Con enfermeros pertrechados con trajes protectores, las ambulancias socorren a los enfermos del coronavirus en Shanghái, donde se han detectado más de 170 casos y ya habido un fallecido. La amenaza del coronavirus obliga a casi todo el mundo en Shanghái a llevar máscara y hasta capuchas. Con 25 millones de habitantes, el metro de Shanghái va estos días casi vacío por el miedo al coronavirus. En los supermercados ya escasean las verduras y alimentos frescos por las restricciones al transporte para contener la epidemia. Para prevenir los contagios, los repartidores a domicilio ya no pueden entrar en los edificios y deben dejar sus encargos en la entrada. La Policía busca a los habitantes de Wuhan y la provincia de Hubei, donde se originó el coronavirus, para ponerlos en cuarentena. Con las calles casi desiertas y los puestos del Año Nuevo Lunar vacíos por la amenaza del coronavirus, la bulliciosa Shanghái vive sus vacaciones más tristes. Con las calles casi desiertas y los puestos del Año Nuevo Lunar vacíos por la amenaza del coronavirus, la bulliciosa Shanghái vive sus vacaciones más tristes. Calles desiertas y autobuses casi vacíos en Shanghái por miedo a la epidemia de neumonía que se extiende por toda China y ya se ha cobrado más de 300 vidas. A pesar de la epidemia, algunas terrazas de la Concesión Francesa se llenan, sobre todo de extranjeros, desafiando al coronavirus con una cerveza o un café al sol de invierno. Algunos comercios y supermercados toman la temperatura a sus clientes para asegurarse de que no tienen fiebre, uno de los síntomas del coronavirus. Paseos con máscaras por el Bund, el majestuoso malecón fluvial de Shanghái con edificios coloniales y espectaculares vistas a los rascacielos de Pudong.