Las mascotas también sufren depresión postvacacional
Planes de salud, revisiones y resolución de problemas clínicos se dan la cita en los últimos días del verano
Muchos perros han veraneado con sus propietarios. Tras el periodo vacacional un efecto curioso son los perros apáticos. Los propietarios se citan en las consultas veterinarias con estos perros que parecen deprimidos. Una revisión veterinaria se hace necesaria. Será imprescindible reconocer al paciente y descartar de manera rápida y eficaz estados de enfermedad orgánica.
Si esto resulta así, entonces nos encontramos con el «síndrome postvacacional» que también les afecta a ellos. Se lo han pasado bien, sin duda. Han corrido sin tregua, han conocido ambientes floridos en relaciones y oportunidades cognitivas de todo tipo. Han vivido en plenitud tanto física como psíquica, y de repente, todo va al traste.
Un cambio hacia una rutina más monótona también les afecta a ellos como a nosotros. Son animales con un gran «psiquismo», no lo olvidemos, capaces pues de alegrarse o frustrarse como nosotros mismos. Aparte de deprimidos, los perros pueden mostrarse con sobrecarga física. Han corrido demasiado, han saltado, han subido y bajado mil veces escaleras y un largo etcétera de exigencias físicas a las que no estaban acostumbrados ni preparados. Dolores articulares, sobrecargas musculares, pueden mantener a nuestra querida mascota en un estado de postración que será necesario aliviar.
Durante el verano también es común que nuestras mascotas hayan visitado lugares exóticos, en ocasiones embarcados en largos trayectos o simplemente en salidas al campo. El cambio de localización puede suponer una nueva oportunidad de contacto con ciertos agentes patógenos. Por ejemplo, en zonas húmedas y costeras las pulgas son difíciles de evitar. Este insecto hematófogo parasita a perros y gatos. El efecto más conocido a sus múltiples picaduras es la dermatitis secundaria. Dermatitis acompañada de prurito intenso.
Además el perro y el gato pueden sensibilizarse alergicamente originando la DAPP ( dermatitis alérgica a la picadura de la pulga). Así, una sola pulga puede originar un picor de tal calibre, que en el desespero, el animal se autotraumatice la piel, con los intensos daños que pueden producir como la alopecia más o menos extensa y la dermatitis aguda húmeda o eczema.
«A la vuelta de las vacaciones será necesario revisar en nuestro veterinario la posible presencia de pulgas, garrapatas, ácaros zoofilos, etc y más aún ante cualquier signo cutáneo», comenta el veterinario Javier Álvarez de la Villa del Centro Veterinario Víctor de la Serna, quien advierte de que «debemos tener en cuenta que estos inoportunos huéspedes, además son potenciales transmisores de un sinnúmero de enfermedades como la Erlichiosis, nematodosis, Borreliosis, Filariosis, etc. y que potencialmente pueden afectar también a los humanos».
Revacunación
En estos meses coinciden también las necesarias revacunaciones. La rabia, moquillo, hepatitis, leptospirosis y parvovirosis son vacunas esenciales. Además, en los prolegómenos de un cambio de estación, los sistemas inmunológicos se resienten y nuevas patologías podrían aprovechar su oportunidad, tal es el caso del complejo respiratorio.
En perros y gatos -también entre los humanos- la disminución de luz y los descensos de temperatura inciden en las defensas orgánicas y un grupo de patógenos podrían invadir el sistema respiratorio. Toses, estornudos y fiebre son las consecuencias. Los cuadros varían desde leves a graves, y por ello se aconseja la vacunación en perros preventiva de la «tos de las perreras» y en los gatos, del complejo respiratorio felino (herpesvirus, calicivirus, parainfluenza, etc ).
Mucho cuidado con la Leishmaniosis
La Filariosis toma renombre ahora también. Los desplazamientos frecuentes hacia zonas zonas endémicas de filaria son muy propias en verano. En estos lugares cálidos y costeros, un mosquito podría inocular larvas en nuestra mascota. Dichas larvas avanzarn hasta las arterias pulmonares y el corazón, en donde se harían adultas y alcanzarían tamaños de hasta 15o cm originando grave enfermedad cardio respiratoria.
El programa de prevención se basa en repelentes y en antiparasitarios larvicidas que frecuentemente utilizaremos ahora y al final del verano en las consultas Veterinarias. La Leishmaniosis también nos ocupa en estas fechas. La primavera, verano y otoño mantienen activos a sus mosquitos transmisores (flebotomos).
El perro y el gato (en menor medida este último) pueden haber sufrido un contacto con estos vectores. Aún sin síntomas clínicos de ningún tipo, nuestro animal de compañía podría estar incubando esta enfermedad. Entonces los síntomas podrían demorarse hasta su funesta aparición, incluso tras varios meses.
Es necesario y muy aconsejable realizar un sencillo reconocimiento y test otoñal para descubrir posibles futuros afectados y tratar a tiempo con mucha mayor eficacia. Lo han pasado bien con nosotros o en su «campamento» en estos meses de verano, pero por contra, han estado como vemos, expuestos a multitud de cambios y riesgos. Una revisión preventiva en su centro veterinario toma pues un matiz de «imprescindible» en estas fechas. Ellos se lo merecen sin duda.
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