FAMILIA

Pedir perdón ... ¿por qué cuesta tanto a los niños?

En realidad es algo complicado, tanto para adultos como para niños, aunque con este sencillo consejo podemos conseguirlo todos con naturalidad

Mª S. J. Cabrera

A nuestros hijos les asusta más nuestro grito que nuestro castigo. Ese es en definitiva el motivo por el que les cuesta tanto admitir su error y pedir perdón. Por eso la clave está en controlar el enfado .

Eso no significa que no le regañemos o que un mal acto se quede sin consecuencias, ni mucho menos. Simplemente debemos controlar nuestra reacción. Es, sencillamente, modificar la forma en que les transmitimos que lo que han hecho y no está bien.

Los grandes sermones, los gritos, los enfados incontrolados... no animan para nada a admitir nuestro error . Nos pasa a todos. O es que acaso nunca habéis dicho ... «No le digas tal cosa a papá ... que mejor que no se entere que he vuelto a romper el cajón de la cocina porque he vuelto a tirar con demasiada fuerza», jijiji. Al final, lo que estamos haciendo es exactamente lo mismo. Me callo y no quiero hablar del tema, mucho menos admitir mi culpa, básicamente, por miedo a una reacción exagerada. Mal, mal hecho. Si nos callamos y lo repetimos una y otra vez, convertiremos en un hábito, algo negativo y, cada vez será más difícil de modificar nuestro comportamiento.

Con nuestros hijos, que están forjando aún su personalidad , es el momento y podemos enmendarlo. Para evitar esos enfados o reacciones desproporcionadas, la forma más positiva es que las consecuencias de cualquier acto negativo estén establecidas PREVIAMENTE . Y si han sido PACTADAS con el pequeño de antemano muchísimo mejor . De esa forma, si hace algo que sabe que está mal no debe de influir en vuestra manera de tratar al pequeño. Si no te vistes solito hoy no vamos por la tarde al parque por ejemplo. Los días que se vista solo le daremos la enhorabuena y recalcaremos que vamos al parque por su buen comportamiento y los días que no, si acaso, se le ocurre preguntar, tranquilamente, le explicaremos que no ha cumplido con su parte. De ese modo, NO TEMERÁN nuestra respuesta encolerizada sino que es más bien una aplicación de las consecuencias.

Nuestra actitud es básica para que aprendan a pedir perdón y no callen por vergüenza

Si lo hacemos así, por un lado, asimilarán que les va mejor con el buen comportamiento y por otro lado, que no pasa NADA por pedir perdón e intentar arreglar el entuerto. Por supuesto, si lo arreglan y se visten solitos, siguiendo con el ejemplo, inmediatamente alcanzarán la meta positiva: ir al parque.

Si no hemos podido evitar hablarles mal o el primer enfado monumental, siempre lo podemos arreglar. Pídeles perdón por los gritos y dialoga sobre el asunto. Hazle ver que te entristece su mal comportamiento y ayudaría mucho que él también pida perdón e intente mejorar ese aspecto. Hay que predicar con el ejemplo, si nosotros jamás pedimos perdón a nuestros hijos ... ¿cómo podemos esperar que ellos pidan perdón?

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