Zuckerberg, en el disparadero por las revelaciones de Facebook

La filtración masiva de documentos muestra que ha privilegiado el crecimiento de la red social frente al interés de sus usuarios

/ Vídeo: EUROPAPRESS

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Cuando Mark Zuckerberg tuvo que elegir entre el crecimiento de su compañía –el conglomerado formado por Facebook y grandes otras redes sociales que ha comprado por el camino, como Instagram y WhatsApp– y el interés de sus usuarios, en muchas ocasiones se inclinó por lo primero. El genio que creó Facebook con un amigo en su residencia de estudiantes de Harvard y que dejó la universidad para convertir la compañía en la mayor red social del mundo, siempre ha vendido su criatura como una fuerza de bien: unir a la gente y respetar la libertad de expresión.

Las críticas y los ataques a Facebook y Zuckerberg no son nuevos –el papel de la red social en la diseminación de desinformación política o científica es antigua–, pero se han redoblado en las últimas semanas. El motor de esta nueva embestida es Frances Haugen, una antigua ejecutiva de Facebook, que entregó como ‘soplona’ decenas de miles de documentos, informes, estudios y memorándums de Facebook a la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. (SEC, en sus siglas en inglés), además de filtrárselos a ‘The Wall Street Journal’.

Sus abogados los entregaron también al Congreso, donde Haugen compareció la semana pasada, y ahora todo ese archivo documental ha acabado en manos de un consorcio de medios, que han comenzado a examinar al detalle su contenido . De la investigación de ‘The Wall Street Journal’ ya salieron asuntos sensibles para Facebook: la red social tenía estándares especiales para clientes VIP; conocía que Instagram era perjudicial para adolescentes pero no hizo mucho para remediarlo; o evitó cambios para que la red social enfadara menos a sus usuarios.

Desde ayer se han empezado a conocer nuevos detalles sobre interioridades cuestionables de Facebook, en algunas de las cuales Zuckerberg tuvo impronta directa. Una de ellas fue el mantenimiento de las operaciones de la red social en Vietnam, donde la dictadura del Partido Comunista le exigía que censurara a disidentes político. De lo contrario, sería expulsado del país, donde en 2018 tenía ingresos de mil millones de dólares anuales, según Amnistía Internacional.

Según el examen de los documentos filtrados por parte de ‘The Washington Post’, Zuckerberg tomó de forma personal la decisión de aceptar esas condiciones. Mientras de cara a la opinión pública, el cofundador de la red social se muestra como defensor de la libertad, en Vietnam promulgaba lo contrario.

Esa doble cara aparece en otras instancias de los documentos. Por ejemplo, Zuckerberg defendió el año pasado en una comparecencia en el Congreso que Facebook eliminaba el 94% del contenido de odio que encontraba en sus redes sociales, mientras que los documentos internos de la compañía, elaborados por sus propios investigadores, hablaban de que el porcentaje era mucho menor, un 5%. Zuckerberg también ha asegurado que «no está nada claro» que Facebook impulse la polarización política, mientras que es algo que de forma interna se ha comprobado.

En su comparecencia en el Congreso, Haugen acusó en varias ocasiones a Zuckerberg de elegir hacer más negocio frente a la seguridad o el interés de sus usuarios. El lunes lo volvió a expresar en otra comparecencia oficial, esta vez en Londres, ante legisladores británicos. «La ira y el odio son la forma más fácil de crecer en Facebook», dijo Haugen, que defendió que los algoritmos que usa la red social para presentar contenido a sus usuarios favorecen esos contenidos e impulsa a los «actores nocivos, a los que van a los extremos». Haugen no dijo que Facebook tuviera la propagación de odio como objetivo, pero sí criticó que su ex compañía ha sido «negligente a la hora de responder a los datos».

En los documentos se muestra intervención directa de Zuckerberg en estos asuntos. Uno de ellos recoge un memorándum de una reunión en la que el líder de la compañía rechazaba en abril del año pasado una propuesta de investigadores internos para rebajar la presencia de contenido de odio, desinformación, violencia gráfico o nudismo si eso implicaba «sacrificar» niveles altos de interacción de los usuarios. La compañía ha negado esa correlación entre crecimiento e interés de los usuarios y ha defendido que «siempre toma decisiones difícil entre la libertad de expresión y contenidos dañinos». Este mismo mes, Zuckerberg escribió que «la mayoría de nosotros no reconocemos el retrato falso que se está pintando de esta compañía».

El retrato no está acabado, en cualquier caso. Se espera que las revelaciones sigan lloviendo sobre Facebook durante los próximos días y semanas. Algunas, conocidas ahora, muestran otros problemas: por ejemplo, que la red social no se preocupa lo suficiente por controlar el contenido de odio fuera de EE.UU ., en especial en países en desarrollo. Mientras que solo el 10% de los usuarios de Facebook están en EE.UU., la compañía dedica a este mercado el 84% de sus recursos para el combate de la desinformación. La consecuencia es un seguimiento ineficiente de contenidos de odio –incluso de comunicaciones de grupos terroristas– fuera de EE.UU.

Los documentos también revelan que Facebook no ha cumplido con promesas de acabar con contenido perjudicial, como haberse convertido en plataforma para comerciar y vender con criadas, en especial en Oriente Medio. Después de que Apple le amenazar con echar a Facebook e Instagram de su App Store –su tienda de aplicaciones–, la compañía dijo que acabaría con la práctica. Los documentos muestran que Facebook no ha hecho mucho por cumplir su promesa y que todavía se usa para esos fines.

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