esencia de las prendas de antaño en el mismo escenario en el que se despachaban en el Madrid de principios de siglo. Su fachada tiene elementos tan característicos que es una de las más fotografiadas de la capital.

Sus prendas desprenden la misma sensación: la tradición reposa en en el fondo pero son contemporáneas en la forma. De los percheros cuelgan capas hechas con jacquard lurex dorado y negro, como las faldas de fiesta que se encuentran en cualquier otro escaparate. Otras imitan el estilo de las cazadoras «bomber» de aviador. Fábregas no descarta cortar capas en tono «ultra violet» para la próxima temporada, ya que «aunque huyas de las modas, están ahí, lo que no hacemos es introducir elementos con los que nuestros clientes puedan sentirse ridículos el año que viene, porque una capa dura de media 15 años ».

La capa siempre fue un símbolo de elegancia y poder Seseña

La capa, prenda de abrigo medieval por antonomasia, se prohibió en Madrid durante el Motín de Esquilache (1766) dada la facilidad que aportaban sus pliegues para esconder tanto el rostro como las armas. Del descontento de la sociedad nació el Bando de las Capas y los Sombreros , que defendía a ultranza el uso de tan señorial prenda. A pesar de los esfuerzos de los seguidores de este atuendo, la capa cayó en el desuso.

A día de hoy existe en Madrid una peculiar asociación, los «Amigos de la Capa» , que se reúnen en fechas señaladas envueltos por sus prendas para rendir homenaje a la tradición. A Carmen Fábregas la apena que los españoles «se avergüencen de que los miren por llevar una prenda preciosa», considera que existe un complejo en torno a su uso y le resulta incomprensible. Sin embargo, en los últimos años el uso de la capa está viviendo un repunte. Lo «retro» está de moda, por lo tanto el uso de la capa es una práctica que une al sector más tradicionalista de la sociedad con el moderno más «snob» del barrio de Malasaña.

Las nuevas capas masculinas, de estilo contemporáneo Seseña

«Parece mentira, lo clásico es moderno. Muchos jóvenes de ahora la ven 'chic', 'supermoderna', 'superelegante' … siempre con un súper por delante», apunta Fábregas. Carmen Martín , directora del Museo del Traje , dice que hoy vuelve a estar de moda por su «poder con mayúsculas».

Recuerda que sigue siendo un elemento que marca el estatus y el buen gusto con una anécdota «los reyes utilizaron siempre mantos reales y mantillones, pero Alfonso XIII prefirió ser fiel a la capa española, como actualmente lo son Felipe VI y la Reina Doña Letizia».

La capa es, además, la madre del traje de luces , la prenda castiza por excelencia. La prenda luchó contra los siglos y las modas en el plano metafórico pero, en el literal, también pisó el campo de batalla ya que fue una indumentaria militar : la usaban los soldados en tiempos de guerra para resguardarse de la lluvia y el frío.

La capa reposó sobre hombros ilustres , en sus inicios fue una prenda masculina, Goya fue el primero en inmortalizar en uno de sus retratos a una mujer con una capa puesta . Durante el Romanticismo la usaban a diario Mariano José de Larra y Rosalía de Castro combinada con un sombrero, bastón, pajarita o corbata porque «era impensable lucirla de otro modo», explica Miguel del Am o, experto en Protocolo.

Pío Baroja, Buero Vallejo y Manuel Machado también lucían capa, Ramón del Valle Inclán no se despegaba de ella. Seseña presume de haber vestido con sus creaciones a Cathrine Deneuve, Pierce Brosnan, Marcelo Mastroianni, Gary Cooper o Fellini .

«Cuando Hillary Clinton visitó Madrid como primera dama de Estados Unidos vino a vernos y paseó su capa Seseña por todo Madrid, todavía la llevaba puesta cuando se subió al avión», defiende. Michael Jackson fue otra estrella que buscó el lustre en las capas de la casa que, según Fábregas «son un símbolo» . Es, además, un tácito icono intelectual de todas las épocas: el mismísimo Pablo Picasso fue enterrado con una capa Seseña .

El renacer de la capa

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