Los tres viajes de Benedicto XVI a España
España fue el país más visitado por el Pontífice después de Alemania

España fue el país más visitado por Benedicto XVI después de Alemania. Como Papa pisó nuestra tierra en tres ocasiones. La primera tuvo lugar apenas un año y medio después de que fuera elegido Pontífice, con motivo del Encuentro Mundial de la Familia, en Valencia ... en julio de 2006. Sin embargo, sus responsabilidades como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe lo habían traído hasta nuestro país en seis ocasiones.
El apóstol Santiago y la consagración del templo más moderno de Europa, la Sagrada Familia (Barcelona), fue la razón de su segundo viaje en noviembre de 2010. Su visita, que duró apenas 36 horas, fue una invitación al diálogo entre fe, razón, modernidad y laicidad. La última vez que le tuvimos entre nosotros fue en agosto de 2011 por empeño del cardenal Antonio María Rouco Varela, quien le invitó a presidir la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), la segunda que se celebraba en España, después de la de Santiago en 1989. Con este encuentro, nuestro país se convirtió, junto a Alemania, en la nación más visitada por el Papa emérito.
De aquel encuentro quedaron muchos buenos recuerdos. Hasta el genial Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, se rindió ante el éxito de la JMJ. «La mayor concentración de católicos en la historia de España», escribió en el diario 'El País'. Hasta entonces, la ciudad de Madrid nunca había sido testigo de una celebración tan entrañable como la vivida durante la vigilia en el aeródromo de Cuatro Vientos.
Dos millones de jóvenes acompañaron aquella noche de verano a Benedicto XVI pese al viento y la intensa lluvia que cayó sobre la capital y que consiguió descolgar parte de la escenografía del altar, donde se encontraba el Papa. La imagen de aquella oración en silencio entre Benedicto XVI y dos millones de jóvenes dio la vuelta al mundo y conmovió el corazón de Joseph Ratzinger. «No puedo describir los momentos tan intensos que hemos vivido. Queda en mí la impresión de una fe joven y llena de valor para el futuro, de voluntad de servir a la humanidad», afirmó el Papa semanas después de su visita a Madrid.
Durante los cuatro días que duró el encuentro, Benedicto XVI tuvo palabras y gestos para todos. Para los profesores universitarios, las religiosas, los seminaristas, los enfermos, pero también para toda la sociedad. Antes de partir, aseguró: «España es una gran nación y su fe, un gran tesoro que vale la pena cuidar, ya que en ella se ha fraguado a lo largo de los siglos el afán de superación y dinamismo de los españoles».
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