Los países alcanzan un acuerdo histórico para evitar la extinción masiva de especies
Casi 200 naciones se comprometen a proteger el 30% del planeta para 2030 para frenar la pérdida de biodiversidad
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Hay una desaparición masiva de especies en curso. Silenciosa, progresiva, pero generalizada. Piense en los años 80. En cómo, tras un largo viaje en coche, acababa el parabrisas siempre lleno de insectos. Compárelo con ahora. La biodiversidad está en declive. Anfibios, mamíferos, aves, ... insectos... hoy muchos de estos grupos son menos numerosos y en concreto un millón de especies -de los ocho conocidos- se enfrenta a la extinción. Esta amenaza ha llevado a casi 200 países a comprometerse intentar revertir décadas de destrucción ambiental y a salvaguardar la biodiversidad, con objetivos concretos como la protección de al menos el 30% del planeta para 2030.
La desaparición de animales y plantas se está produciendo a un ritmo sin precedentes en los últimos 10 millones de años. Detrás está, en especial, la degradación y pérdida de sus hábitats, con la deforestación, la agricultura intensiva, la sobrepesca, la contaminación o la urbanización del territorio. Los efectos ya empiezan a notarse: a nivel mundial el 23% de los suelos ha registrado pérdidas en la productividad y están en peligro entre 235 y 577 mil millones de dólares en cultivos por la disminución de los insectos, de los que depende la polinización o la regulación del suelo. Unas cifras que empeorarán si no se frena el declive de la biodiversidad.
Ahora, tras casi dos semanas de duras negociaciones y tras dos años de aplazamiento por la pandemia, los países miembros del Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU (al que pertenecen los países de la Unión Europea, pero no Estados Unidos) han llegado a un acuerdo histórico en Montreal (Canadá). Se trata de una hoja de ruta para proteger la tierra y los océanos y evitar la extinción masiva de especies. Solo contó con la oposición de la República Democrática del Congo.
El llamado Acuerdo de Kunming-Montreal fija que para 2030 al menos el 30% de planeta, incluidos tierra y mar, deberán estar protegidos, frente al 17% de la tierra y 10% de los mares actuales. El objetivo es global y no nacional. A ello se añade que el 30% de ecosistemas que estén degradados, ya sean terrestres, de aguas interiores, costeros o marinos, deberán ser restaurados y los países también deberán frenar la extinción de las especies conocidas. Para 2050 el riesgo de desaparición debe ser diez veces menor.
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«Es solo un primer paso para restablecer nuestra relación con el mundo natural. El éxito se medirá por nuestro progreso rápido y constante en la implementación de lo que hemos acordado», ha valorado Inger Andersen, directora ejecutiva de la ONU Medio Ambiente.
Con los intentos anteriores para revertir la pérdida de biodiversidad fracasados (el texto suscrito en Japón en 2010 no alcanzó casi ninguno de sus objetivos), este nuevo acuerdo ha sido celebrado, pero con cautelas. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza aplaudió el texto aunque lamentó que «no llegue tan lejos» como les gustaría.
«El 2030 está a la vuelta de la esquina y esto significa que va a tener que haber un incremento sustancial en el número y extensión de las áreas protegidas a nivel mundial, y esto abre una serie de preguntas», explica a ABC Unai Pascual, profesor del Basque Centre for Climate Change (BC3), quien apunta a la necesidad de medir la efectividad de la medida. «Las áreas de protección actuales son áreas de protección sobre el papel, porque en el terreno la efectividad en muchos lugares del mundo brillan por su ausencia», ejemplifica.
También organizaciones ecologistas han señalado algunas carencias. «En general, el marco dice cosas buenas, pero la falta de detalles y el lenguaje vago utilizado en algunas partes del texto no ayudan. Los países tienen el duro trabajo de hacer realidad un texto genérico», dijo Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife.
Pesticidas
El problema radica en que la pérdida de especies afecta a espectros enteros de la biodiversidad. No se trata de un solo animal. En España, por ejemplo, un estudio concluyó que de 66 especies de mariposas en el noreste, 15 aumentaron, cinco permanecieron estables y 46 disminuyeron entre 1994-2014. También caen abejas, abejorros y escarabajos. Y todos ellos ayudan a polinizar. De ahí que la escala del problema haga que peligren los servicios que la naturaleza brinda, como la producción de comida.
Por ello, además de la protección de ecosistemas, este lunes se han fijado otros objetivos. El acuerdo prevé «reducir los riesgos de contaminación y el impacto negativo de la contaminación de todas las fuentes, para 2030, a niveles que no sean perjudiciales para la biodiversidad». Para lograrlo, los países deben reducir al menos a la mitad «el riesgo general de los pesticidas y productos químicos altamente peligrosos». Asimismo, se deberá reducir la contaminación plástica y, para 2030, el desperdicio alimentario tendrá que caer a la mitad.
Financiación
Especial mención han tenido también las especies invasoras, aquellas que llegan a ecosistemas que no le son propios y merman la biodiversidad autóctona, como el visón americano está acabando en España con el visón europeo. La idea es reducir la tasa de introducción y establecimiento de estas especies en al menos un 50% para 2030.
En cuanto al dinero, se movilizarán a partir de 2030 al menos 200.000 millones de dólares al año para biodiversidad y aumentarán los flujos financieros a los países en desarrollo a 20.000 millones de dólares por año para 2025 y a 30.000 millones por año para 2030.
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«Es un acuerdo histórico. Se trata de nuestra propia supervivencia: la humanidad no tiene futuro en un planeta muerto. Necesitamos la naturaleza y la biodiversidad para la seguridad alimentaria, nuestra economía, nuestro bienestar y nuestra salud», valoró Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo del Pacto Verde Europeo. Ahora los países tienen hasta 2024 para presentar sus planes y ver si es suficiente.
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