Testimonios del Covid: «El ciudadano tiene ahora más que nunca la responsabilidad de evitar nuevos contagios»

Trabajadores sanitarios y personal de las Fuerzas de Seguridad explican a ABC cómo atravesaron el «tsunami» de la pandemia semanas atrás

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Ramón Raúl Rico Huerta

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Ramón nació en Málaga . Tras un primer destino como guardia civil en Burgos, llegó a Mallorca hace dos años, como jefe del puesto principal del municipio de Santanyí. «Llegué a la isla poco después de las trágicas riadas de Sant Llorenç des Cardassar», recuerda.

Este joven teniente tiene a su mando a 65 guardias civiles, con una media de edad de unos 30 años. «Me gustaría destacar que en mi unidad y en mi compañía hemos tenido cero contagios, lo que supone un gran logro», indica.

«Mientras duró el estado de alarma , la coordinación fue absoluta entre la Guardia Civil y las policías locales, junto con Protección Civil», recalca, para añadir que, además, hablaban «todos los días» con los alcaldes de su ámbito de actuación. «En nuestro caso concreto, me refiero a Santanyí, Ses Salines y Campos , con una población global de unos 26.000 habitantes», explica.

Al mirar ahora hacia atrás y rememorar lo que fueron los primeros días de confinamiento, reconoce que no fue una situación fácil para la ciudadanía. «En unas pocas horas pasaron de hacer una vida normal a no poder salir de casa», señala. «Desde el primer momento, explicamos las directrices y los protocolos a la población», afirma a continuación. Algunas medidas «eran difíciles de adoptar», pero debían seguirse «para evitar contagios».

Los efectivos de la Benemérita han llevado a cabo su labor aun siendo conscientes de que había «un riesgo real» de contagio. «¿Miedo? No. Pero desde luego sí respeto, porque somos seres de carne y hueso», especifica Ramón. En ese contexto, tiene emocionadas palabras de recuerdo para aquellos compañeros suyos que han fallecido en el conjunto del país y por supuesto también para todas las personas que han muerto a causa del coronavirus .

La palabra que Ramón quizás más repite es «responsabilidad», como elemento clave para que la situación pueda ir volviendo poco a poco a la normalidad. «El ciudadano tiene ahora más que nunca la responsabilidad de evitar nuevos contagios», concluye.

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María Ángeles González Solano

«Durante las primeras semanas no dispusimos de la protección adecuada»

María es natural de Mallorca y trabaja en el Hospital de Son Espases de Palma desde que abrió sus puertas, «hace unos diez años». Con dos décadas de experiencia profesional como técnica en cuidados de enfermería, ha estado en distintos departamentos, como «Neonatos, Psiquiatría o Cardiovascular». Ahora está en la planta de Neurocirugía, Otorrino y Maxilofacial.

En principio, en su planta no debería de haber habido ningún positivo por Covid-19 , ya que los pacientes infectados de coronavirus estaban en otros espacios de Son Espases habilitados especialmente. «Sin embargo, llegó un paciente derivado de Neumología, a quien se le detectó el coronavirus estando en nuestra planta, en la que permaneció cinco días», recuerda.

«En ese momento, los profesionales sanitarios de nuestra planta teníamos ya al menos mascarillas, pero no siempre había sido así», lamenta María, que como otras enfermeras y auxiliares estuvo expuesta al contagio al inicio de la pandemia.

De hecho, hubo en su planta seis casos sospechosos más, «que finalmente dieron negativo », cuando no habían distribuido aún mascarillas. «Durante las primeras semanas no dispusimos de la protección adecuada y además las pruebas no se hacían de manera prioritaria», critica. En el primer mes, «sólo se hacían test, no muy fiables, a los profesionales que tenían síntomas, como fiebre o tos».

Coincidiendo con el día de la entrevista, estuvieron a punto de ingresar en su planta por error a un paciente con coronavirus. El fallo fue detectado in extremis y esa persona no entró en Otorrino.

En la planta de María hay 18 enfermeras y 17 auxiliares en total. «No somos superhéroes, pues estamos acostumbradas a trabajar con personas enfermas , pero lo que nos ha molestado en relación al coronavirus ha sido la falta de información y de recursos que había al principio, teniendo en cuenta que se trata de una enfermedad muy contagiosa», recalca María.

Cuando finalmente le hicieron la prueba a ella, reconoce que pasó «un poco de miedo» hasta que supo el resultado, que fue negativo. «Tenía miedo de poder llegar a contagiar a mis dos hijos adolescentes», se sincera.

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Jorge Pozzi Ruiz

«Los médicos y los enfermeros nos hemos cuidado también unos a otros»

Nacido en Buenos Aires, Jorge llegó a Menorca hace 13 años, junto con su esposa , que también es doctora. Ambos trabajan en el centro de salud de Dalt Sant Joan, en Mahón, justo al lado del Hospital Mateu Orfila.

Desde principios de marzo, Jorge formó parte de las Unidades Volantes de Atención al Coronavirus (UVAC), que atendían a las personas en sus propias casas y también por vía telefónica, para hacer un seguimiento. «Hemos sido un sostén para muchas familias», recalca. En mayo había ya tres UVAC en funcionamiento en Mahón.

« La creación de las UVAC fue un acierto , son muy eficientes y han llegado para quedarse», afirma el doctor, para añadir: «Su función es muy importante, pues esencialmente consiste en contener la epidemia en los domicilios». De ese modo, «se ha evitado que se sature el hospital, al que sólo se han derivado los casos graves».

Este facultativo lleva ya casi 40 años ejerciendo. «Fue una buena idea que médicos experimentados nos hiciéramos cargo de las UVAC», explica. «Esta labor específica ha supuesto una experiencia inédita sobre cómo trabajar con la comunidad, a veces en medio del pánico y la incertidumbre», indica.

