En pandemia Occidente aprobó el examen de ciencia pero no el de ética

En el Día Mundial de la Justicia Social, la Organización Médica Colegial reclama el derecho fundamental a la salud que corresponde a todo ser humano

La UE ha desechado más de la mitad de dosis de las que han donado a países en vías de desarrollo

Tomás Cobo Castro*

No hay justicia social sin equidad e igualdad de oportunidades. Arranca el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos estableciendo que «la libertad y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana».

La defensa de este concepto está íntimamente ligada a la protección del acceso a los servicios de salud . Y la salvaguarda de la asistencia sanitaria está estrechamente unida al blindaje del modelo sanitario actual en nuestro país: universal porque cubre a la totalidad de la población, independientemente de su situación económica o social; público porque su gestión está en manos de las administraciones al servicio de los ciudadanos y el bien común; y gratuito porque está financiado por las Comunidades Autónomas vía presupuestos y sistemas de financiación. Y, así, concebido como eje de equilibrio social y consolidado con el trabajo de varias generaciones, nuestro modelo sanitario es clave de nuestro estado del bienestar , junto con la Educación, los Servicios Sociales y un sistema legal que garantice la ecuanimidad entre los miembros de la sociedad.

El acceso a un sistema sanitario garantizado para toda la población no está implantado en todos los países. Modelos al otro lado del océano Atlántico no ofrecen una cobertura sanitaria universal y están basados en una gestión con predominio de empresas privadas y aseguradoras, lo que puede generar enormes desequilibrios entre los ciudadanos para garantizar el derecho fundamental a la salud que corresponde a todo ser humano, sin distinción.

Si miramos más allá, en zonas en las que ni tan siquiera disponen de sistemas sanitarios consolidados de ningún tipo, se producen situaciones de completo desamparo para poder atender a una población que no tiene posibilidades de acceso a los servicios básicos de salud por la absoluta falta de recursos o que se ve abocada a la pobreza para poder asumir el coste de la atención sanitaria.

Sostener y fortalecer el logro social que constituye el modelo sanitario en nuestro país requiere del esfuerzo de todas las instituciones implicadas y competentes. De igual modo, contribuir a mejorarlo y a que la sociedad sea consciente de esta realidad de privilegio social debe centrar parte de las acciones que desarrollamos desde las organizaciones profesionales relacionadas con el ámbito sanitario.

Vacunas para países ricos

En un contexto de pandemia en el que todavía registramos tremendas desigualdades en los índices de vacunación entre los que llamamos naciones ricas y países pobres , no puedo hablar de justicia social sin aludir a la información publicada por los medios de comunicación hace tan solo unos días y que señalan que la Unión Europea solamente ha destinado el 8 por ciento de sus exportaciones de vacunas contra la Covid a África. Solo un 8 por ciento de ayuda concedida. La prensa añade que, a finales del mes de febrero, los 27 países que integran la comunidad europea habrán desechado más de la mitad de dosis de las que han donado a los países más vulnerables del continente considerado la cuna de la humanidad. Más de la mitad de ayuda denegada.

Ante esta evidente injusticia social, insisto en la contundente afirmación de António Guterres, secretario general de la ONU, en la que denunciaba que «por un lado, vemos las vacunas desarrolladas en un tiempo récord, lo que es una victoria de la ciencia y el ingenio humano. Y, por otro lado, vemos ese triunfo deshecho por la tragedia de la falta de voluntad política, el egoísmo y la desconfianza. Esto es una acusación moral del estado de nuestro mundo. Es una obscenidad. Hemos aprobado el examen en ciencias, pero no el de ética» .

En este sentido, justicia social es anteponer el derecho a la protección de la salud sobre los intereses comerciales o los niveles de riqueza en el acceso a las vacunas y tratamientos.

Futuras emergencias mundiales

Avanzar en la construcción del futuro de una sociedad en el que las desigualdades sean cada vez menores y la distribución de los recursos sea más justa a cada paso requiere de la articulación de instrumentos que faciliten y procedimientos que no limiten las posibilidades y capacidades de respuesta y acción-reacción ante futuras emergencias mundiales que, si bien parecían improbables y lejanas, han resultado ser posibles y con oportunidad real de situar a la humanidad al borde del abismo.

Desde nuestra particular parcela, y en virtud del respeto a la integridad de las personas y de la vocación de servicio al ser humano y a la sociedad que define a nuestra profesión, la Organización Médica Colegial seguirá favoreciendo, impulsando y promoviendo todas aquellas acciones encaminadas a que nuestro modelo sanitario siga siendo uno de los máximos exponentes de la justicia social , velando por una vida libre de enfermedades, dolor, sufrimiento y muertes evitables para todas las personas, por igual.

Con mayor o menor suerte dependiendo de la orilla y las circunstancias en la que llegamos al mundo, arranca el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos estableciendo que «todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como estamos de razón y conciencia, debemos comportarnos fraternalmente los unos con los otros». Ojalá.

* Tomás Cobo Castro es presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos

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