José Francisco Serrano Oceja

El voto episcopal (y II)

Quien puede hacer saltar por los aires la lógica dominante es otro cardenal, el arzobispo de Valencia, monseñor Antonio Cañizares

José Francisco Serrano Oceja

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Hoy lunes, a las cinco de la tarde, a eso de las cinco de la tarde, se procederá a la primera votación de sondeo para la elección de presidente de la Conferencia Episcopal Española. El resultado de esa inicial tienta episcopal indicará si el hasta ahora presidente, el cardenal Ricardo Blázquez, muy activo en estos días pasados –con visita a Mariano Rajoy y no obligadamente de despedida-, conseguirá los suficientes votos para que se confirme una práctica común: la reelección del presidente para un segundo mandato. Esta es la lógica de la continuidad en medio de un pontificado siempre alentador y nada previsible. Esta fue la lógica maestra hasta que en los pasados días 21y 22 de febrero, durante los trabajos de la 240 Comisión Permanente, se produjera una grieta.

La previsión más extendida es que quien puede hacer saltar por los aires la lógica dominante es otro cardenal, el arzobispo de Valencia, monseñor Antonio Cañizares, quien, por cierto, tuvo un destacado papel, con varias intervenciones, en la citada Permanente. A partir de ese momento entra en juego la aritmética de apoyos y pactos de una asamblea bastante más impredecible que los colegios electorales al uso. Entre otras razones porque la clave política no es la dominante. Los matices pesan mucho más de lo que parece. Unidad en lo substancial, y en todo caridad. El cardenal Cañizares está sufriendo, en su diócesis de Valencia, un acoso sistemático de agresivos sectores laicistas. Su discurso, suave y reconciliador en las formas pero contundente en el fondo, ha ganado enteros en determinados ámbitos episcopales. Cañizares es también el cardenal de los gestos.

La reacción a un hipotético desplome de apoyos a Blázquez colocaría como otra opción de la agenda oculta al cardenal Carlos Osoro. Una apuesta a la que le cuesta arrastrar votos. Si fallara esta entrarían en el reino de las sorpresas. Nombres para esta última faena: el arzobispo de Barcelona, monseñor Omella; el arzobispo de Burgos, Monseñor Herráez; o el obispo de Málaga, monseñor Catalá. Es cuestión de atender al discurso inaugural del cardenal Blázquez y un poco de paciencia.

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