El Vaticano presenta su vademécum para luchar contra los abusos sexuales

La guía invita a los obispos a denunciar todos los casos a las autoridades y a investigar las denuncias anónimas o en medios de comunicación

El Papa Francisco en una imagen de archivo EFE
Juan Vicente Boo

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Con un inexplicable retraso de casi año y medio, el Vaticano ha hecho público este jueves el «Vademecum» que indica a los obispos, superiores generales y «profesionales del derecho» el modo de proceder «ante los casos de abuso sexual de menores cometidos por clérigos».

Este breve texto de solo 16 páginas es el «manual» o resumen de la legislación vigente prometido por el Papa Francisco en la clausura de la primera cumbre de presidentes de conferencias episcopales de todo el mundo, convocada para afrontar exclusivamente este problema y celebrada en Roma del 21 al 24 de febrero de 2019.

Según el cardenal Luis Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Vademecum «no es un texto normativo, pues no se promulga ninguna nueva ley ni se emiten nuevas reglas» sino «un manual de instrucciones» bastante sencillo para obispos y superiores de ordenes religiosas, movimientos laicales, etc. sobre lo que deben hacer en cada caso.

La principal novedad es que el Vademecum no se limita a recomendar el respeto a las leyes de cada país sino que invita a denunciar los abusos a las autoridades civiles incluso en países donde la legislación penal no lo exija.

El artículo 17 señala: «Incluso en ausencia de una explícita obligación legal, la Autoridad eclesiástica dénoticia a las Autoridades civiles competentes cada vez que considere que esto es indispensable para tutelar a la persona ofendida o a otros menores del peligro de eventuales actos delictivos».

La segunda novedad es la obligación de que los obispos y superiores investiguen las denuncias anónimas o las que aparezcan en los medios de comunicación o redes sociales, sin lavarse las manos con la excusa de que las víctimas no han presentado denuncia formal, algo muy costoso para quien sufre los daños psicológicos del abuso y desea, ante todo, no revivir su trauma en nuevos interrogatorios o declaraciones.

Los obispos o superiores religiosos deben investigar esas denuncias anónimas y, lógicamente, proceder contra el delincuente si son fundadas. Pero, además, deben conservar los datos en los archivos incluso cuando resulten infundadas.

Saliendo al paso de numerosos errores de gobierno que han encubierto a abusadores y multiplicado el número de víctimas, el Vademecum indica en el número 63: «Se debe evitar la opción de trasladar simplemente al clérigo implicado a otro oficio, jurisdicción o casa religiosa, considerando que su alejamiento del lugar del presunto delito o de las presuntas víctimas constituya una solución satisfactoria del caso».

La entrega de documentos eclesiásticos a las autoridades judiciales que lo requieran fue establecida en diciembre de 2019 por el Papa Francisco en una normativa que puso fin al secreto pontificio, del que se había abusado en muchos lugares.

A su vez, la obligación de que todos los sacerdotes, religiosos y religiosas denuncien al obispo todos los abusos de que tengan conocimiento fue establecida por el papa Francisco mediante la carta apostólica «Vos estis lux mundi» («Vosotros sois la luz del mundo») de mayo de 2019, que ordena la apertura de oficinas de denuncia en cada diócesis y establece el modo de presentar denuncias directamente en la nunciatura.

A partir de ahora no queda ningún resquicio para el encubrimiento. El conjunto de normativas deja claro que los obispos negligentes en este terreno, de la máxima gravedad, serán cesados.

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