«Wingwalking»: Bailar acariciando el cielo
Ainhoa Sánchez es la primera y única «wingwalker» española. Actualmente persigue un sueño, poder volar en nuestro país
Esta disciplina sólo se practica en seis países en todo el mundo
Entre risas confiesa que tiene vértigo, pero que eso no frena sus ganas de volar y de practicar su gran pasión , el «WingWalking». Ainhoa Sánchez , natural de Bilbao y de 39 años se dejó seducir por esta modalidad acrobática hace cuatro, cuando diseñando el calendario anual para la empresa de mantenimiento aeronáutico para la que trabaja se encontró por casualidad con unas fotos de la «wingwalker» Margaret Stive rs , que la dejaron completamente hipnotizada. Comenzó entonces a indagar sobre esta modalidad cuyos inicios se remontan a 1911, cuando el Coronel británico Samuel Franklin Cody, que tratando de demostrar al estabilidad lateral de sus aviones implantó esta vertiente artística que hoy ya se practica en seis países, Brasil, Estados Unidos, Canadá, Alemania, Suecia y el propio Reino Unido. Pero no fue hasta los años 20 cuando estas acrobacias empezaron a practicarse con mayor profusión y a ser reconocidas. Estados Unidos fue uno de los países que inició este viaje de altura que todavía tiene mucho trayecto por recorrer y que en España todavía no encuentra su espacio en las alturas.
¿De dónde surge esta pasión por las alturas?
Yo trabajo en la industria de la aviación y fue diseñando el calendario del año 2011 para la empresa de ingeniería y mantenimiento de componentes aeronáuticos donde trabajo cuando decidi que la temática principal versaría sobre mis grandes pasiones: la danza, la aviación clásica y el circo. Fue entonces cuando buscando imagenes para ilustrarlo encontré una foto de una mujer que se dedicaba profesionalmente al WinngWalking, Margartet Stevers, (http://www.silverwingswingwalking.com ) fue la persona que me inspiró para empezar a descubrir más sobre este mundo. Me llamó la atención el estilo particular de Margaret, y me entraron unas ganas imperiosas de conocerla y de experimentar aquello que ella practicaba. Me puse en contacto de inmediato con ella y me invitó a ir a Reino Unido. Fue allí y tras volar sobre un avión por primera vez donde conocí al que es hoy en día mi actual piloto, Mike Dentith. Quedó tan impresionado con mi naturalidad sobre las alas del avión que me dijo que quería que volara para él en festivales de acrobacia aérea.
También el hecho de que mi padre sea Ingeniero aeronáutico y mi madre profesora de INEF han marcado mucho mis gustos en este sentido. He querido buscar mi propia profesión. Es muy bonito poder trabajar en algo que de verdad te apasione, además desde que tengo 6 años estudio danza clásica.
¿Cómo recibió la noticia tu familia de que querías bailar entre las nubes?
Al principio eran reticentes a que me embarcara en este sueño, fue un poco duro, de hecho la primera vez que volé no vinieron a verme, pero a partir del segundo año conseguí que empezaran a confiar y a compartir la ilusión conmigo.
¿Cómo se prepara una «Wingwalker»?
Con paciencia y mucho esfuerzo personal. Actualmente no puedo disponer del tiempo que necesito y sólo entreno tres días a la semana cuando salgo del trabajo, pero afortunadamente me ayuda mucho la base de danza que tengo. En cualquier caso, debo ceñirme a la temporada de vuelo, que suele ser en verano, porque depende de la meteorología, así que no puedo practicar todo lo que quisiera. Lo peor es que no existe un manual con el que puedas aprender a hacerlo, es una profesión que se aprende de padres a hijos, en mi caso me apoyo en mis mentores de otros países. Estoy en contacto con todos los profesionales.
¿Adrenalina o miedo encima del avión?
Se me olvida hasta que tengo vértigo. Me siento muy bien, me transformo en otra persona. En el momento de vuelo es imposible dejar algo al azar, tienes que seguir unos pasos, es una coreografía. Todo está estudiado y coordinado con el piloto. Siempre se sigue un protocolo. Ir en avión es mucho más seguro que ir en coche. En todos los festivales donde participo vienen marcados los parámetros y mínimos de seguridad.
¿A qué altura se puede volar con esta modalidad?
Se suele volar mínimo a unos 13 pies que serían unos 9 metros y como máximo a 1500 pies, unos 600 metros de altura. No puedes subir muy alto porque si no la gente no puede verte.
¿Cuál es el sueño que persigues?
Quiero introducir esta profesión en nuestro país, se trata de una modalidad que data de los años 20 y quiero que perdure en el tiempo, y sobre todo que perdure en España. Me encantaría que fuera reconocido. Actualmente se encuentra dentro del paraguas legal de las exhibiciones aéreas y por ello puedo practicarlo libremente pero quiero que se reconozca como profesión. También estoy buscando a empresas y marcas que apoyen mi proyecto, ya que requiere de mucha inversión.
¿En qué consiste el proyecto al que estás dando forma?
Empecé con la idea de restaurar un avión del Museo de aviones históricos de la Fundación Infante de Orleans que se encuentra en el aeropuerto de Madrid- Cuatro Vientos y de la que han salido grandes campeones de nuestro país. Quería volar con uno de esos aviones y es algo en lo continúo trabajando siempre y cuando consiga el presupuesto para restaurarlo. Con el tiempo han ido surgiendo otras opciones pero eso sí, me gustaría que el proyecto saliera para este verano, además ya cuento con mis pilotos españoles que daré a conocer en su momento. Ya me han empezado a llamar de países como Francia y Portugal para que vaya a circuitos y eventos como representante española. Es un proyecto que estoy mimando mucho y que estoy llevando a cabo por mi cuenta. Cuido hasta el último detalle, me diseño incluso mis propios trajes. Me gusta que tengan un toque femenino.
¿Has podido volar ya en España?
La primera vez que lo hice fue el pasado 10 de octubre. Tuve la oportunidad de inaugurar el aeródromo de Los Oteros en León y participé a los pocos días en la exhibición que tuvo lugar por el 30 aniversario de la Patrulla Aguila en Murcia donde compartí la experiencia con catorce agrupaciones de España, Italia y Francia. En estas ocasiones no me acompañaba mi piloto Mikel , pero vino mi segundo piloto, Simon Ducker , mi segundo piloto. Fue toda una experiencia traer el BOEING Stearman Navy desde Reino Unido hasta aquí, ya que en España no hay aviones adaptados. Si normalmente se tardan dos horas en hacer el trayecto por aire Reino Unido- España, nosotros lo hicimos en cinco días con trece paradas técnicas. Son materiales muy delicados que datan de los años 40 y mucha responsabilidad. Para que te hagas una idea, es el avión que aparece en la película «con la muerte en los talones» una verdadera pieza de coleccionista.
¿Un sueño a corto plazo?
Poner el proyecto en marcha. Y poder adaptar un avión para volar sobre él en España.
¿Y a largo plazo?
Que esta profesión perdure en el tiempo y que cuente con los apoyos necesarios. Que venga alguien el día de mañana a hacer lo que hago yo, pero eso sí, lo único que pido es que lo viva con tanta pasión como actualmente lo hago yo.