Jorge recuerda que el primer infectado por coronavirus en Menorca fue, precisamente, un médico. «Cuando le detectaron la neumonía, había estado ya en contacto con otros médicos, familiares y pacientes, a los que se les hizo un seguimiento», detalla. Ese médico «felizmente se recuperó». Luego hubo también un brote del Covid-19 en un geriátrico, con 12 residentes y seis trabajadores contagiados.

«Hemos trabajado estos meses con sensatez y aplomo», destaca. «Los médicos y los enfermeros nos hemos cuidado también unos a otros, pues no podemos olvidar que España ha tenido el récord mundial de sanitarios infectados», especifica a continuación. «Al principio, había poco material y algunas órdenes eran confusas», lamenta, si bien reconoce que la situación fue mejorando poco a poco.

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María Isabel Sintes

«De momento, entre nuestro personal no ha habido ningún contagio»

En el servicio de limpieza del Hospital Mateu Orfila de Mahón , que cubre Ferrovial, trabajan en la actualidad 34 personas. Su supervisora es Maribel, natural de Menorca, que lleva casi once años en dicho hospital. «Ha habido en estos últimos meses un importante incremento de personal en el Mateu Orfila, pues antes del inicio de la pandemia nuestro servicio estaba compuesto por 25 personas», explica. Una hija de Maribel trabaja con ella en el mismo departamento.

En cuanto a su labor, en dicho servicio se ocupan de la limpieza de los quirófanos, las UCI, las zonas comunes o el exterior del hospital, entre otros espacios. «Para desinfectar utilizamos sobre todo la lejía y otros productos que la tienen», especifica. «Nuestra protección a la hora de trabajar es hoy la misma que puedan tener un médico o una enfermera, con mascarillas o guantes, por ejemplo», añade Maribel, quien recalca que en las UCI llevan también monos de trabajo.

«A partir del 19 de marzo, los integrantes del servicio de limpieza empezamos a asistir a cursos en donde se nos explicaba, por ejemplo, cómo ponernos y quitarnos los equipos de protección individual o qué otras medidas preventivas tomar», indica. «De momento, entre nuestro personal no ha habido ningún contagio», afirma con alivio. Al mismo tiempo, Maribel recuerda que es normal que haya cursos formativos con una cierta regularidad, como pasó cuando hubo el primer caso de Ébola en España.

Tras confirmarse la pandemia por el Covid-19, las primeras semanas fueron complicadas a nivel anímico, si bien Maribel reconoce que los contagios en Menorca fueron inferiores a los que hubo en otras zonas de España. «Al principio, teníamos un cierto miedo y angustia ante un posible contagio», puntualiza. «Ahora estamos más tranquilos, pero tenemos que ir igualmente con cuidado. Nos tenemos que proteger entre todos», señala.

Un motivo de alegría, a pesar de todo, ha sido que en el servicio de limpieza han notado el apoyo y el reconocimiento de muchas personas hacia su trabajo. « Han valorado todo lo que hemos estado haciendo, como por ejemplo las horas extra », indica. «Además, yo también les decía a mis compañeros que pensasen que nuestro trabajo era muy importante, que si no lo hacíamos bien, habría muchos más infectados, también entre el personal sanitario», destaca. Su lema siempre ha sido: «¡Adelante, que podemos!».

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Javier Verdugo Sedas

«Muchos ciudadanos anónimos nos han prestado su apoyo de manera altruista y desinteresada»

Javier ha sido profeta en su tierra. De padres andaluces, nació en el municipio ibicenco de Sant Antoni de Portmany, en donde ha desarrollado hasta ahora toda su trayectoria laboral, «empezando desde lo más básico», como auxiliar. «Llevo más de 30 años como policía y más de 15 años ocupando la jefatura», recuerda. En la actualidad, es el inspector jefe de la Policía Local de Sant Antoni y tiene bajo su mando a 45 efectivos policiales.

«Lo que más destacaría de estas semanas ha sido la gran implicación profesional de todos los agentes», recalca, pues «se han adaptado de inmediato a las nuevas medidas, como los cambios en el servicio o los grupos cerrados de trabajo». Siempre han podido contar con mascarillas, guantes y geles de desinfección, así como con la debida limpieza de los vehículos y las dependencias policiales . «Desde el principio, el Ayuntamiento de Sant Antoni nos dotó de ese material», indica.

Javier tiene también palabras de gratitud para los ciudadanos y las empresas privadas que les hicieron llegar diverso material a lo largo de las semanas. «Lo que más nos ha sorprendido ha sido la actitud de las personas anónimas, por ejemplo la de una señora que hacía mascarillas, la de particulares que fabricaban máscaras de protección, la de una panadería que nos traía tartas de queso o la de vecinos que nos preparaban tortillas», valora emocionado, para añadir: «Es muy de agradecer ver cómo nos han prestado su apoyo de manera altruista y desinteresada». Por contra, han echado de menos el material proveniente del Gobierno central, que «empezó a llegar a primeros de mayo».

Ante el Covid-19, destaca que ha sido una enfermedad que los agentes han tratado «con mucho respeto», teniendo además toda la información posible sobre ella. Una vez que se decretó el estado de alarma, «la respuesta de la gente fue muy buena, pues entendían que por el bien de todos debían quedarse en casa».

En la actualidad, el municipio de Sant Antoni tiene una población de unos 25.000 habitantes. Javier explica que en los dos primeros meses fueron puestas unas 600 denuncias por incumplimiento del estado de alarma. «Tenemos que seguir actuando con responsabilidad, porque el coronavirus aún no ha sido derrotado», recomienda a modo de conclusión.

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