El Papa: «La fe no es una canción de cuna, debe encender el fuego del testimonio»
«El Evangelio quiere quemar nuestros egoísmos, iluminar los lados oscuros de la vida y consumir los falsos ídolos que nos hacen esclavos», explicó Francisco

«He venido a traer fuego sobre la tierra». Sobre esta frase de Jesús registrada en el Evangelio de Lucas, el Papa Francisco profundizó hoy el tema de la Fe:«un fuego, un mensaje que, cuando irrumpe en la historia, quema los viejos equilibrios de la vida».
Lo explicó antes de la oración del ángelus que desde la ventana de su estudio en el Vaticano rezó en este domingo, caracterizado en Roma por temperaturas más suaves respecto a las registradas en últimas semanas.
«¡La fe, en definitiva, no es una canción de cuna que nos adormece, -aseveró Bergoglio a los miles de peregrinos y turistas reunidos en la Plaza de San Pedro- e invitó a interrogarse: «¿Soy un apasionado del Evangelio? ¿Lo leo a menudo? ¿Lo llevo conmigo? La fe que profeso y celebro, ¿me sitúa en una tranquilidad feliz o enciende en mí el fuego del testimonio?
En otras palabras, el Evangelio -señaló- no deja las cosas como están porque es exactamente como el fuego: «quiere quemar nuestros egoísmos, iluminar los lados oscuros de la vida, consumir los falsos ídolos que nos hacen esclavos».
Jesús «está lleno del Espíritu Santo, que se asemeja -explicó Francisco- al fuego» y además «da esperanza a los que se consideran perdidos, derriba las barreras de la marginación, cura las heridas del cuerpo y del alma, renueva una religiosidad reducida a prácticas externas».
El Santo Padre concluyó enfatizando que la fe, en definitiva, no es una «canción de cuna» que nos adormece, sino un fuego encendido para mantenernos despiertos y activos», y concluyó su mensaje invocando a la Santísima Virgen: que ella, que recibió el fuego del Espíritu Santo, interceda por nosotros.
Al terminar la oración del ángelus, el Pontífice recordó la «grave crisis humanitaria en Somalia y países limítrofes» que ahora se encuentran en un «período mortal debido a la sequía» y lamentó que la guerra distrae y quita recursos a otros problemas importantes, «que exigen el máximo empeño: la lucha al hambre, la salud y la educación.
Saludó también a los fieles reunidos en Cracovia, Polonia, por el 20º aniversario del Acto de consagración del mundo a la Divina Misericordia realizado por el Papa Juan Pablo II en el 2002, y señalando en el contexto actual la importancia del mismo. Pidiendo al Señor «misericordia especial, misericordia y piedad por el martirizado pueblo ucraniano».