No hay perro «guarrete» sino amo irresponsable

Si puede dedicarle tiempo a la tarea con una vigilancia continuada y sobre todo de grandes dosis de paciencia, podrá enseñar a un cachorro para que haga sus necesidades fuera de casa en muy poco tiempo

ABC

Carmen Aniorte

Tanto perros como gatos tienen sus momentos para hacer sus necesidades. Con los gatos y su cajón de arena , la cosa es más simple que con los perros ya que con estos últimos hay que conseguir que se acostumbren a hacerlo en la calle , en los lugares adecuados y por supuesto los amos contribuir recogiendo sus excrementos en una bolsa y tirarlos a la papelera. De esta manera tanto el perro como su propietario se convierten en buenos y respetuosos ciudadanos . Los gatos son animales muy limpios. La verdad es que, desde que son muy pequeños, estos a diferencia de los perros, tratan de manera instintiva de hacer sus necesidades en un lugar determinado.

Si puede dedicarle tiempo a la tarea con una vigilancia continuada y sobre todo de grandes dosis de paciencia, podrá enseñar a un cachorro para que haga sus necesidades fuera de casa en muy poco tiempo. Por ello hay que «espiarles» cuando se levantan, unos minutos después de cada comida y a intervalos entre medias. Ellos, también en «eso» tienen su particular instinto que nos puede servir como una pista: lo hacen lejos de donde come y duerme. Los expertos aconsejan que hay que empezar desde el primer día que llega a casa.

Poco a poco y con paciencia y sin gritos. Con la correa puesta, colocar al perro sobre un periódico o una alfombrilla para cachorros en el lugar que queremos que haga sus necesidades. Indique con tono suave la orden de lo que quiere que allí haga -hay que tener un poco de paciencia- cuando eso suceda le premia con una bolita de su pienso, por ejemplo. Una señal de aviso es cuando vea al cachorro «hacer círculos y oler de manera compulsiva» o bien «raspando enérgicamente el suelo»... ese es el momento de poner rumbo a la calle o al papel de periódico para que haga lo que tiene que hacer.

Al cabo de dos o tres semanas, el perrillo habrá entendido la idea e incluso se da el caso de que ladrará para poner sobre aviso de lo que va a hacer. No hay que perder la paciencia y durante los primeros meses, aunque ya lo haga en la calle y usted recoja sus heces en una bolsa y las arroje a la papelera, guarde en casa papeles por si acaso hay alguna fuga. Actualmente en el mercado se pueden encontrar empapadores en Tiendaanimal hay paquetes de 50 unidades (16,99€). Estos le ayudarán a enseñar a su mascota a orinar en aquel lugar de la casa que usted decida. Tiene gran capacidad de absorción y previene de malos olores.

Grandes dosis de paciencia

Como les decimos mucha paciencia. También en esos tiempos de observación, compruebe a que horas lo hace ya que en esto -salvo excepciones- los perros a diferencia de los humanos son como un reloj. Por último les recordamos y les insistimos en el acertado eslogan de hace unos años del Ayuntamiento de Madrid: «Si pudiera, lo haría yo mismo». Se trataba de concienciar a los dueños de mascotas sobre la recogida de excrementos en calles, parques, jardines y plazas.

Partiendo de que no hay perro «guarrete»; sino amo irresponsable y maleducado, los propietarios tenemos que tratar de enseñar a nuestro fiel amigo a hacer todo de la manera más correcta posible. ¿De qué manera? La más sencilla: desde el primer día que salgamos a la calle con él, hay que ir provistos de la pertinente bolsita (mi consejo es llevar más de una), y si se nos olvida, en casi todas las papeleras de la ciudad hay disponibles.

También las puede adquirir en tiendas de mascotas y grandes superficies (paquetes de 4x20 desde 1,49€). Una vez recogido el excremento (la bolsa hace las veces de guante), se anuda y se arroja a una de las papeleras. Hasta llegar a esta fase, está la que ya hemos hablado del aprendizaje. No es sencillo; pero tampoco hace falta un máster; sino simplemente tener grandes dosis de paciencia.

Limpiasuelos con aroma a limón

En el caso de los perros, en la etapa de cachorros hay que sacarlos después de dormir, comer y beber. Si le ve por casa corriendo, olfateando el suelo, levántelo (no de manera brusca para no asustarle) y póngalo en el lugar que haya destinado (hasta que tras las vacunas salga a la calle).

En la zona en cuestión puede colocar unos periódico viejos (cruel destino de nuestro trabajo). Si lo hace de manera correcta, acariciele; si hay un «escape» no le grite ni le maltrate simplemente llévelo al lugar, pero por nada del mundo sumerja su trufa en la orina o excrementos. Con esta actitud lo único que consigue es que se asuste y no aprenda. Si entra en una habitación y encuentra lo inevitable, no le reprenda, no entenderá el porqué de su enfado. De ahí el seguimiento y la observación las primeras semanas. Cuanto más suaves se dan las órdenes, más atención y más progresos se consiguen.

Nunca debe olvidar alabar cuando se hacen bien las cosas, una simple caricia es más que suficiente. Un consejo: No emplee lejía para limpiar los «escapes» porque la lejía, al entrar en contacto con la orina, se descompone y uno de los elementos que se forman es amoníaco, algo que también se encuentra en la orina de forma natural. Al oler el amoníaco el «infractor» podrá reconocer el olor de pipí y volver a hacerse en el mismo lugar. Es mejor usar limpiasuelos con aroma de limón, por ejemplo. Cuando tenga edad de salir a la calle enséñele a hacerlo en los huecos de los árboles. Siempre vaya con bolsas y recoja «el cuerpo del delito». Es una labor de todos por la limpieza de nuestra ciudad. Por último no hay que olvidar que los machos aprenden antes que las hembras. ¿El motivo? Los perros son territoriales y entre los seis meses y el año los machos levantan la pata para hacer «pipí».

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