La tecnología medieval que puede paliar la sequía actual
En Sierra Nevada, los arqueólogos desentierran, con ayuda de voluntarios, las acequias de careo, un sistema tradicional que 'entretiene' el curso del agua, garantiza el riego a los agricultores y recarga los acuíferos

Desde hace más de un lustro, en Cáñar (Sierra Nevada, Granada), el día que dedican a limpiar su acequia, la de Barjas, es jornada festiva. Por la mañana, casi cien voluntarios se encargan de garantizar, pala en mano, que el agua pueda fluir por ... las canalizaciones medievales para «empapar» la montaña a principios de la primavera y poder regar los cultivos todo el verano. Luego, todos comen juntos manjares tradicionales cocinados por las mujeres de la zona. Es la forma que tiene esta pequeña comunidad andaluza de agradecer al Laboratorio de Arqueología Biocultural de la Universidad de Granada (MEMOLab), impulsor de esta iniciativa, su trabajo para recuperar los sistemas de riego tradicionales.
Cuando no vengan, dice Cayetano Álvarez, presidente de la Comunidad de Regantes Cáñar-Barjas, les tocará «pelear con la administración» para que la falta de recursos no vuelva a echar a perder su acequia. Porque donde hay agua hay vida. Y gracias a estos trabajos de recuperación, en la zona han crecido castaños, robles… Incluso han logrado atraer a tres nuevos agricultores que han decidido plantar pistachos, almendros y nogales, entre otros, en tres parcelas que estaban antes abandonadas.
Como en otros muchos pueblos del sur, cuenta Álvarez, los habitantes de la zona abandonaron el campo. Casi 28 años llevaba perdida esta vieja acequia. «En teoría son los comuneros los que tienen la obligación de mantenerla, pero tiene casi 36 kilómetros y la gente que queda es ya muy mayor», resume Álvarez. «Gracias a estas acequias lo que hacemos es 'entretener' al agua. Esta se va filtrando y rellena los acuíferos y nuestras fuentes. Esto es lo que se llama careo, o sembrar el agua. Y está muy demostrado que ayuda a combatir la sequía. Este año, por ejemplo, que ha sido uno de los peores en términos de lluvias, no nos ha faltado el agua para regar. Al principio parecía que íbamos a tener cortes en el suministro para beber, pero finalmente también nos hemos librado«.

Acequía de careo
Acequia de careo
Remanente
Sima, Mata, Calaero
Flujo subterráneo profundo
Flujo subterráneo superficial
Fuente Natural
Acequia de riego
Cultivos en la vega
Río
Balsa de riego
Cultivos en alta montana
1
2
3
4
5
6
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8
9
10
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2
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3
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6
9
Esquema de funcionamiento
Suelo con arcillas y limos
El agua subterránea que se infiltra después de las lluvias y de las nevadas, más la que se infiltra mediante las acequias de careo, circula por la zona de alteración de la roca (A) y surge por los manantiales y por el río. Esta agua es interceptada, en su camino hacia el río, por algunos sondeos de reciente construcción dedicados a la agricultura
Nivel piezométrico
Regolito
Suelo con arcillas y limos
Zona de
alteración
(0-50m)
Presencia de fragmentos
rocosos
Esquistos
Roca inalteada
(fracturada)
Acequia
de careo
Sima
Corte
ampliado
Zona de
alteración
Acequia de riego
Manantial asociado
a fracturas en la zona
inalterada
Manantial principal
A
Sondeos
Cultivos
Roca inalterada
(Esquistos)
Río
Manantial
colgado
Manantial
colgado
Manantial
Manantial
Fuente: Instituto Geológico y Minero de España / ABC/ CG. SIMÓN

