Un último tropezón para el «Solar Impulse» antes de coronar la primera vuelta al mundo sin combustible
La indisposición estomacal del piloto, Bertrand Piccard, y una ola de calor retienen a la aeronave cubierta de placas solares
Tras más de un año volando en el único avión impulsado enteramente por energía solar, sin usar ni una gota de combustible, el Solar Impulse se disponía a acometer hace casi una semana su última etapa del Cairo a Abu Dabi y coronar así su vuelta al mundo.
Sin embargo, un último tropezón antes de consumar la aventura: primero una indisposición estomacal del piloto Bertrand Piccard y más tarde una tórrida ola de calor mantiene al Solar Impulse y a su equipo a la espera en el aeropuerto de El Cairo. «Estábamos listos para irnos. El final de una aventura es algo para lo que tienes que prepararte mentalmente, y cuando lo estábamos, ahora tenemos que esperar. Pero es parte de la aventura . Si fuera fácil, todo el mundo lo habría hecho ya antes», sentencia Piccard, arrellanándose en una hamaca de un hotel junto al hangar cairota.
El Cairo anochece y amanece entre los 37 y los 25 grados, mientras que Riyad, capital de Arabia Saudí y sobre la que volará el Solar Impulse, soporta estos días máximas de 48°C, 31°C por la noche. Estas condiciones climáticas han impedido despegar al monoplaza enteramente cubierto de células solares, que venía de cruzar el Océano Atlántico y el Mediterráneo. A mayor temperatura, el aire es menos denso y exige al avión a utilizar mayor potencia para poder mantenerse y avanzar, explican científicos e ingenieros del Solar Impulse. Así, el vuelo, que debería haber despegado el pasado 16, ha sido pospuesto en dos ocasiones hasta el próximo domingo, a las 1.00 horas, según ha confirmado el Ministerio de Aviación egipcio.
El Solar Impulse, un avión monoplaza de 72 metros de envergadura fabricado con fibra de carbono, cubierto de 17.248 células solares y un peso de 2.300 kilos, es el sueño de una curiosa pareja: el aventurero y el ingeniero; Piccard y André Borschberg. Un avión que no necesita repostar, que no contamina ni utiliza combustible , un avión que –con la fuerza del sol y unas baterías- podría volar eternamente sin detenerse, si no fuera por los límites humanos del piloto.
«Lo que estamos haciendo es al límite de la tecnología. Para entender el Solar Impulse hay que retrotraerse a los comienzos de la aviación, cuando volaron los primeros aeroplanos, cuando eran experimentales, un prototipo », explica Piccard, que prefiere esa visión romántica del explorador, de la aventura («¿Todavía existen?», «Sí, ser aventurero es un estado mental») a la Ciencia Ficción.
Pionero en eficiencia
Charles Lindbergh, el primer aviador en cruzar el Océano Atlántico en un vuelo sin escalas y en solitario -de Nueva York a París en 1927- escribió: «Quedé asombrado por el efecto que mi aterrizaje con éxito en Francia tuvo sobre las naciones del mundo. Para mí, fue como si una cerilla encendiera una hoguera».
Algo parecido es lo que quiere conseguir el Solar Impulse: ser la primera chispa de un cambio de paradigma. Porque resulta obvio que, con la tecnología actual, un avión propulsado únicamente por energía solar de uso corriente es inalcanzable .
El Solar Impulse 2 solo puede cargar con una persona debido al peso de las baterías, no puede alcanzar grandes velocidades por la falta de potencia –el vuelo de El Cairo a Abu Dabi durará entre 48 y 72 horas-, depende de excelentes condiciones climatológicas y resulta caro: el monto total del proyecto –investigación, sueldos del equipo…- ha sido de 170.000 millones de euros puestos por empresas como ABB, Schindler, Omega y Solvay, entre otras. Sin embargo, no es ése su primer objetivo: el Solar Impulse –lo último, lo máximo que se puede lograr con las tecnologías limpias, puesto a prueba al máximo, en una vuelta al mundo- pretende «mandar un mensaje de sostenibilidad», de que el consumo de energías no renovables y el uso de tecnología no eficiente es parte del pasado.
Piccard insiste en que, para hacer frente al cambio climático, no pide a la gente que renuncie a sus vidas, sino que s e mejore la eficiencia de las tecnologías. El motor de un coche tiene una eficiencia en torno al 27%, con el consecuente desperdicio de energía. Los del Solar Impulse, del 97% . «El Solar Impulse es el presente. No podemos vivir como hasta ahora, hemos destruido el clima, hemos agotado los recursos, es de locos».
Un futuro eléctrico y ecológico
Desde los primeros aeroplanos de los hermanos Wright, la aviación tal y como la conocemos ha avanzado hasta límites insospechados por sus coetáneos, llegando a convertirse en un medio de transporte más. Para Piccard y su equipo, el Solar Impulse se asemeja a esos prototipos en los que pocos creían, pero que luego se desarrollaron hasta el día de hoy hasta convertirse en algo normal. ¿Veremos en los próximos años aviones como el Solar Impulse? «Voy a ser loco para decir sí, y estúpido para decir no» .
De forma todavía muy inicial, la NASA ha invertido en un proyecto para crear un avión eléctrico . Un aparato que se recargaría en el suelo, antes de partir, y evitaría así el peso de las baterías con las que carga el Solar Impulse.
En unos años, predice Piccard, cincuenta personas viajarán 1.000 kilómetros con aviones eléctricos, aunque uno enteramente solar, como el «Si2» -Solar Impulse- queda todavía muy lejos. Las ventajas serían muchas, desde la ausencia de ruido –podrían aterrizar y despegar de noche en aeropuertos cercanos a las ciudades-, hasta la ausencia de contaminación . «El futuro del mundo es eléctrico», afirma.
Tras más de 16 etapas y cruzar el Pacífico, el Atlántico y el Mediterráneo, la aventura, como lamentaba el piloto y director de la compañía, se acabará en los próximos días con la llegada a Abu Dabi del Solar Impulse. ¿Hay algo más allá de Abu Dabi? Piccard, reconocido en su Suiza natal y con experiencia tratando con políticos y la Unión Europea, explica que ha organizado un Comité Internacional para las Tecnologías Limpias , con la intención de aglutinar todos los actores del sector , generar una voz común y más poderosa, así como aconsejar a los Gobiernos sobre cómo implantar dichas tecnologías para un uso más eficiente de la energía. «El Parlamento Europeo y la Comisión Europea están muy abiertos a las energías renovables», señala. «La resistencia –como en todo- está a nivel nacional, muchos de los cuales se muestran reticentes a implantar medidas».
Para Piccard, hace falta un revulsivo que haga salir al mundo occidental de la complacencia en la que se duerme. «El mundo occidental no sale de su zona de confort. Vivimos en lo que hemos ya construido y en lo que hemos obtenido, y creemos que eso es suficiente. Los que están ahora saliendo de su zona de confort son los chinos. Los chinos están creciendo tanto porque quieren más, y quieren mejor. El mundo occidental está durmiéndose en los hábitos . Tenemos que ser muy cuidadosos, Europa está en un punto muy peligroso».
Sin embargo, no es demasiado tarde. «Empieza a ser muy tarde, pero nunca es demasiado tarde para hacer algo. Pero si te despiertas demasiado tarde en la mañana, tienes que correr todo el día… Si nuestro mundo se despierta demasiado tarde, será más difícil», concluye.
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