Dos de cada tres españoles pidieron de niños un perro en su carta a Los Reyes Magos

En la actualidad, la mitad de los perros que se regalan en Navidad terminan siendo abandonados debido a comportamientos no deseados o a la perdida de interés por el animal. Con la llegada de la Navidad son muchos los niños que cada año deciden incluir un perro en su carta a Melchor, Gaspar y Baltasar. De hecho, esta es una situación que se viene repitiendo año tras año. Este dato lo afirma una encuesta realizada por Barkyn, una iniciativa que ofrece planes personalizados de alimentación saludable y asistencia veterinaria 24 horas para perros.

De este estudio se desprende que 2 de cada 3 españoles afirman que en su carta a los Reyes Magos pidieron un perro cuando eran niños... y es que el deseo de los más pequeños a lo largo de su infancia es poder tener un perro con el que compartir momentos inolvidables. Así, el 95 por ciento de los encuestados soñaba con tener uno. En palabras de Daniela Leal, veterinaria de Barkyn «los perros son tremendamente beneficiosos para la salud de los más pequeños, tanto a nivel físico como a nivel psicológico. De hecho, prácticamente la totalidad de las personas son conscientes de la mejora en su calidad de vida al tener un perro integrado en su familia». Y añade: «Sin embargo, hay que tomar conciencia de los factores adyacentes a la llegada de un animal y ser conscientes de que tener un perro conlleva una gran responsabilidad».

La llegada de un perro a un hogar siempre suele ser un momento de alegría y felicidad, este es un sentimiento que, en muchas ocasiones, lamentablemente, se disipando con el paso de las semanas, al ser conscientes de las obligaciones que conlleva. De esta manera, la mitad de los perros que se regalan por Navidad acaban siendo abandonados, tal como afirman desde la Real Sociedad Canina de España. Por eso y como siempre decimos desde estas páginas, siempre se anima a que las personas que desean acoger un perro en su hogar sean conscientes de las obligaciones que conlleva, y no dejarse llevar por un impulso o por un capricho.

Cuando un perro entra en casa, tanto él como la familia a la que llega tienen que adaptarse y en muchos casos, esto conlleva a comportamientos no deseados, nuevos gastos, cambios en las rutinas o las pequeñas o grandes travesuras (aprender a hacer sus necesidades donde debe o no morder los muebles o las zapatillas, por ejemplo) por parte del animal. Sin embargo, establecidos los pros y contras y una vez establecidas las nuevas dinámicas, la oportunidad de disfrutar de la compañía de un perro es algo incomparable.