Acequía de careo
Acequia de careo
Remanente
Sima, Mata, Calaero
Flujo subterráneo profundo
Flujo subterráneo superficial
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Fuente Natural
Acequia de riego
Cultivos en la vega
Río
Balsa de riego
Cultivos en alta montana
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Esquema de funcionamiento
El agua subterránea que se infiltra después de las lluvias y de las nevadas, más la que se infiltra mediante las acequias de careo, circula por la zona de alteración de la roca (A) y surge por los manantiales y por el río. Esta agua es interceptada, en su camino hacia el río, por algunos sondeos de reciente construcción dedicados a la agricultura
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Zona de alteración
Acequia
de riego
Manantial
asociado
a fracturas
en la zona
inalterada
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Roca inalterada
(Esquistos)
Manantial
principal
Acequia
de careo
Sima
Sondeos
Cultivos
A
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Río
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Manantiales
colgados
Manantiales
Corte ampliado
Suelo con
arcillas y limos
Zona de alteración (0-50m)
Regolito
Nivel piezométrico
Suelo con
arcillas y limos
Presencia de
fragmentos
rocosos
Esquistos
Roca inalteada
(fracturada)
Fuente:
Instituto Geológico y Minero de España
ABC/ CG. SIMÓN
Herencia musulmana
El Laboratorio de Arqueología Biocultural de la Universidad de Granada (MEMOLab) lleva desde 2014 trabajando para recuperar, siempre de la mano de las comunidades de regantes que atesoran un conocimiento ancestral de las costumbres de cada zona, este patrimonio hidráulico. La mayoría de estas canalizaciones son de la época medieval. Aunque los romanos impulsaron la primera gran revolución hidráulica (construyeron presas, acueductos, pozos, sistemas de alcantarillado...) , fueron los musulmanes, en los casi ocho siglos que permanecieron en la Península, los que más cambiaron sus paisajes. En esa época se introdujo el regadío, y los andalusíes trajeron un sistema de aprovechamiento del agua que permitió cultivar todo tipo de especies incluso en climas semiáridos.
El potencial de esta red es inmenso. «Tenemos cartografiadas, solo en Granada y Almería, unos 3.000 kilómetros de acequias y más de 830 sistemas históricos de regadío con los que trabajan unas 550 comunidades de regantes. Calculo que en la Península puede haber unos 24.000 kilómetros de canalizaciones históricas. La mayoría están en la zona oriental de la Península, pero también hay en la Sierra de Guadarrama, Cáceres...«, cuenta José María Martín Civantos, director del proyecto. Los expertos del MEMOLab trabajan, sobre todo, en Granada y Almería, aunque su experiencia les ha llevado también a recuperar sistemas de regadío en Albania, Marruecos y Sicilia, entre otras.
Más eficientes
Recuperar estos sistemas de regadío ya tiene que ver solo con preservar nuestro patrimonio histórico y cultural, sino que pueden servir como munición para combatir las sequías que sufrimos, cada vez más prolongadas y recurrentes. «Estos sistemas han estado en funcionamiento al menos durante mil años. Son sostenibles y no han agotado los recursos, al revés, han ayudado a que estos sigan existiendo, por lo que son enormemente resilientes. Se han adaptado a todo tipo de cambios sociales, políticos, culturales y económicos. Tenemos mucho que aprender de ellos», argumenta Civantos.
No pueden competir con los sistemas de riego por goteo más tecnificados en términos de pura productividad, plantea este profesor, pero sí son más eficientes si tenemos en cuenta otros muchos factores. Estas acequias históricas ayudan a mantener la diversidad agrícola y biológica, a mantener la fertilidad del suelo, a proteger los acuíferos y manantiales naturales y a prevenir los incendios. Además, son sistemas de economía circular y tienen una baja dependencia tecnológica.

De hecho, cuando van a restaurar una acequia, los expertos del MEMOlab y los voluntarios entrenados por ellos tratan de usar siempre medios manuales. Solo introducen máquinas si es estrictamente necesario. «Depende de cómo nos encontremos los cauces actuamos de una manera u otra para lograr nuestro objetivo. Hay mucho dinero público para invertir en la transformación de sistemas tecnificados. El problema es que cuando se implantan y desarrollan nadie se plantea qué estamos destruyendo», insiste Civantos.
Pero su trabajo no acaba el día que el agua vuelve a llenar los viejos caminos musulmanes. Además de limpiar las acequias, ayudan a las comunidades de regantes a «mejorar sus sistemas de cogobernanza» Como tienen lista de espera y la pandemia paralizó varias intervenciones, tratan de seleccionar aquellos casos en los que su labor puede ser más útil. «Es importante que después de la restauración haya gente que entienda estos procedimientos de riego y cómo se distribuye el agua. Sabemos que las acequias son esenciales para proteger nuestro paisaje cultural y ambiental, pero funcionan cuando hay agricultores y pastores que las conocen y mantienen», destaca este experto.
Un trabajo duro
Pese a la dureza física que requieren, estos trabajos de arqueología hidráulica enganchan. Lo sabe bien José Antonio, un maestro de Granada que lleva años como voluntario en estas excavaciones. Un día leyó que iban a trabajar para recuperar la acequia que abastecía de agua al Generalife y no se lo pensó dos veces. Es ya un habitual de todas las restauraciones que hace MEMOLab por la zona. «Aprendes mucho, tanto de lo que te cuentan los arqueólogos como de la gente de campo. Yo conozco estas canalizaciones por mi abuelo y es muy bonito ver cómo en los pueblos no entienden que tanta gente se preste voluntaria a ayudarlos», reflexiona con nostalgia este voluntario, que ya está esperando el siguiente asalto, que será en la histórica acequia de Aynadamar, vital para la Alcazaba de Granada.
En Granada y Almería estos arqueólogos hidráulicos han cartografiado unos 3.000 kilómetros de acequias. En toda España calculan que hay unos 24.000 km.
«Hay muchos estudios que demuestran que las acequias de careo están más de actualidad que nunca. Parece una tecnología milenaria, pero con lo que estamos viviendo, esta forma de 'entretener' el agua hace que no se pierda tan rápido y pueda aprovecharse. Parece que vamos allí a ayudar a estas pequeñas comunidades de regantes con pocos recursos, pero yo realmente creo que trabajamos por nuestro futuro«, sentencia José Antonio.
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